Un encuentro más que especial con don Wilfrido Cristaldo, quien trabajó 30 años en el Palacio de Gobierno sirviendo con profesionalismo a 8 presidentes y altos funcionarios. Anécdotas y momentos especiales, como la crisis de Oviedo y el Marzo Paraguayo, y algunas historias sobre quienes pasaron por la cumbre del poder son parte de esta amena charla con Augusto dos Santos para el programa “Expresso”, del canal GEN.

Fotos: NADIA MONGES

Don Wilfrido Cristaldo, 30 años en el Palacio de Gobierno, contanos qué hacías allí durante tanto tiempo, aunque es obvio.

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– Pasé a servir a los jefes de turno. Comencé en Secretaría General con el coronel Burgos, primero en tiempo de Rodríguez. Y cuando vino Wasmosy, el secretario general Néstor Filártiga fue el director administrativo y pasé al despacho.

– Al despacho presidencial donde le serviste el desayuno a los presidentes o, por lo menos, el café.

– Y el café desde los últimos tiempos de Rodríguez; Wasmosy también, aunque no fui el mozo titular, yo seguía con Filártiga, pero había un mozo titular, pero él no servía generalmente, sino que organizaba el servicio. Yo me encargaba ya desde ese momento del señor presidente.

– Debe ser una atmósfera muy especial atender a un presidente. Porque un presidente un día está tranquilo, otro día puede estar nervioso, otro día tenso y vos tenías que administrar eso. Pero, ¿cómo empezó tu vida como mozo de salón?

– Y la verdad que fue por casualidad. Hice mi servicio militar en la ingeniería, estudié construcción y fui a trabajar a Villa Florida, de donde era, pero se pagaba poco. Se abrió el Hotel Turismo de Villa Florida y ahí empecé como ayudante de mozo. Luego los directivos del hotel hicieron un acuerdo con el SNPP que nos dio curso allá. El director del SNPP de entonces era Luis González Macchi, que luego mucho tiempo después fue presidente.

– Luego a Asunción.

– Sí, en el 72 ya vine y comencé a trabajar en La Paraguayita, donde estuve hasta 1980. En el 82 pasé al Club Centenario hasta 1997.

Durante los 5 años del gobierno de Wasmosy hice los dos trabajos, tanto en el Palacio como en el Centenario. Y luego me quedé con Cubas porque él no quiso que trabajara más en dos lugares. Me dieron un plus por la exclusividad en el Palacio. Solamente yo era el mozo de la secretaría privada.

“OU VAI LEKAJA”

– Entonces, tu primer presidente en el Palacio fue Rodríguez y luego Wasmosy… Hay que entender que en el despacho presidencial hay una salita donde ministros o visitantes esperan. ¿A ellos vos también le servías café?

– Claro, la “salita”, como le decían. Algunos de los ministros no querían tomar ahí, sino que les sirva adentro, pero eso también era tipo colador. Porque estaba esa salita, luego el despacho del secretario y luego el presidente. Y más de una vez los presidentes me decían que no les sirva a su visita o ministros el café en su despacho porque si tomaban ahí el café, se quedaban más tiempo… (risas).

– Sí, la antesala es un lugar donde la gente suele estar como nerviosa, ¿luego salen más tranquilos verdad? Vos viviste todo eso.

– Sí, y también conocí sus gustos, cómo les gusta el café, su tipo de gustos.

Sí, algunos “ligan café” cuando se encuentran con el presidente y luego vos le servías otro…

– Hay muchas cosas que no se cuentan… (risas). Cuando llegaban los presidentes, me solían llamar y me hablaban. Ahí me decían lo que querían, todo lo que había que saber cómo estaba la jornada.

– Hay como un conocimiento especial. Cuando llega el presidente ustedes saben cómo vienen, si llegan pire porã o cómo…

– Por la mirada, por cómo viene y camina… Son como 15 metros que viene y nos saluda uno a uno, no hay necesidad a veces que él exprese porque uno se da cuenta.

– Por cómo entra ya saben cómo está la cosa.

– Claro, él entra y, para confirmar, entra el secretario privado, pero el que informa primero en el Palacio es el jefe del Gabinete Militar, después los otros. Entonces, luego el secretario de Gabinete, entonces el secretario dice “ou vai lekaja”, y eso es para que se sepa cómo nos vamos a manejar.

– Ese dato que acabás de dar es muy interesante don Wil porque el “ou vai lekaja” no es un chisme, sino una herramienta para que sepan cómo vas a trabajar.

– Claro, es para manejarnos mejor.

– Vamos a hacer un inventario entonces. ¿Con cuántos presidentes estuviste?

– Con Rodríguez, Wasmosy, Raúl Cubas, Luis González Macchi, Nicanor Duarte Frutos, Fernando Lugo, Federico Franco y Horacio Cartes, con Abdo Benítez no porque vine por dos años a la residencia presidencial y ya estoy por jubilarme este mes.

– Volvamos a la historia porque es tan potente tu experiencia. Muy pocas personas en un país pueden decir yo trabajé en varios gobiernos, en dos o tres, pero pocas pueden decir como vos que estuviste en 8.

– Nosotros tenemos un timbre directo en la cafetería que el presidente tiene en su escritorio. Solo secretaría privada y cafetería lo tienen. Cuando suena, salimos volando, no importa quién esté porque sabemos que solo el presidente lo toca.

– ¿Y te llaman también para otras cosas que no sea solo café? ¿El almuerzo también era tu servicio?

– Todo eso, se arreglan todos los detalles desde el primer día, ya sabemos a qué hora va a comer y si esa comida se va a traer o del casino. Cuando llega la hora, yo con mi teléfono cargo todito, 5 minutos antes me avisa qué es lo que tengo. Prioridad número uno es el presidente y luego secretaría privada.

“LINO’O” Y EL MARZO PARAGUAYO

– Volviendo atrás, cuando ocurrió ese problema con Lino Oviedo me imagino que hubo mucha tensión en el Palacio.

– Yo no creo que haya pasado momentos más difíciles que esos. Dificilísimos. Abril de 1996, inclusive cuando el general Oviedo atropelló la cadena en la calle Ayolas con su vehículo. Detrás de él venía toda la gente. ¡Hasta caballos entraron sobre la alfombra del Palacio en aquel entonces!

Eso fue cuando se le pidió su retiro, no cuando lo destituyó Wasmosy. Cuando atropelló y entró, ¿no fue junto al presidente?

– Él entró con el vehículo por Ayolas y estaba la manifestación frente al Palacio. Dijeron que entró hasta la secretaría privada y de ahí salió escoltado.

– ¿Hubo otros momentos de mucha tensión también?

– Fue muy difícil el tiempo del Marzo Paraguayo también. Eso fue larguísimo luego porque empezó jueves, viernes…

– ¿Y ustedes se quedaban allí?

– Y sí. Nadie se iba a su casa, ahí estuvimos día y noche. El presidente y los funcionarios también, todas las horas iban y venían políticos, parlamentarios…

– Litros de café habrán preparado y servido…

– Y sí porque nosotros no podemos decir “no tenemos café” o lo que haga falta.

– Tensos días los de ese marzo. ¿Y cómo fue la despedida del presidente Raúl Cubas Grau?

– Fueron días muy, muy tensos e intensos. Al día siguiente de las manifestaciones más duras, era sábado. El único presidente que hacía oficina en el palacio los sábados fue Cubas Grau. La despedida realmente fue triste.

“ME VOY, PERO VOLVERÉ”

– ¿Se llegó a despedir de ustedes?

– Habrá sido la una y media o dos de la tarde y él siempre nos trataba a todos de “mi hijo”. Nosotros lo esperábamos en la salita, como siempre, para despedirlo, y salió y nos dijo “ya me voy”, y siguió. Parecía que no quería hablar con nadie. Lo seguimos con los ojos y cuando llegó a la mitad del pasillo, volvió. Vino y nos pasó la mano uno a uno, y nos dijo “me voy, pero volveré”.

– Eso fue el sábado.

– Había un comisario Barrios que estaba en el Palacio desde tiempos de Stroessner y conocía todo. Y él nos dijo “él ya no vuelve”.

EL MÁS “MANDÓN”

– Y después vino Nicanor…

– Nicanor es un caso especial. Yo digo siempre que él debió ser un militar frustrado (risas) porque le gustaba mandar. Él también tiene su código, a veces gua’u, gua’u se enojaba y jeja’o (nos retaba), le gustaba retar a la gente, pero luego se abuenaba, te decía “tranquilo, tranquilo”. Era bastante autoritario…

– ¿Algún tipo de incidente viste en antesala, peleándose o algún ministro liado a moquete? Aunque sé que no me vas a contar…

– (Risas) No, no… Lo que sí recuerdo es un incidente en un viaje. Tuvimos un viaje en avión a Puerto Loa en el Chaco, éramos cuatro funcionarios de lo que se llama “avanzada” antes de que llegue el presidente y pasando Concepción, el comandante capitán Gamarra y el teniente primero Arrúa, el copiloto. Y sentimos un ruido y zas, paró el motor… veíamos cómo salía el aceite de uno de los motores y el capitán Gamarra se dio la vuelta y nos dijo: “Como se darán cuenta, estamos volando con un solo motor, lo que voy a tratar es subir más, todo lo que pueda y volver a Concepción. En caso de que pare el otro motor, podremos planear…

– El susto…

– A partir de ese momento nos quedamos mudos, habrá sido unos 15 o 20 minutos que parecieron siglos. Llegamos al aeropuerto de Concepción y no podíamos bajar por la altura y dábamos vueltas… y mientras veíamos abajo los bomberos, ambulancias… ahí sí que realmente casi nos morimos del susto, pero logramos aterrizar.

CAFÉS, “CAFECITOS”

– De todos los presidentes, ¿quién fue el que tomó más café?

– Y Horacio Cartes. HC. Lo que pasa es que él pedía que se le sirva en las tazas chicas nomás. Y tomaba y me dijo que le avise cuando ya había tomado dos cafés de mañana. Un día, luego de tomar los dos cafés, me pidió otro y en taza grande. Entonces me acerqué despacito al oído y le dije “ya tomaste dos” y él se dio vuelta y riéndose me dijo “Ndachekúpoi” ¡Con esa salida me sale! No creí que me iba a decir así.

– Yo sé que no me vas a contar porque tu lealtad con todos los que trabajaste es mucha, pero decime nomás lo último. ¿Escuchaste algún akãpete feroz en esos años a algún ministro?

– Dos veces, pero no quiero decir los nombres. Bueno, ya no están ahí y uno fue de Nicanor al secretario privado cuando este se acercó a decir que eran ya las 8:15 o más y había convocado a reunión el presidente con ministros a las 8:00, y uno de los ministros quería saber si podía retirarse mientras esperaba un ratito a su oficina y volver en media hora. Se levantó el presidente y señalando con el dedo y a los gritos le dijo al secretario: ¡Decile a fulano de tal que se vaya y ya no vuelva nunca más!

– Por último, dame tres recomendaciones que le dirías a un joven que viene y te diga que será mozo del Palacio, como consejo.

– Lo primero, la prudencia, luego la comunicación porque sin comunicación no puede haber buen servicio. Tenés que ser un mozo profesional que debió haber trabajado en restaurante, donde tenés una gran cantidad de gente que te valora y con una palabra puede destruir tu carrera si no sos capaz de interpretarlo. Esa cualidad de ser una especie de psicólogo mbarete para saber mirar a las personas y ver cómo tratarlas.

– Muchas gracias, Wilfrido.

– Gracias a ustedes y quiero solo aprovechar este espacio para agradecer a todos los presidentes a los que me ha tocado el honor de servirles, a los ministros, a los funcionarios del Palacio. A todos los compañeros que me han ayudado a llegar a un feliz término de mi trabajo.

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