María Victoria Benítez Martínez *. - Fotos: AFP/gentileza

Desde principios de los años noventa, Paraguay y la UE han reforzado gradualmente sus vínculos políticos, económicos y sociales en virtud de los cuales firmaron el Acuerdo Marco de Cooperación en 1992.

La Unión Europea (UE) mantiene un amplio abanico de relaciones con América Latina y el Caribe a diversos niveles. Se han establecido diálogos y acuerdos políticos entre la UE y la región. La UE tiene una importancia estratégica para América Latina –en términos de mercados, ayuda financiera, asistencia, cooperación y diálogo político–, pero también tiene un interés económico para Europa.

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En 1951, seis países –Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y Países Bajos– fundaron la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA). En 1958, la CECA se convirtió en la Comunidad Económica Europea (CEE), rebautizada Unión Europea (UE) en 1993.

Con los años, 22 países se han unido a los seis miembros fundadores para formar 24 lenguas: Austria, España, Portugal, Irlanda, Grecia, Croacia, Polonia, Hungría, Bulgaria, Malta, Chipre, República Checa, Eslovaquia, Letonia, Lituania, Estonia, Eslovenia, Rumania, Suecia, Finlandia, Dinamarca. El Reino Unido abandonó la Unión Europea en enero de 2020 luego del referéndum del Brexit de 2016.

Las instituciones europeas tienen su sede en Bruselas: el Consejo Europeo, el Consejo de la Unión Europea y la Comisión Europea. La Comisión Europea es la negociadora del acuerdo UE-Mercosur (Mercado Común del Sur). En Luxemburgo: el Tribunal de Justicia Europeo y el Tribunal de Cuentas Europeo. En Estrasburgo (Francia), el Parlamento Europeo y en Frankfurt (Alemania), el Banco Central Europeo.

La Comisión Europea, el Consejo Europeo y el Consejo de la Unión Europea en Bruselas, Bélgica

RELACIONES CON LA UNIÓN EUROPEA

Desde principios de los años noventa, Paraguay y la Comunidad Económica Europea han reforzado progresivamente sus vínculos políticos, económicos y sociales en virtud de los cuales firmaron el Acuerdo Marco de Cooperación en 1992. El acuerdo de cooperación en los ámbitos de la agricultura, la industria, el medioambiente, la cooperación científica y tecnológica, el comercio, la administración pública, la información y comunicación, la cultura, la salud pública, el turismo y la lucha contra las drogas, firmado en Bruselas el 3 de febrero de 1992, entró en vigor el 1 de noviembre de 1992.

Durante mucho tiempo, la política exterior europea hacia los países latinoamericanos se basó en acuerdos de cooperación. Estos acuerdos incluyen un componente comercial (no preferencial) que garantiza la aplicación de la cláusula NMF (nación más favorecida), que es adquirida en cualquier caso tras la adhesión de estos países al Acuerdo General de Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), por las siglas en inglés General Agreement on Tariffs and Trade; un componente de cooperación e intercambio de información en los ámbitos agrícola e industrial y, más recientemente, en nuevos ámbitos como el medioambiente, la salud y la lucha contra las drogas; por último, un componente político destinado a reforzar los principios democráticos y los derechos humanos.

Los acuerdos de cooperación denominados de tercera generación firmados por la UE con Argentina (1990), Brasil (1992), Paraguay (1992), Uruguay (1991) y Mercosur (1995) representan una nueva etapa en el diálogo político entre la UE y América Latina.

Los acuerdos de cuarta generación firmados entre 1995 y 1997 con Mercosur, Chile y México prevén por primera vez la creación de zonas de libre comercio entre la UE y estos países y grupos, lo que podría mejorar considerablemente las condiciones de acceso de las exportaciones latinoamericanas a la UE. Los países latinoamericanos exportan principalmente productos primarios a la UE, como productos agrícolas y energía, en tanto que importan principalmente productos manufacturados como maquinaria y herramientas, equipos de transporte, productos químicos, etc.

Protesta de productores agrícolas belgas contra el acuerdo UE-Mercosur

DIÁLOGO POLÍTICO

En los años ochenta se inició un diálogo político entre la Unión Europea (UE) y América Latina para reforzar las relaciones exteriores, económicas, comerciales y culturales entre ambas regiones. Los primeros diálogos en San José y con el Grupo de Río se centraron en la consolidación de la paz y la democracia en América Latina. Esta década estuvo marcada por un cierto optimismo sobre el potencial que parecían ofrecer las relaciones eurolatinoamericanas. En este acercamiento inicial se sentaron las bases para avanzar hacia esquemas de cooperación entre la UE y cada uno de los bloques de integración latinoamericanos: Mercosur, la Comunidad Andina y el Mercado Común Centroamericano (MCCA).

México es el primer y único país con el que la UE ha celebrado un acuerdo de asociación y una asociación estratégica. El Acuerdo de Asociación Económica, Concertación Política y Cooperación, también conocido como Acuerdo Global, entró en vigor en 2000. Institucionalizó el diálogo político, amplió los ámbitos de cooperación, incluidos la democracia y los derechos humanos, y creó una zona de libre comercio UE-México.

Chile fue el segundo país en firmar un acuerdo similar con la Unión Europea (EU) en noviembre de 2002. El acuerdo consta de tres partes: un capítulo sobre diálogo político, otro sobre cooperación y otro sobre la creación de una zona de libre comercio de bienes y servicios. Según los estudios, México y Chile son las economías más saneadas de América Latina.

El acuerdo de libre comercio UE-México es también el único acuerdo de libre comercio de la UE con una cláusula anticorrupción débil. Según la Comisión Europea, “la corrupción es un azote para las economías y las sociedades. Obstaculiza el desarrollo de los países, distorsiona la contratación pública, malgasta los escasos fondos públicos, desalienta la inversión, obstaculiza el comercio y crea competencia desleal. Socava el Estado de derecho y la confianza de los ciudadanos. La política comercial ya contribuye a la lucha contra la corrupción, por ejemplo, haciendo más transparentes las normas y procedimientos de contratación pública y simplificando los trámites aduanerosˮ.

El proceso de adopción del acuerdo UE-Mercosur se ha suspendido debido a la petición de la UE de incluir compromisos medioambientales adicionalesla

UNIÓN EUROPEA-MERCOSUR

La primera Cumbre UE-América Latina y el Caribe, celebrada en Río de Janeiro el 28 y 29 de junio de 1999, dio lugar a una asociación estratégica birregional.

En 1999 se iniciaron las negociaciones de un Acuerdo de Asociación con Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), que abarca el diálogo político, la cooperación y el libre comercio. Tras veinte años de negociaciones (suspendidas entre 2004 y 2010), la UE y Mercosur han alcanzado un acuerdo político en junio de 2019 sobre el capítulo comercial del acuerdo de asociación y en junio de 2020 sobre las últimas cuestiones pendientes de sus capítulos político y de cooperación. En cuanto al comercio, se prevé la liberalización gradual y recíproca de las mercancías.

El proceso de adopción se ha suspendido debido a la petición de la UE a sus socios del Mercosur de incluir compromisos medioambientales adicionales. Si el acuerdo entra en vigor, las exportaciones de la UE a Mercosur se beneficiarán de la eliminación de los derechos de aduana en el 91 % de las mercancías, así como de las reducciones arancelarias en varios productos del Mercosur. La UE eliminaría los derechos de aduana del 92 % de las mercancías importadas de Mercosur, pero mantendría los contingentes arancelarios de los productos agrícolas sensibles.

RELACIONES ASIMÉTRICAS

La asimetría es una constante en las relaciones entre la UE y América Latina. Se expresa a varios niveles. Por una parte, la UE tiene una importancia estratégica para América Latina –en términos de mercados, ayuda financiera, asistencia, cooperación y diálogo político– y, por otra, están surgiendo divergencias comerciales. En el pasado, las normas comerciales solo regían los derechos de aduana y los contingentes. Hoy rigen la adopción de normas medioambientales y de salud pública, con el fin de demarcar las políticas de interés público.

Conviene recordar que América Latina no tiene una visión uniforme de la Unión Europea porque no es homogénea. Aunque América Latina –en toda su diversidad– mantiene variadas relaciones políticas, económicas y culturales con Europa, cada país latinoamericano conserva su propia visión de estas relaciones basada en su herencia colonial, su nivel de desarrollo y sus prioridades nacionales.

También hay que señalar que Europa como tal tampoco tiene una política uniforme hacia América Latina, ya que le ha resultado difícil definir una política exterior común. Sin embargo, a pesar de estas diferencias y de sus consecuencias para las relaciones internacionales, existe una serie de intereses comunes en las relaciones de América Latina con Europa. En los albores del siglo XXI, las relaciones internacionales son cada vez más complejas y sofisticadas. La soberanía es también el arte del saber vivir y del saber hacer.

* Ph. D. en Historia y Civilizaciones, Université Paris Cité – Francia. Máster en Relaciones Internacionales, Máster en Letras y Licenciatura en Letras Modernas, Sorbonne Université. Comercio Internacional – Droit des Affaires – Conservatoire National des Arts et Métiers

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