Por Juan Carlos dos Santos, Twitter: @juancads

Se cumplieron 55 años de la épica Guerra de los Seis Días, que enfrentó a los ejércitos de Egipto, Siria y Jordania, todos ellos apoyados por unidades militares de Irak, Arabia Saudita, Libia y Marruecos contra la Fuerza de Defensa de Israel. Ha sido el conflicto bélico más importante generado en la región del Medio Oriente luego de la Segunda Guerra Mundial, sobre todo por la secuela geopolítica que perdura hasta la actualidad.

El historiador y escritor Udi Manor, doctor PHD en Historia judía y del Medio Oriente, explica en una charla con periodistas, que realmente la guerra duró 7 días, siendo el último acto militar del ejército israelí, el 11 de junio de 1967, cuando un grupo de soldados descendió en helicóptero al monte Hermón, poniendo bajo soberanía de Israel al lugar más alto y de vital importancia estratégica de la región, sin realizar un solo disparo.

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El académico israelí afirma que para comprender cómo nació y hacia dónde fue la Guerra de los Seis Días, se debe analizar detalladamente los diez años que la precedieron y las dos décadas posteriores. Esta breve, pero intensa guerra entre varios países, todos vecinos ellos, representa el más grande éxito de la nación judía que se aproximaba a cumplir sus primeras dos décadas como Estado independiente. También representa el más grande de todos los fracasos del nacionalismo árabe, que vio morir el sueño de crear una sola nación bajo una misma bandera, el panarabismo para dar espacio al fundamentalismo radical islámico.

Bases aéreas egipcias sufrieron el bombardeo por parte de los aviones israelíes en la mañana del 5 de junio de 1967. (foto: AFP)

¿QUIÉN INICIÓ LA GUERRA DE 1967?

El término “guerra preventiva” que los propios generales israelíes utilizaron para describir a la Guerra de los Seis Días, sumado a que los primeros ataques lo sufrieron los egipcios en su propio territorio, no deja lugar a dudas sobre quién podría haber iniciado la confrontación, a primera vista.

Sin embargo, es importante analizar los motivos que llevaron a Israel a realizar estos fulminantes ataques aéreos en todas las bases egipcias que guardaban en tierra a los aviones de combate y por supuesto, también contaban con pistas de aterrizaje, la mayor cantidad de las cuales fueron inutilizadas y los aviones destruidos antes que pudieran levantar vuelo.

El 15 de mayo de 1967, el líder ultranacionalista egipcio Gamal Abdel Nasser, quien soñaba con crear una sola nación árabe, movilizó a cerca de 80 mil hombres de su poderosa fuerza armada y obligó a los 4.000 militares de una fuerza multinacional de las Naciones Unidas a salir de la península del Sinaí.

Pocos días después, ordena el cierre del canal de Suez a todas las embarcaciones que se dirigían hacia Israel, generando una especie de bloqueo a su vecino, quien dependía totalmente de esas importaciones.

Al mismo tiempo, un total de 100 mil soldados egipcios apoyados con tanques y artillería ya estaban ubicados en la frontera con Israel, a solo una hora de viaje hasta la ciudad de Beersheva y hora y media a Tel Aviv.

Esta acción militar de Nasser, aunque no haya producido ningún enfrentamiento, fue considerada como un acto de hostilidad por Israel. “Toda la dirigencia israelí sabía que más temprano que tarde, Nasser iba a expulsar a los soldados de la ONU del Sinaí, diciendo, ¡fuera de aquí, esto es mi territorio!, y eso fue considerado por muchos como el ‘primer disparo”, explica el historiador.

La brigada dirigida por el comandante Motta Gur observa la Ciudad Vieja de Jerusalén poco antes de su recuperación de manos de Jordania. (foto: AFP)

PODEROSOS DERROTADOS EN SEIS DÍAS

Los tres países árabes que tomaron parte de esta guerra contra Israel estaban mejor equipados en armamento y eran superiores en cantidad a su rival, sobre todo Egipto que contaba con gran cantidad de armamento moderno de la Unión Soviética, especialmente tanques y aviones MIG-21 frente a los Mirage-3 franceses que formaban parte de la fuerza aérea de Israel.

La gran ventaja israelí radicó en la convicción de sus militares, sabiendo que una invasión a su territorio, de menos de 20 mil km², sería insostenible y terminarían siendo derrotados por los árabes.

Los servicios de inteligencia y la organización de los altos mandos fueron determinantes. Los israelíes conocían hasta con los ojos cerrados, la ubicación de las bases aéreas egipcias y sus pistas de aterrizaje y fue esa información la que determinó su éxito demoledor.

Aunque la extensión de seis días del conflicto pueda parecer poco, para el alto mando israelí fue exageradamente extenso, pues en sus cálculos, el conflicto no debía haber sobrepasado unas cuantas horas, que es el tiempo que estimaron lograrían destruir a las fuerzas enemigas.

Vista aérea de la Ciudad Vieja de Jerusalén al final de las operaciones militares y tras la expulsión del ejército jordano de la ciudad. (foto: AFP)

UN ESPÍA CLAVE EN SIRIA

Las acciones militares israelíes en la meseta del Golán necesitaron dos días para concluir con éxito y no hubiera sido posible lograrlo sin la valiosa colaboración del célebre espía Eli Cohen, ejecutado en Damasco, dos años antes de la guerra.

Cohen había sido por años un infiltrado israelí en las altas esferas del poder sirio y recorriendo los puestos militares en las alturas del Golán, recomendó la plantación de eucaliptos cerca de los puestos de artillería sirios, tras recibir quejas por el intenso calor en la desolada y elevada meseta.

Estos bosquecillos sirvieron para que el ejército israelí vea facilitado sus planes en el Golán, al tener la ubicación exacta de los puestos de la temible artillería siria, todas ellas de origen soviético y destruirlas sin que éstas pudieran entrar en acción. La vida de Eli Cohen fue inmortalizada en la serie “El Espía”, distribuida en las plataformas digitales.

DESTRUCCIÓN DE TRES HORAS

A las 7:12 de la mañana del 5 de junio de 1967, aviones de la Fuerza Aérea de Israel parten desde sus bases y sin darle oportunidad siquiera de despegar a los aviones egipcios, destruyeron cerca del 90% de la fuerza aérea de Nasser en solo tres horas y regresan a Israel para hacer lo mismo hacia el norte, en Siria.

Antes del mediodía ya la guerra se desarrollaba totalmente en territorio egipcio y sirio, pues la misma fórmula de destrucción de los aviones en tierra, fue aplicada a ambos.

Los jordanos que controlaban Cisjordania y la parte oriental de Jerusalén, fueron expulsados a la otra orilla del río Jordán y el 6 de junio, los israelíes unificaron a su eterna capital, luego de ser expulsados casi dos mil años antes por el Imperio Romano.

Este enfrentamiento bélico cambió para siempre al Medio Oriente, pues puso las bases para una paz entre Egipto e Israel, tras la muerte de Nasser, quien previamente volvió a intentar en octubre de 1973, derrotar a Israel en la Guerra de Yom Kippur, fracasando nuevamente.

Fuerzas blindadas israelíes en camino a las alturas del Golán. El territorio posterior fue anexado por Israel. (foto: AFP)

CAMBIO EN LA BALANZA

Nathan Sachs, director del Centro de Políticas sobre Medio Oriente del Instituto Brookings explicó en una entrevista a la cadena británica BBC, que Nasser era el líder árabe más importante del momento. “Era fundador del movimiento de países no alineados y el más prominente de los líderes revolucionarios de izquierda en la región. Era muy carismático, pero la derrota en 1967 afectó dramáticamente su reputación y cambió la balanza de poder en la región”.

Luego de ser derrotados Egipto, Siria y Jordania en junio de 1967, Israel cuadruplicó su extensión territorial, controló el desierto del Sinaí y quedó a las puertas del canal de Suez cuando el conflicto concluyó. Anexó el estratégico territorio del Golán, expulsó a los jordanos hasta la otra ribera del río Jordán y tomó el control de la Franja de Gaza hasta el 2005, cuando se retiró totalmente del lugar.

El 10 de junio de 1967, los países de la alianza árabe, deciden retirarse, forzados por la enorme cantidad de pérdidas humanas y económicas, ya cuando los israelíes se disponían a dirigirse hacia Damasco en Siria e internarse en territorio egipcio tras tomar el control del canal de Suez.

Tropas israelíes se dirigen hacia la zona del Monte del Templo, en la Ciudad Vieja de Jerusalén, el 6 de junio de 1967. (foto: AFP)

PAZ QUE HACE HISTORIA

La devolución del Sinaí a Egipto formó parte de los acuerdos de paz, firmados con Israel en 1978, por el entonces presidente Anwar el-Sadat y Menagen Begin. Sadat fue vicepresidente de Nasser y comprendió que la paz con Israel era la única manera de recuperar el Sinaí y evitar conflictos posteriores con el país vecino.

El presidente egipcio es bien recordado en Israel porque visitó Jerusalén en noviembre de 1977, en un histórico momento aún cuando ambos países se encontraban formalmente en guerra. También la Guerra de los Seis días quebró el deseo nacionalista árabe dando paso al fortalecimiento de los movimientos fundamentalistas islámicos, hizo que los árabes dejaran de interesarse tanto por la causa palestina, lo que dio origen a la aparición de grupos palestinos armados, cada vez más radicalizados.

Los fríos números que resultaron de esta guerra breve, intensa y determinante en la historia contemporánea del sensible Medio Oriente, demuestra el demoledor triunfo israelí por sobre sus vecinos árabes. La guerra produjo más de 23.000 muertos, 45.000 heridos y 6.000 prisioneros en el lado árabe y 777 muertos, 2.500 heridos y 15 prisioneros en el israelí.

Una de las consecuencias más notables que dejó este conflicto fue la llegada de los Estados Unidos a la región, tomando a Israel como su gran aliado y amigo, dando lugar al declive de la presencia soviética, británica y francesa en la zona.

Restos de metrallas, blindados y armas que fueron recogidos de la zona de enfrentamiento en la altura del Golán fueron convertidos en piezas artísticas y permanecen en el lugar. (foto: Juan Carlos dos Santos)

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