A nivel país seguimos teniendo varios departamentos en los que la extrema pobreza sigue golpeando muy fuerte.

Caazapá con un índice del 56%, Concepción 50%, San Pedro 48% y Caaguazú 47%.

Inciden en forma directa en la capacidad adquisitiva de sus habitantes (principalmente en los pequeños productores agrícolas) pues los bolsones de pobreza no han mejorado, sino todo lo contrario, dado que la pandemia sanitaria ha venido a darles el “golpe de gracia” a muchos.

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Tenemos a nivel país aproximadamente 250.000 pequeños productores en estado de vulnerabilidad económica quienes merecen ser receptores de apoyo y acompañamiento por parte del Estado (principalmente de los técnicos), apoyándolos estrechamente con un diagnóstico del nivel de fertilidad de sus tierras, determinando los rubros de producción a los que deberían orientar sus esfuerzos para lograr líneas de cultivos bien diversificado y atomizado, que permitan obtener ingresos lineales más remunerativos durante todo el año y no solamente concentrado en 2 o 3 meses pues las necesidades son y serán siempre ilimitadas y la ciclicidad de sus rubros se mantienen y existen opciones para que trabajen y generen ingresos durante todo el año.

Precisan de un fuerte apoyo logístico y de marketing que les permitan aglutinarse en pequeñas cooperativas de producción para que ellos mismos puedan llegar con sus productos hasta los compradores finales, eliminando la “odiosa intermediación”, que sin mucho esfuerzo, históricamente se han llevado “la parte más substanciosa de la torta”.

Nuestras autoridades deben abocarse con fuerza e inteligencia a su concreción pues de otra forma sería difícil y complicado la reducción gradual, consistente y sostenida de las franjas de extrema pobreza que obligan a estar subsidiándolos permanentemente lo cual es sabido no constituye solución alguna, sino todo lo contrario, los “achanchan” y no se esfuerzan.

Precisan de un apoyo estrecho durante todo el año que les permitan llegar a los objetivos productivos y de comercialización para que su gestión económica se vea fortalecida, y la cadena de valor y productiva beneficiada que es lo que los debería de ocupar y preocupar, pues también ellos tienen que ayudar y no solo circunscribirse a recibir ayuda.

Al tener la posibilidad potencial de ser más productivos y rentables, podrán tener acceso al sistema financiero formal que a mucho les resultan esquivos por no reunir los requisitos cuali/cuantitativos mínimos y muchísimos de ellos no cuentan tan siquiera con una caja de ahorros.

Los departamentos apuntados precedentemente ameritan ser los receptores de un apoyo continuo, profesional y coordinado, pues es sabido que lo que se eroga en subsidios a muchos que son aun jóvenes y en edad de ser productivos, no nos conducirá a nada positivo pues sencillamente “aplican la ley del menor esfuerzo”.

Los niveles de extrema pobreza no se combaten con subsidios, sino enseñándoles lo que tienen que hacer para que sean autosustentables, competitivos y rentables dado que estos pequeños productores siguen precisando apoyo y asistencia en mucha mayor magnitud.

Si llevamos adelante planes estratégicos de asistencia técnica-productiva a estos sectores vulnerables con un seguimiento continuo podremos tener la posibilidad de coadyuvar para que salgan de ese estado de pobreza extrema en que se encuentran.

Parecería “misión imposible” pero no lo es. Todo será cuestión de “remangarse” y hacer que puedan llegar a los objetivos cuali/cuantitativos que mejoren su estándar de vida lo cual irá en beneficio directo del Estado pues esa millonada de plata pagada año a año en subsidios podrán utilizarse en otros propósitos más urgentes y prioritarios como salud pública y calidad educativa, donde seguimos mal pues de qué nos sirve trabajar si no tenemos salud y educación.

Estos planes estratégicos podrán hacer que muchos jóvenes hijos de estos labriegos que se ven obligados a migrar hacia la capital y ciudades del departamento Central en busca de trabajo, sigan labrando la tierra con sus padres convirtiéndose en microempresarios, si se los apoya logísticamente para que cadenas de supermercados y mercados de abasto puedan comprarle sus productos hortícolas y no más intermediarios que se aprovechan de su pobreza y falta de recursos debiendo nuestras autoridades evitar el masivo ingreso ilegal a través de nuestras fronteras que mucho daño nos siguen haciendo.

Esperemos que todo esto figure entre las prioridades de la agenda del próximo gobierno, pues de una vez por todas tenemos que dar la atención que se los merece la situación económica-financiera de nuestra gente y no solo el bienestar personal y de los bolsillos de unos cuantos privilegiados y vividores.

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