Naciones Unidas y asociaciones humanitarias alertaron de graves consecuencias para Yemen después de que una conferencia de donantes internacional no consiguiera recaudar los fondos necesarios para evitar una catástrofe humanitaria en este país en guerra.

La subsistencia del país depende casi completamente de las importaciones y los grupos humanitarios alertan que la situación no hará más que deteriorarse por la invasión rusa de Ucrania, que produce casi un tercio del trigo consumido en Yemen.

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Un 80% de sus 30 millones de habitantes depende de la ayuda para sobrevivir tras más de siete años de un conflicto que ha matado a cientos de miles de personas, directa o indirectamente. La ONU no escondió su decepción después de que la conferencia de donantes no consiguiera recaudar ni siquiera un tercio del objetivo marcado para asistir a 17,3 millones de yemenitas.

El organismo ha avisado repetidamente de que las agencias humanitarias se están quedando sin fondos y deben recortar programas que salvan vidas. “Un déficit de financiación significa que no se cubrirán las necesidades de la gente”, indicó Auke Lootsma, representante en Yemen del Programa de Desarrollo de la ONU. “La perspectiva para el próximo año se presenta muy lúgubre para Yemen. Es la situación más lúgubre que hemos tenido hasta ahora en el país”, alertó.

Hambruna

La guerra entre el gobierno reconocido internacionalmente, respaldado por una coalición liderada por Arabia Saudita, y los rebeldes hutíes cercanos a Irán ha colocado el país al borde de la hambruna, cuya amenaza aumenta por el aumento de precios ocurrido tras la crisis de Ucrania.

Antes incluso de la invasión, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) dijo que sus raciones de comida en Yemen se habían reducido para ocho millones de personas este año, mientras otros cinco millones “en riesgo inmediato de caer en una situación de hambruna” se mantenían completas.

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Las agencias de la ONU alertaron durante la conferencia de donantes que hasta 19 millones de personas necesitarían asistencia alimentaria en la segunda mitad de 2022. “Los 1.300 millones comprometidos en la conferencia de los más de 4.000 solicitados fueron una decepción”, dijo a AFP Abeer Etefa, portavoz del PMA para Oriente Medio y el Norte de África.

“Esperábamos más, particularmente de donantes en la región que deben dar un paso y comprometer fondos para una crisis en su patio trasero (...) Si actuamos ahora, podemos evitar lo que sería un punto de no retorno y salvar a millones”, afirmó. Entre los ausentes, destacan Arabia Saudita o Emiratos Árabes Unidos, miembros de la coalición internacional progubernamental que en la conferencia del año pasado estuvieron en el podio de donantes.

“Más vidas se perderán”

“Algunos de los vecinos de Yemen, también partes en el conflicto, por ahora no han comprometido nada para 2022. Esperamos que esto cambie”, dijo a AFP Erin Hutchinson, director para Yemen del Consejo Noruego por los Refugiados. “Es un resultado catastrófico para la respuesta humanitaria en Yemen. Más gente está necesitada este año en Yemen que en 2021. Más vidas se perderán”, alertó.

Durante la conferencia de donantes del miércoles, sauditas y emiratíes subrayaron la necesidad de detener las acciones “terroristas” de los hutíes. El representante de Emiratos acusó a los rebeldes de “obstruir y desviar ayuda”. Por su parte, Arabia Saudita aseguró que había aportado 19.000 millones de dólares en ayuda y desarrollo para Yemen en los últimos años.

“Los socios de la coalición parece que prefieren ahora controlar sus propios fondos para Yemen, en vez de darlo a Naciones Unidas”, opinó a AFP Elisabeth Kendall, investigadora en la Universidad de Oxford. “Esto puede ser porque las áreas más impactadas de Yemen están bajo control hutí. Puede ser difícil de aceptar ver que la ayuda fluye a zonas en las que están luchando”, añadió.

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De acuerdo con Abdulghani al Iryiani, investigador en el Centro para Estudios Estratégicos de Saná, los integrantes de la coalición “parecen diseñar su respuesta humanitaria de forma que les reporte el mayor beneficio político, a través de sus propias organizaciones”.

Las seis naciones del Consejo de Cooperación del Golfo aseguraron el jueves que mantienen su intención de acoger negociaciones entre los dos bandos yemenitas en conflicto en Arabia Saudita, aunque los rebeldes hutíes rechazaran dialogar “en un país enemigo”.

Los hospitales carecen de todo

En el servicio de oncología pediátrica de un hospital público de Adén, en el sur de Yemen, la pequeña Amina espera en una vetusta sala, entre viejas camas que huelen a orina, en este país asolado por la guerra. En el hospital Al Sadaqa, la niña, de cinco años, en tratamiento desde hace dos meses por una leucemia, guarda sus juguetes cerca de ella. En el país más pobre de la península arábiga, sumido en una de las peores crisis humanitarias del mundo, su familia depende de los centros sanitarios públicos, que están en las últimas.

“No podíamos escoger”, explica a la AFP su madre, Anissa Nasser. “Queríamos enviarla al extranjero para curarla”, pero no tienen los medios, dice. Ella no tiene empleo y su marido, que vive en la rica monarquía petrolera vecina de Arabia Saudita, no ha trabajado desde hace cuatro años. El establecimiento público propone sesiones de quimioterapia gratuitas, pero la familia de Amina tiene que conseguir los medicamentos necesarios y hacer los exámenes en otros centros.

Adén se ha convertido en la capital temporal de Yemen, donde se ha establecido el gobierno, después de haber sido expulsado de Saná en 2014 por los rebeldes hutíes, que cuenta con el respaldo de Irán. Una coalición militar, dirigida por Riad y que incluye a Emiratos Árabes Unidos, interviene desde 2015 para apoyar las fuerzas gubernamentales. Los combates han causado cientos de miles de muertos y millones de desplazados. Una gran parte de los 30 millones de personas de Yemen se enfrentan al hambre y a las enfermedades.

“Diferencia”

En Adén, los hospitales públicos sufren escasez de material y de personal. Los médicos y enfermeras prefieren trabajar para clínicas privadas u organismos internacionales para tener mejores salarios. Apoyado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), el servicio de malnutrición del hospital Al Sadaqa parece estar en mejor estado. Nuf, con un año y medio, está siendo tratada por malnutrición aguda en una de sus habitaciones.

Organizaciones internacionales ayudan a algunas unidades del hospital, pagando la electricidad o con primas al personal médico. Con el COVID-19, el establecimiento ha tenido que, como otros, sacar presupuestos de otros servicios.

La directora general del hospital, Kafaya Al Jazei, reconoce una especie de “diferencia entre los distintos servicios”. Si en una sección “hay el apoyo de una organización internacional, todo el personal querrá trabajar allí para mejorar sus condiciones de vida”, admite a la AFP. En un informe de 2021, el Banco Mundial estimó que sólo la mitad de los centros de salud de Yemen funcionaban plenamente y que más del 80% de la población seguía confrontada a grandes dificultades de acceso a la alimentación, el agua potable y los servicios de salud.

Estudiantes contratados

En la entrada de Al Jumhuria, otro hospital público de Adén, una placa recuerda que la reina Isabel II puso la primera piedra. Actualmente, el centro tiene problemas de personal y material de base. “El hospital no está cuidado, no tiene aire acondicionado. Hay escapes de agua en los baños. El edificio está viejo y deteriorado”, describe para la AFP Zubeida Said, una enfermera de 52 años.

El personal se ha manifestado varias veces para denunciar el estado “deplorable” del establecimiento, en palabras de su jefe interino, el doctor Salem Al Shabhi. Según él, el presupuesto del hospital no ha cambiado desde el inicio de la guerra, pese a que cada vez hay más necesidades. Debido a la falta de médicos generalistas en el hospital, “se contrata a estudiantes de la facultad de Medicina y trabajan por 10.000 riales (unos nueve dólares) por día”, explica el responsable.

Descuida su rico patrimonio

Montañas de basura se acumulan en el suelo y los grafitis cubren los muros de la fortaleza de Sira en Adén, la gran ciudad portuaria del sur de Yemen, donde la guerra no tiene piedad de su rico patrimonio histórico. Vestigios del pasado glorioso de esta región costera al sur del mar Arábigo, iglesias, museos y templos se ven amenazados por un conflicto que arrasa el país más pobre de la península de Arabia desde hace más de siete años.

Erigida en el siglo XI en la cumbre de una isla montañosa, que domina el puerto, Sira servía para rechazar a los invasores en esta región estratégica cerca del estrecho de Bab el Mandeb, que une el mar Rojo con el golfo de Adén en el océano Índico.

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El director adjunto de la Oficina de Antigüedades de Adén, Osman Abdelrahman, no lo esconde: los lugares históricos de la ciudad sufren “negligencia y destrucción sistemáticas”. El presupuesto asignado de poco más de 200 dólares mensuales apenas cubre “los gastos de papelería”, dice a AFP. “Incluso aunque obtenemos ayudas, no cubren más que una ínfima parte de lo que es necesario”, explica.

“A veces, me arrepiento de haber estudiado arqueología y haber entrado en este campo”, dice el responsable, “frustrado y desesperado”. Desde que los rebeldes hutíes tomaron la capital Saná en 2014, Yemen se ha visto devastado por la guerra y sus consecuencias, con cientos de miles de muertos directos e indirectos, millones de desplazados y hambruna a gran escala.

“Irreversible”

El conflicto que enfrenta los rebeldes, respaldados por Irán, y las fuerzas gubernamentales, apoyadas por Arabia Saudita, ha hundido al país en una de las peores tragedias humanitarias del mundo. Los insurgentes controlan amplios segmentos del país, esencialmente en el norte, donde se encuentra Saná. Perseguido por los rebeldes, el gobierno se instaló temporalmente en Adén.

El museo militar de la ciudad, cuyo edificio databa de 1918, fue bombardeado y saqueado durante una fallida ofensiva de los hutíes sobre Adén en 2015. La coalición dirigida por Arabia Saudita reconoció en septiembre de 2021 haber bombardeado también una parte del edificio, señalando que era un “objetivo militar legítimo”.

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Más lugares de Adén fueron bombardeados, vandalizados o atacados. Otros simplemente quedaron abandonados, sin medios para mantenerlos. Las cisternas de Tawila, reservas de agua talladas en la roca de las montañas y con varios siglos de antigüedad, solían ser uno de los monumentos más visitados de la ciudad. Ahora están cubiertas, cercadas por anárquicas construcciones.

“La ausencia de visión de Estado en materia de protección del patrimonio y de la identidad cultural del país ha tenido un impacto negativo”, dice a AFP Asmahan al Alas, profesora de historia en la universidad de Adén. Para esta especialista, el patrimonio de Yemen debería contribuir al futuro “desarrollo” del país, que antaño atraía visitantes extranjeros. “La negligencia y la ignorancia han conducido a un nivel de pérdidas irreversible”, dice la historiadora a AFP, lamentando que “la toma del poder sea considerada más importante que todo lo demás”.

Fuente: AFP.

Etiquetas: #Yemen#guerra

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