Armando Javier Rotela logró posicionarse en el ámbito de la criminalidad liderando un clan que controla las penitenciarías del país, principalmente Tacumbú, sitio donde se encuentra recluido para cumplir una condena de 19 años por narcotráfico.
Rotela, de 40 años de edad, es considerado por autoridades y expertos en seguridad interna como uno de los delincuentes paraguayos más peligrosos de la actualidad, que utiliza a sus miles de “soldados” dentro y fuera de las penitenciarías con la finalidad de comercializar y distribuir drogas y armas.
El líder del denominado clan Rotela fue incursionando y perfeccionándose en el mundo criminal desde joven, teniendo en cuenta sus antecedentes judiciales, que precisan que con tan solo 19 años fue detenido e imputado por los hechos punibles de hurto agravado y asociación criminal.
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Criminal de larga data
Conocido como el zar del microtráfico, fue detenido en el 2011 y condenado por posesión y tráfico de drogas. En el 2012 logró fugarse y seguir haciendo de las suyas, hasta que en el 2016 fue recapturado en Itapúa.
El 17 de marzo de 2020, Rotela fue condenado a 19 años de reclusión más 8 años de medidas de seguridad por posesión y tráfico de drogas. La acusación del Ministerio Público detalla que utiliza a los integrantes de su clan como una red de distribución de sustancias ilícitas y de proveedores de armas de fuego para la función de sicariato y extorsiones.
Desde enero del 2021, Rotela coordina y dirige la distribución y comercialización de estupefacientes mediante el manejo de dinero obtenido de actividades ilícitas dentro y fuera de las cárceles.
Opera dentro y fuera de cárceles
La acusación fiscal señala también que Rotela y su organización delicuencial especializada en el narcotráfico, cuyo origen se dio con la venta de crack en barrios de Asunción y Concepción, cuenta con miles de miembros dentro y fuera de las cárceles, convirtiéndose en una banda con alcance nacional.
Dentro de las penitenciarías sus integrantes son en su mayoría reclusos con retención preventiva que aguardan ser procesados ante la burocracia del sistema judicial, delincuentes reincidentes o adictos.
Organismos de seguridad revelaron, en el 2020, que esta banda criminal contaría con 1.000 a 4.000 miembros dentro de sus filas, cifra que superaría incluso a su principal contrincante dentro de las cárceles, la facción brasileña Primer Comando Capital (PCC).