- POR ELVIO VENEGA
- Abogado y comunicador institucional
Ayer, por segundo año consecutivo, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) recordó el “Día Internacional del Multilateralismo y la Diplomacia para la Paz”. Esta fecha fue aprobada mediante resolución A/73/L.48 por la Asamblea General en diciembre del 2018, a fin de que la misma sea celebrada cada 24 de abril.
Al primer año de su aprobación, en el 2019, las Naciones Unidas habían convocado a una reunión de Alto Nivel con el fin de conmemorar y promover dicha recordación. En aquella ocasión, a pesar del entusiasmo y de lo significativo de la fecha, las máximas autoridades de la organización reconocieron que la primera celebración se llevaba a cabo “en un momento en el que los esfuerzos internacionales sufren presiones debido a los conflictos no resueltos, el cambio climático y el aumento de la inequidad, entre otras amenazas”.
En ese contexto, unos días antes, en el foro “El multilateralismo y los retos de las Naciones Unidas”, la embajadora María Fernanda Espinosa Garcés, presidenta del 73° periodo de sesiones de la Asamblea General remarcaba que “la realidad del mundo es compleja, y cada vez se está más polarizados y enfrentados por múltiples crisis, donde millones de personas han quedado fuera de los beneficios
tecnológicos, de la promesa de la globalización y están inseguras de su presente y futuro”.
Dicha desconexión entre las personas y las respuestas institucionales y políticas han creado desconfianza en los sistemas e instituciones nacionales e internacionales. Hoy, en el actual escenario mundial, se debe sumar a estos desafíos las amenazas que ocasionan la gran pandemia del covid-19, que asola al mundo entero y que pone nuevamente al multilateralismo en un fuerte entredicho global sobre su vigencia y eficacia.
EL LARGO CAMINO DEL MULTILATERALISMO
La constitución formal del multilateralismo tiene un poco más de cien años de historia. Algunos académicos sostienen que este esquema moderno de relacionamiento de los países, nace con la constitución de la Sociedad de las Naciones. Muchos historiadores, e incluso expertos en la materia, concuerdan que el “multilateralismo contemporáneo” tiene sus orígenes en el desarrollo de un sistema de consultas informales nacidas en el Congreso de Viena de 1815 –conocido luego como Concierto de Europa–, con el objeto de mantener el orden en el viejo continente y así protegerse de un nuevo proyecto al estilo napoleónico.
Otros, en cambio, encuentran a este modelo de relacionamiento en la Paz de Westfalia. El escritor y diplomático español Raimundo Bassols Jacas sostiene que la diplomacia multilateral, tal cual lo conocemos hoy, es un fenómeno relativamente moderno, pero reconoce que su práctica ya existió en la antigüedad, entre aliados, en la India, en Persia y en Grecia, en el siglo IV a.C.
A criterio de este intelectual, doctor en Derecho por la Universidad de Barcelona y de Bolonia, la verdadera partida de nacimiento del multilateralismo suele fijarse en los Congresos de Münster y Osnabrück, que dieron lugar a la Paz de Westfalia, en 1648, considerado el primer congreso diplomático moderno y puntapié inicial de un nuevo orden en Europa Central, basado en el concepto de la soberanía.
La citada conferencia de Paz es considera por muchos pensadores como el germen de un nuevo orden mundial, aunque a criterio de Henry Kissinger, “jamás ha existido un orden mundial”. Sostiene que “los negociadores del siglo XVII que pergeñaron la Paz de Westfalia no pensaron que estaban poniendo los cimientos de un sistema aplicable a escala global”.
Aunque el sistema encontró resonancia entre los siglos XVIII y XIX, tras las guerras napoleónicas y el congreso de Viena, es en el siglo XX y XXI donde cobra un frenético ímpetu el multilateralismo, principalmente por las facilidades en las comunicaciones y transportes que aceleraron la llegada del fenómeno de la globalización con el desarrollo de organizaciones internacionales. Previo a la creación de la Sociedad de las Naciones en 1920, y la Organización de las Naciones Unidas en 1945, se produjo “una enorme proliferación de instituciones y organismos intergubernamentales que compartieron con los Estados la grave responsabilidad de ordenar la buena marcha de las relaciones internacionales”, señala Bassols.
Los mentores de la Sociedad de Naciones argumentaban que una diplomacia conducida “en la plaza pública” traería muchos más beneficios en el orden global y en materia de seguridad que la tradicional y conservadora diplomacia secreta. Después de la Primera Guerra Mundial, de algún modo se pensaba que “una diplomacia pública y colectiva” aportaría una paz definitiva. En cierta medida, la diplomacia multilateral moderna responde a esta manera de ver; mayor transparencia en las negociaciones. Al final de la Segunda Guerra Mundial, aparecieron varias instituciones, las cuales aún continúan funcionando: la ONU, la Organización del Tratado del Atlántico Norte, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, y la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, que con el paso del tiempo se convirtió en la Unión Europea.
LAS CRÍTICAS AL MULTILATERALISMO
Por varios años y ocasiones, en el mundo se ha puesto en tela de juicio al multilateralismo. Más allá de los importantes logros obtenidos mediante el mecanismo de negociaciones multilaterales, este sistema no ha estado exentas de las críticas y cuestionamientos a la eficacia de su funcionamiento. Durante la 74ª Asamblea General de la ONU, el ex presidente Donald Trump dirigió un mensaje de poder cuestionador para el organismo. Dijo; “el futuro no le pertenece a los globalistas, el futuro les pertenece a los patriotas”. Sus palabras e idea causaron impacto. Poco después estalló la actual pandemia.
Cuando el covid-19 avanzó velozmente hacia Occidente, el diario El País de España publicó que diversos sectores políticos y autoridades científicas globales, tanto del Norte como del Sur, “reivindicaron el rol del multilateralismo para afrontar las carencias de los sistemas sanitarios, frenar el virus y enfrentar las graves consecuencias sociales y económicas causadas por una inevitable depresión económica mundial”.
Sin embargo, los problemas que comprometían los niveles de eficacia y de eficiencia agobiaron a las instituciones multilaterales de carácter mundial y regional, y las respuestas han sido más lentas de las esperadas. El año pasado, el presidente colombiano, Iván Duque, manifestó que se debe “repensar el multilateralismo de una manera positiva”, porque consideraba que no respondió como se esperaba a la crisis mundial causada por la pandemia de la covid-19.
El gran desafío del multilateralismo hoy: equidad en la distribución de las vacunas anticovid. Muchos exponentes en las relaciones internacionales coinciden en que la respuesta ante la pandemia de los organismos de alcance mundial ha sido estrepitosa, en vista a que muchos países han tomado decisiones sanitarias estrictamente nacionales y han hecho valer sus condiciones de mejor desarrollo estimulando la competencia entre sí.
En medio de esta crisis que atormenta por oleadas se tiene la sensación de que el ámbito de la salud pública es un “teatro de la guerra” donde predomina la incertidumbre y la desconfianza a nivel mundial. El reclamo puntual y persistente de varios países, incluido el nuestro es, la equidad y rapidez en la distribución de las vacunas.
La falta de respuesta efectivas, e incluso el incumplimiento de compromisos de esquemas para la obtención de vacunas como el sistema Covax, han incitado a la crítica y a la deslegitimación de ciertos organismos internacionales como la Organización Panamericana de la Salud (OPS), llegando al punto de cuestionar la razón de su existencia o la permanencia en ella como país miembro. En mi opinión, dichos argumentos son un tanto precipitados, pues a pesar de las grandes dificultades, podría significar una oportunidad para replantear aspectos del actual modelo.
PARAGUAY Y SU APUESTA AL MULTILATERALISMO
Cabe aquí la pregunta de si Paraguay debe seguir apostando al multilateralismo. La respuesta sin dudarlo es sí. En una reciente entrevista, brindada por la diplomática paraguaya, Helena Felip, directora ejecutiva del Centro de Estudios Internacionales, y destacada funcionaria del Ministerio de Relaciones Exteriores, ratifica esta posición. “Paraguay debe continuar exigiendo el cumplimiento de los compromisos internacionales y reclamar respuestas sobre la situación suscitada, además de la transparencia que se requiere para que haya confianza en el sistema internacional”, afirma categórica. Sumado a ello, se destaca igualmente el fuerte reclamo realizado por la diplomacia paraguaya en los foros regionales como en los organismos internacionales, la ONU, la Organización Mundial de la Salud y la Organización Mundial del Comercio (OMC).
A pesar de la lentitud de algunas respuestas, el Paraguay por su condición geográfica de país en desarrollo y sin litoral marítimo no debe perder la confianza en el multilateralismo. Muy por el contrario debe reforzar su compromiso por multilateralismo como factor fundamental para afrontar la pandemia del covid-19 y su efecto en la economía mundial para superar esta crisis.
CONCLUSIÓN
A pesar de que el contexto actual se percibe como sombrío y desesperanzador, aún hay motivos para mantener la confianza en el multilateralismo, como una herramienta válida que permita el fomento y apoyo de los tres pilares fundamentales de la ONU: el desarrollo sostenible, la paz y la seguridad y los derechos humanos. El Paraguay no debe soslayar su visión y tradición internacionalista para defender y preservar los valores del multilateralismo y la cooperación internacional, que son la base de la Carta de las Naciones Unidas y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.