A 43 días de las elecciones generales los ataques violentos y las estrategias de desesperación desarrolladas por Efraín Alegre y su “Concertación” deberían alertar a quienes confiamos en los procesos democráticos como herramienta de conquista del poder.

Alegre está en la guerra sucia ante la incapacidad de esbozar alguna idea coherente y realizable, sin populismo, que convenza y entusiasme al electorado. Sus propuestas son genéricas y vacías y solo denotan la improvisación. De conquistar el poder, traería de vuelta miseria y uso de las estructuras del Estado para perseguir enemigos políticos. Una forma de gobernar que conocemos muy bien y nos trae pobreza, desempleo, inseguridad y retroceso.

La desprestigiada encuestadora brasileña Atlas Intel, que tiene más errores que aciertos en sus predicciones, fue utilizada la semana pasada con el mismo propósito que con Lula, pretender instalar una sensación de triunfo. Esta encuestadora había dado una diferencia de 30% a Lula sobre Bolsonaro. La realidad fue un cuasi empate técnico. Una medición vía Whatsapp, sin universo, sin área de recolección y sin datos sobre su metodología. “El encuestador de Lula que vino a darle una mano a Efraín”. Encima se les chispoteó una décima; es decir, la sumatoria de los puntos sobrepasa el 100%. Para colmo no conoce al candidato ni el escenario electoral paraguayo. Habla de una primera y segunda vuelta y señala que Alegre llegó a ser intendente de Ciudad del Este en 1999.

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El equipo de Efraín está sumergido en el peligroso juego del “mata o muere”. Sabe que esta es su última chance para su insistente pretensión de conquistar el poder. Su incapacidad para sellar acuerdos dentro mismo de su partido político, ha generado una enorme grieta por la falta de transparencia en el manejo del dinero que el Estado otorgó al PLRA.

La división de la oposición, la imposibilidad de cerrar acuerdos para que vayan unidos a las elecciones no prosperó por el capricho de Alegre de montar una supuesta Concertación que no fue otra cosa que una simulación de las internas del partido liberal, algunos que se percataron huyeron a tiempo como Euclides Acevedo y Paraguayo Cubas, pero quedaron los ilusos como el Encuentro Nacional de Kattya González y Patria Querida. Este último presentó a su candidato presidencial Sebastián Villarejo, pero a pesar de las evidencias de cómo le cargaron las urnas y le cometieron fraude, se quedaron callados avalando lo ocurrido y tiraron su prestigio y trayectoria a los chanchos.

Hoy como nunca los medios de prensa, en un 90% están jugados. Jugados no por un convencimiento de que mejoran las cosas, sino por intereses particulares, por el chorreo de las publicidades estatales, y el odio visceral que tienen sus dueños hacia un grupo empresarial que respalda una candidatura política, la de Santiago Peña.

Sirve y mucho este proceso electoral para que todos vayan sacando sus caretas y por respeto a la gente confiesen sus preferencias políticas y dejen de jugar a ser imparciales cuando en la práctica no lo son. Los defensores de la democracia, a pesar de sus imperfecciones, los que pretenden una estabilidad política y un país previsible, los que quieren que se siga una hoja de ruta y no que se use el Estado para repartir botines de los líderes de partidos pequeños que apoyan proyectos electoralistas y a los que quieren un Estado al servicio de la gente y no como garrote a los enemigos saben cómo tienen que votar el 30 de abril. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

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