El sector opositor disidente que participó en las elecciones venezolanas criticó los llamados a la abstención de la mayoría que lograron “regalarle” más poder al chavismo, dijo el lunes pasado el dirigente Stalin González. González forma parte del ala que se rebeló a la estrategia de boicot electoral de la líder María Corina Machado. Ganó junto al excandidato presidencial Henrique Capriles un escaño en el Parlamento dentro de una bancada que no superará los 18 curules.
El partido de gobierno, el PSUV, tendrá una aplastante mayoría 236 escaños. Pero además ganó 23 de 24 gobernaciones en disputa, incluida la del petrolero estado Zulia, un bastión histórico de la oposición. “Tanto el gobierno como la oposición radical celebran que la oposición haya perdido espacios”, dijo González en una rueda de prensa. “¿Quien pierde en el Zulia? (...) Pues van a perder los zulianos”.
“Esa teoría de regalarle espacio al gobierno, al madurismo, y creer que solo deslegitimando el proceso porque no participo se se va (Maduro) y con eso vamos a volver a la democracia. Nosotros no estamos convencidos con ese camino”, añadió. La autoridad electoral, acusada de servir a Maduro, fijó la participación en 42,6% de los 21 millones de electores llamados a votar.
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Machado dijo que la poca afluencia de votantes en los centros fue un acto de desobediencia frente a lo que consideró una “farsa” en medio de su denuncia de fraude en las presidenciales del año pasado que dieron a Maduro un tercer mandato consecutivo. “La realidad se está imponiendo a regalarle al chavismo, siendo minoría, espacios de poder que no debería tener”, insistió González.
Capriles no participó en la conferencia de prensa. En X prometió trabajar “con fuerza y determinación” en la Asamblea Nacional. “Fue un proceso marcado por la desconfianza, la decepción, la rabia, el miedo”, indicó. “El régimen y otros hicieron de todo para que la abstención fuera la gran protagonista y lo lograron. El régimen hoy celebra”, sostuvo Capriles.
El chavismo tiñó de rojo el mapa de Venezuela en las elecciones del domingo y consolidó el poder de Nicolás Maduro, mientras que la oposición celebró su estrategia abstencionista, aunque sin definir sus próximos pasos. La organización de Maduro, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), conquistó 23 de las 24 gobernaciones y se proyecta a ratificar su mayoría absoluta en el Parlamento para los próximos cinco años.
Maduro consolida el control de las instituciones del país 10 meses después de su cuestionada reelección, marcada por disturbios y arrestos masivos. Y con esta mayoría marcha tranquilo de cara a su reforma de la Constitución de la que hay poca información. “¡Hoy hemos demostrado el poder del chavismo!”, celebró Maduro después conocerse los resultados.
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Donde Maduro celebró victoria, la oposición vio una derrota: su líder María Corina Machado llamó a no participar y sostuvo que la poca afluencia en los centros electorales representó una nueva protesta a la proclamación del mandatario el 28 de julio pasado, bajo el grito de fraude. La autoridad electoral, acusada de servir a Maduro, fijó la participación en 42,6% de los 21 millones de electores registrados.
“Es una pérdida de tiempo hoy en día votar”, dijo a la AFP Jenny Massicatto, una empresaria en Caracas. “Sabía los resultados sin ser ningún adivino”, comentó por su parte Douglas Palma, jubilado. En esta elección -sin observación independiente- participó un ala opositora que se le rebeló, pero la fractura interna se tradujo en migajas: un puñado de diputados y la gobernación del estado Cojedes (centro).
La abstención logró “regalarle al chavismo, siendo minoría, espacios de poder que no debería tener”, dijo Stalin González, parte de esa disidencia que encabeza Henrique Capriles.
El chavismo se queda de hecho con el control absoluto de la Asamblea Nacional hasta 2031 y los poderes regionales, en segundo lugar, hasta 2029.
“Celebran al unísono el gobierno y la oposición”, estimó el analista político Luis Vicente León. “La diferencia está en la duración y la profundidad de esas victorias”. El resultado deja “un chavismo fortalecido en el control institucional, una oposición dividida y con representación limitada, y una mayoría social desmovilizada”, añadió.
Las elecciones se realizaron apenas días después de la detención del dirigente Juan Pablo Guanipa, próximo a Machado, y de otros 69 opositores acusados de integrar una “red terrorista” para sabotear estos comicios. El gobierno desplegó a más de 400.000 efectivos para la seguridad de la votación, restringió los pasos fronterizos y suspendió la conexión aérea con Colombia, en principio, hasta la tarde de este lunes.
En una de las autopistas de Caracas, efectivos de contrainteligencia, encapuchados y con armas largas, formaron un corredor para inspeccionar vehículos. Machado llamó a los militares a “actuar” contra Maduro, a quien acusa de robarse la elección del año pasado que asegura ganó su candidato Edmundo González Urrutia. “Tienen la obligación de hacerlo”, dijo en un video en X desde la clandestinidad. Pero la Fuerza Armada ha jurado lealtad una y mil veces a Maduro, que les ha multiplicado su poder.
No está claro cuál es el siguiente paso para la oposición. La reforma constitucional se debate el año que viene, pero requiere, por ejemplo, que se apruebe en referendo popular. “La abstención (...) lo que hace es empeorar su situación”, explicó a la AFP el politólogo Pablo Quintero. “Genera un proceso de desafección política, de desilusión, resignación por parte de la gente”.
Capriles y González ganaron curules en el Parlamento e integrarán una bancada que -en proyecciones del analista León- tendrá unos 15 a 18 diputados frente a los 236 que debe alcanzar el PSUV. Pero “no son irrelevantes”, apuntó León. “Cumplieron parcialmente su objetivo de preservar presencia institucional y evitar su desaparición total”. Podrán “posicionarse como eventuales actores en futuros procesos de negociación”. No obstante, para Quintero el peaje a su capital político será alto. “La oposición necesita un refrescamiento”.