Las elecciones legislativas anticipadas del domingo en Irak se han visto marcadas por una fuerte abstención de la población en un país sacudido por la corrupción y sometido a facciones armadas. Con los resultados del 94% de los centros de votación, la participación en los comicios fue de 41% y hubo 9.077.779 votantes, indicó este lunes la Comisión Electoral en un comunicado. En 2018 fue de 44,52%.

Se trata de las quintas elecciones desde la invasión de 2003 encabezada por Estados Unidos que depuso al dictador Sadam Husein con la promesa de instaurar la libertad y la democracia. Unos 25 millones de personas estaban convocadas para elegir entre 3.200 candidatos al legislativo iraquí, de 329 miembros.

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Las elecciones estaban previstas para 2022, pero se adelantaron para aplacar las protestas iniciadas en 2019 contra la corrupción, los malos servicios públicos y la economía estancada en un país rico en petróleo.

La violenta represión del movimiento, que se desvaneció al cabo de unos meses, se saldó con al menos 600 fallecidos y 30.000 heridos. Decenas de activistas fueron víctimas de secuestros y asesinatos. Los manifestantes acusaron a las facciones armadas fieles a Irán, reagrupadas en las Fuerzas de Movilización Popular (Hashd al Shaabi).

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“Irak cosecha los frutos del levantamiento de octubre” de 2019, titulaba este lunes el diario laico Al Mada, en tanto el periódico Al Sabah, afín al gobierno, mencionaba “un nuevo electorado con nuevas ambiciones”. Este lunes por la mañana, Kerar Haider, un obrero de 26 años, retiraba los carteles electorales de las calles de Kerrada, un barrio de Bagdad. Él no acudió a votar “porque no sirve de nada”.

“Las mismas caras vuelven y no cambian. Mi sueldo no pasa de los 260.000 dinares [unos 175 euros, 200 dólares]” al mes, se lamentó. Además de quejarse de los bajos salarios, los iraquíes critican duramente la corrupción, que corroe los engranajes del Estado, y la escasez de electricidad que Irak, pese a ser un país rico en petróleo, debe importar en parte de Irán.

Falta de legitimidad

“La débil participación era de esperar”, explicó a la AFP el politólogo Sajad Jiyad. “Hay una apatía general. La gente no cree que las elecciones importen”. “No es únicamente la legitimidad del próximo primer ministro lo que quedará en entredicho, sino también la legitimidad del gobierno, del Estado y de todo el sistema”, añadió.

Los expertos prevén que los grandes bloques tradicionales mantengan su representación en un parlamento fragmentado, donde la ausencia de una clara mayoría obligará a negociar alianzas. “La elección posiblemente resulte en un nuevo parlamento fragmentado, seguido de una negociación opaca y corrupta”, escribieron los investigadores Bilal Wahab y Calvin Wilder en un análisis publicado por el Washington Institute.

El turbulento pero influyente clérigo chiita Moqtada al Sadr, cuya corriente partía como favorita, se congratuló por el “éxito” del proceso electoral. Si ganara, la corriente del clérigo tendrá que lidiar con los grandes rivales pro-Irán de las Fuerzas de Movilización Popular, que entraron en el Parlamento por primera vez en 2018, propulsadas por la victoria contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI).

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Por su parte, el primer ministro saliente, Mustafá al Kazimi, no se presentó oficialmente para permanecer en el cargo, pero continúa promoviendo su política: el lunes, anunció el arresto de Sami Jasim al Jaburi, un alto responsable del grupo EI buscado por Estados Unidos.

La escena política sigue estando muy polarizada en cuanto a los asuntos sensibles, como la presencia de tropas estadounidenses o la influencia de Irán, pero los partidos deberán emprender arduas negociaciones para nombrar a un nuevo primer ministro, un cargo que suele recaer en un musulmán chiita.

Fuente: AFP.

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