La pobreza intelectual de Paraguay se evidenció en un informe del Banco Mundial con Unicef y la Unesco, donde se presentó las consecuencias educativas luego de la pandemia del COVID-19. El reporte indica que América Latina sufrió uno de los cierres de escuelas más largos del mundo, que golpearon en forma inusitada en términos sanitarios, económicos y educativos a la región.
Alrededor de 170 millones de niñas, niños y adolescentes se vieron privados de educación presencial por 1 de cada 2 días efectivos de clase a la fecha. En Paraguay los datos no son alentadores, como ya se esperaba tener malas referencias en el sistema educativo vigente, estas cifras posicionan a los estudiantes por debajo del nivel mínimo de competencia.
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Entre sus cifras más marcadas, el informe expone lo siguiente: los estudiantes del tercer grado, 5 de cada 10 no entienden lo que leen, lo que representaría el 52% de esa población; mientras que 6 de cada 10 estudiantes no entienden matemáticas, que sería el 62%.
Para los alumnos del sexto grado, 8 de cada 10 estudiantes no entienden lo que leen, lo que sería el 81%, y 9 de cada 10 estudiantes no entienden matemáticas (94%). Esta información constata el problema de la enseñanza, porque el problema se da con los educadores que no saben lo que se enseña, ni cómo enseñar, y lo que enseña no es apropiado.
El senador y exministro de Educación Enrique Riera opinó referente al retroceso que se vivió durante dos años a raíz de la pandemia. Mencionó que en su momento se dio un crecimiento expansivo de los sistemas de estudios. “Se invirtió pero no había suficientes escuelas ni profesores”, recordó.
A partir de ese enfoque, no hubo un control de la calidad de los profesores. “Al masificarse se bajó el nivel, se agravó la calidad de la educación y la pandemia demostró otra debilidad”, añadió. Todo este contexto dejó un retraso con bajo aprendizaje para los estudiantes en el país.
Comparó la gestión que se dio a salud con mayor margen de inversión, cuando la educación se dejó relegada, haciendo uso de la virtualidad en un país donde solo el 25% de la población cuenta con acceso a internet. Aunque reconoce que el desafío es arreglar la educación sin parar la educación en estos años de ausencia y cierre de colegios; lamentó la falta de visión política.
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