Cada 12 de junio se conmemora la “Paz del Chaco”, fecha en la que se puso fin a la guerra que se desató entre Paraguay y Bolivia, desarrollada entre el 9 de setiembre de 1932 y el 12 de junio de 1935, tiempo en que varios paraguayos perecieron, pero muchos lograron ver el fin del conflicto bélico. Este domingo se conmemoran 87 años de la firma del protocolo de la paz.

Durante esos años en que Paraguay y Bolivia se vieron enfrentados, tanto jóvenes como adultos e incluso adolescentes salieron para defender el territorio paraguayo, este es el caso de Juan Manuel Ovando y Amancio Núñez Escobar, dos hombres valerosos que formaron parte de las filas que combatieron en la guerra. Hoy sus familiares los recuerdan con mucho orgullo y aseguran que deben ser recordados siempre.

El reencuentro

Según el relato dado por uno de los nietos de estos dos hombres, a quienes el paso del tiempo los convirtió en familia y cada uno tenía su propia versión de lo que fue la guerra. “Mi abuelo materno, Juan Manuel, se había escapado de su casa ubicada en el barrio Ysaty para ir hasta Viñas Cué y anlistarse para ir a la guerra”, dijo a La Nación Miguel Núñez, nieto de ambos.

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Explicó que pese a que no contaba con la edad requerida para ir hasta el Chaco, lo inscribieron y le dijeron que cuando sea requerido por las Fuerzas Armadas será llamado, pero que por su edad aún no podía ser enviado al campo de batalla. “Él quería defender su patria y sus padres no sabían nada. Cuando eso se le dio un diploma de honor y le dijeron que el debía ir aún a la escuela, pero que sería llamado”, confirmó muy emocionado.

Este domingo se conmemoran los 87 años de la Paz del Chaco. Foto: Archivo.

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Manifestó que luego de un tiempo su hermano, el teniente Julián Ovando, volvió a su casa porque fue herido en el Chaco, pero que cuando mejoró y tenía que volver, le llevó a Juan Manuel para cumplir su sueño de proteger y defender a la Patria. Es así que los cuatro hermanos de la familia fueron hasta el Chaco.

“Lo que a él más le impresiona entre todas las cosas vividas en el frente de batalla es que cuando su hermano, el teniente Ovando, fue gravemente herido y estaba internado en el hospital de campaña. Fue cuando a mi abuelo le pareció ver en el horizonte la silueta de un hombre conocido y era su otro hermano llamado Rosendo, quien llegó para visitar al hermano herido”, relató.

Horas más tarde de la llegada de Rosendo, a quien le avisaron que su hermano había sido herido en la batalla, también llegó su hermano mayor Luís Ángel, fue el reencuentro de los cuatro valerosos hombres que defendieron con su vida y sin temor nuestro querido suelo guaraní. “El encuentro entre hermanos en medio de la nada es lo que más marcó a mi abuelo y siempre nos contaba esta parte de la historia entre lágrimas. Al verse juntos los cuatro hermanos, se abrazaron”.

Juan Manuel Ovando, tras terminar la guerra, conformó una hermosa familia y tuvo tres hijos, falleció a la edad de 73 años. Entre sus tantas anécdotas siempre contó que conoció a su esposa antes de ir a la guerra, se cruzaron el día en que un grupo de militares partía para la guerra, entre ellos él. “Mi abuela fue a despedir a sus hermanos, que también iban a la guerra, y solo se saludaron con mi abuelo porque se conocían. Él siempre decía: si yo sabía que iba a ser mi señora, ese mismo día la llevaba conmigo al Chaco”, expresó entre risas.

Los choferes eran los más perseguidos durante la guerra. Foto: Ilustrativa.

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Valeroso chofer de guerra

Así también, Miguel contó la historia de su abuelo paterno, Amancio Núñez Escobar, quien fue chofer de guerra y que durante el tiempo que estuvo combatiendo nació su primer hijo, a quien recién luego de un año y medio pudo conocer. “Cuando llegó al frente se enteró que los choferes de guerra eran los más perseguidos. Dicen que si eran emboscados por los bolivianos, éstos ataban a sus camiones y los quemaban”, indicó.

Explicó que esta situación hizo que sus ganas de combatir bajaran, pero que luego se enteró que su hijo había nacido y comenzó a luchar por él. “Era uno de los pocos que sabía manejar y estaba al mando de un Ford de los años 30. Un día en formación lo llamaron y le entregaron un sobre que en su interior contenía la foto de un bebé, que era mi papá, su hijo”, dijo.

Agregó que esa foto lo acompañó desde entonces en el campo de guerra como inspiración para volver a conocerlo. “Desde ese momento cambió y sentía una fuerza increíble. Siempre decía que le cambió su mentalidad sabiendo de que estaba una criaturita esperándolo. Lo conoció cuando papá tenía un año y medio”, resaltó.

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Entre otras anécdotas recordó que don Amancio siempre contaba que el día en que se dio fin a la guerra sus familiares lo esperaban y que llegó hasta donde estaba su madre y le preguntó: “¿Mba’e piko doña Estanislaa rejapo ape? “aheka Amanciope, viene con vida”, le respondió, ya que como tenía la barba muy larga no lo reconoció. Entonces él la abrazó y le dio un beso, fue un momento muy emotivo para ambos y se echaron a llorar”, aseguró.

Miguel indicó que él también es militar y que tiene un sobrino que también escogió la carrera en conmemoración a estos hombres que dejaron en alto y defendieron en medio de las precariedades al Paraguay. “Esto es algo glorioso como vestir el uniforme verde olivo, porque sabemos que con bravura fueron para defender el Chaco y ofrecieron sus vidas. Lo triste es que ahora no les dan el valor y debido respeto a los excombatientes que siguen vivos”, lamentó.


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