Algunos mensajes explícitamente diáfanos, que rompían todos los compartimentos estancos cul­turales –es decir, comprensibles para todos– presagiaban esta ruptura, aun­que anunciada como momentánea, en una concertación opositora que ni siquiera había empezado a tomar forma. Solo quienes viven en el termo del Congreso de la Nación, atorni­llados o cementadas en sus curules, creyendo que ese espacio cerrado iba a ser la caja de resonancia para sus pretensiones electorales, no pudieron leer lo que se venía. Obsesiona­dos con entablar un juicio político a la fiscala general del Estado perdieron la perspectiva de los intereses reales de quienes aspiran acceder al poder y sus expectativas posibles para los comicios generales del 30 de abril del 2023. Hoy, cuando tuvieron que desayunar esa mecha encendida, trataron de reaccionar. Pero sin lucidez, sin creatividad, sin determi­nación. En síntesis, se quedaron sin los argu­mentos que nunca tuvieron, pero de los que se jactaban con una soberbia intelectual de la cual también carecían.

El primer mensaje-desafío quedó de mani­fiesto el lunes 20 de diciembre del año pasado. A la mañana, el senador Fernando Lugo, líder de la coalición Frente Guasu, presenta en la Plaza de la Democracia su “Ñemon­geta por una patria nueva”, con la participa­ción de partidos y movimientos sociales de izquierda. Destacó el retorno al poder de los sectores progresistas (Xiomara Castro, en Honduras y Gabriel Boric, en Chile), enfati­zando que “seguro habrá más, como Lula da Silva en Brasil”. Y, consecuentemente, tam­bién en Paraguay. Del encuentro no parti­cipó el presidente del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), Efraín Alegre. Descono­cemos si fue invitado o no. Horas después, en el local del Partido Revolucionario Febrerista (PRF), tiene lugar el lanzamiento de la Con­certación Nacional Opositora 2023, organi­zado por la mesa de presidentes de partidos opositores. Del acto, al parecer por acción recíproca, no participa el Frente Guasu. La silla reservada a Fernando Lugo estaba vacía. Tampoco asistieron los líderes del Partido Patria Querida (PPQ) y el Partido Hagamos (PH) envió un representante.

El titular del PLRA, previendo seguramente lo que se venía, dividió al país entre grupos que están a favor de la mafia y los que están a favor de la patria. Un viejo recurso que pudo ser un mensaje indirecto para quienes busca­rán caminos alternativos a la concertación en la que el radicalismo auténtico tiene mucha preponderancia. En ese mismo espacio, el intendente de Ciudad del Este, Miguel Prieto, reclamó madurez para renunciar a las preten­siones personales, un mensaje que iba diri­gido a todos y a nadie en particular. “Renun­ciamiento es la palabra clave”, replica en la ocasión el gobernador de Cordillera, y tam­bién precandidato presidencial por el PLRA, Hugo Fleitas, esta vez sí, apuntando directa­mente al presidente de su propio partido.

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La respuesta del Frente Guasu y del Par­tido Movimiento al Socialismo (P-MAS) de que se retiraban “temporalmente” de la mesa de presidentes de partidos de la con­certación con el propósito de construir una “plataforma unitaria” entre los referentes de la izquierda, ya venía madurando desde días atrás. La candidata con mayores chan­ces para representar a este sector, la sena­dora Esperanza Martínez, ya había dado algunas pistas a los medios de comunicación cuando advirtió que no hay que forzar la uni­dad desde el punto de vista de las convenien­cias personales. En la concertación nacional opositora 2023 el Frente Guasu y sus aliados irían en desventaja ante el PLRA, a partir de su caudal electoral, en una votación confec­cionada con padrones de los partidos inte­grantes. Días después, la titular del P-MAS fue mucho más directa: “Un candidato de la izquierda debe liderar la chapa presidencial”.

Aunque para la también aspirante presi­dencial por el Partido Encuentro Nacio­nal (PEN), la diputada Kattya González, la actitud del Frente Guasu es comprensi­ble, porque el PLRA “asfixia un poco con sus internas”, es casi seguro que ninguno de los dirigentes más reconocidos del radicalismo auténtico abdicará de sus pretensiones de liderar el proceso. El que así lo hiciera se esta­ría decapitando a sí mismo, ofreciendo su propia cabeza en una bandeja a Efraín Ale­gre, quien aprovechará la convención de su partido para lapidar a los “entreguistas”, al tiempo de fortalecer su figura ante sus corre­ligionarios que sueñan con un liberal en la presidencia de la República. Quien será ese candidato ya formará parte de un segundo acto. Por el momento, la concertación única está en una etapa de desconcierto. Con una fractura que se asegura será temporal, pero con pronóstico reservado.

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