Por Rocío Gómez. (rocio.gomez@gruponacion.com.py)

En este feriado largo por Semana Santa, la ciudad de Asunción se vio liberada del tráfico diario por la numerosa cantidad de gente que optó por viajar al interior. Por la Terminal de Ómnibus de Asunción, estiman que pasaron más de 550.000 personas. Algunos de los lugares turísticos más visitados fueron la represa de Itaipú, la cantera de Ñemby donde solo en la representación de la via crucis de Cristo participaron 30.000 personas, y el retablo de Tañarandy en el departamento de Misiones.

Otra opción que fue elegida por muchos fue ir a visitar algunos de los cerros como el cerro Hû, Akatî, Yaguarón, y entre ellos, el más alto del país: el Tres Kandu.

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La escalada al Tres Kandú

Desde la administración, informaron que en Semana Santa suelen recibir hasta 3.000 personas. Varias de estas deciden pasar la noche y acampar en la cima del cerro.

El cerro Tres Kandu tiene 842 metros y es el pico más alto en Paraguay. Está ubicado en el departamento de Caazapá, en territorio del doctor Fernando Rocholl Díaz León, quien se encarga de proteger y mantener el lugar apto para el turismo.

El viernes santo, el paso al cerro se encontraba congestionado por los autos que iban y venían, obligados a crear espacios para poder circular. Para acceder al cerro uno debe llegar al distrito de Dr. Eugenio Garay. Luego, frente a la comisaría y una plaza central, ingresar más de 6 kilómetros de camino de tierra.

Entrada al cerro. Foto: Rocío Gómez

Al llegar, encargados de la administración presentan los precios: visitar el cerro por un día cuesta Gs. 25.000, y quedarse a acampar cuesta Gs. 35.000.

Una vez abonada la entrada, uno ingresa al estacionamiento al pie del cerro. Allí se encuentran habilitados sanitarios, que a su vez tienen otro costo. Por utilizar el baño, “con o sin papel higiénico” se debe pagar Gs. 2.000, y Gs. 5.000 para utilizar las duchas, que solo cuentan con agua fría.

No está permitido ingresar con bebidas alcohólicas, pero en el portón, nadie revisa los baúles ni las conservadoras que los turistas traen consigo. Luego, en el recorrido de la escalada, se pueden ver botellas de bebidas alcohólicas vacías, ensuciando el paisaje y rompiendo las reglas.

El cerro cuenta con 15 estaciones a medida que uno va escalando. Se estima que el tiempo mínimo que requiere la subida es de 2 horas y 30 minutos, ya que el camino es rocoso, resbaladizo y muy empinado.

Para las partes más peligrosas del sendero ya desmalezado y abierto, ubicaron escaleras de madera y cables de acero. Muchos optan por llevar guantes para no lastimarse o ensuciarse las manos. Mientras que otros están más preocupados con el aspecto, ignorando la real dificultad a la que se enfrentan.

Una familia que logró llegar a la cima. Foto: Rocío Gómez

Un hecho que no se puede pasar por alto es el apoyo y la ayuda que se puede apreciar al ir subiendo. Los escaladores se pasan la mano, se empujan, se alientan, e incluso compiten. Las bromas, sugerencias y saludos son lo más divertido en este tremendo desafío físico de subir 3 kilómetros hasta la cima. Varias personas se atreven a llevar niños pequeños y mascotas. En muchos de esos casos, es la solidaridad la que evitó accidentes o trágicos desenlaces.


Al llegar, suelen haber grupos de personas que aplauden a los agitados caminantes que logran subir. Lo primero que todos hacen es sacarse una foto con el cartel del cerro, para luego ir hasta el borde y tomar las que se convertirán en fotos de perfiles y portadas, con la increíble vista de fondo.

En la cima no hay ningún puesto de ventas, solo un “refugio”, como lo llama la admnisitración. Es una casa que intentaron mantener pero que decidieron dejar abandonada. Incialmente contaba con puertas, ventanas, camas, pero la gente fue utilizando todo lo que había adentro, como la madera para el fuego. Por lo tanto, es una casa abandonada que brinda sombra a los que se desean sentarse a comer o tomar algo.

Así también, está habilitado un pozo de agua cristalina. Las personas toman directamente de este agua fresca y natural, sin dudar. Como también, del agua de las pequeñas corrientes que caen por el cerro.

Pozo en la cima del cerro. Foto: Rocío Gómez

El descenso es mucho más rápido pero más peligroso, y bastante agresivo para las rodillas. Por el camino se puede observar mucha basura abandonada por los turistas. Botellas de plástico, labiales, bolsas, entre otros residuos tóxicos. Los encargados del lugar, por su parte, aseguran que cada semana realizan limpiezas exhaustivas en el lugar.

Esta semana santa, el cerro Tres Kandú recibió también turistas extranjeros: alemanes, argentinos, suizos, brasileños, colombianos y estadounidenses. Tanto para ellos cuando visitan el país, como para los locales, la cima más alta del Paraguay es un lugar que debe ser visitado por lo menos una vez en la vida.

Alemanas visitando el cerro. Foto: Rocío Gómez

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