Culminada la novena de Caacupé, después de sobrepasar casi un año y medio con celebraciones a distancia, con la ausencia de la feligresía en la eucaristía; el monseñor Ricardo Valenzuela realizó una evaluación de cómo se vivió este año la festividad de la Virgen de Caacupé con el retorno presencial de la feligresía católica. En ese sentido, destacó que pudo ver y sentir la emoción de los devotos a la Virgen, ya que con alegría volvían a visitar a la madre de Dios.

Igualmente, en conversación con La Nación, el obispo de Caacupé hizo una reflexión sobre la situación que vive el país en materia de seguridad y la ausencia de las autoridades nacionales durante el acto central de la misa de Caacupé, el pasado miércoles 8 de diciembre.

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–¿Qué le pareció este año la novena de la Virgen de Caacupé, luego de pasar un año en pandemia y sin celebraciones presenciales?

–La novena de este año estuvo marcada por la incertidumbre, estábamos entre que hacíamos y no hacíamos, y así estuvimos desde agosto de este año. Pero, cuando el Ministerio de Salud nos dio el OK para salir afuera, para celebrar la misa, ahí ya tuvimos mayor esperanza. Una vez que conquistamos esa esperanza, tratamos de mantener todo bien, en orden en todo, y nos animamos a pedir para llevar adelante la fiesta de Caacupé y conseguimos finalmente que nos dieran los requisitos, que fueron un poquito duros, pero después se fueron viendo que las cosas se podrían sobrellevar.

Tuvimos muchas reuniones para poder lograr esa confianza. Luego de conseguir, nos aventuramos todos porque un 50% es protocolo y el otro 50% es difícil saber cuál es el límite. Entonces, pusieron ellos sus últimos límites, que eran el vallado y la división de cuadriláteros, de manera que se pueda contar cuánta gente puede entrar y así mantener el cuidado y cierto grado de vigilancia. Incluso eso se logró también.

El obispo de Caacupé comentó que pasaron mucha incertidumbre este año cuando aún no sabían si se realizaba o no la novena de Caacupé con presencia de la feligresía. Foto: Jorge Jara.

Quiero resaltar que durante toda la novena casi, casi se logró el fiel cumplimiento de las medidas, casi diría yo en un 95%, en el uso de tapabocas, así como el compartir el alcohol para las manos, así como mantener el distanciamiento. Si bien esta fue la parte que más costó porque los paraguayos parece que tenemos que tocarnos con el codo al otro. Gracias a Dios salió todo muy bien y sin ningún inconveniente, gracias al esfuerzo mancomunado de todas las instituciones que colaboraron.

–¿En general cómo observó la participación de la gente que llegó a Caacupé después de que un año se les prohibió participar del novenario?

–Lo que a mí me tocó ver es que la gente volvió con mucha alegría y cuando llegaba al patio, frente a la explanada, y otros que llegaban frente a la Virgen, así como durante la participación en las misas de la novena, se vio a mucha gente muy emocionada, y que se ponía en actitud de inmensa alegría de volver a la casa de la madre, así como dicen las sagradas escrituras, cuando volvían después de muchos años de exilio lloraban cuando volvía a escuchar la palabra de Dios, así dice en el libro de Nehemías.

Así también, me tocó ver a mucha gente que lloraba al llegar, incluso me cruzaba con algunos que me miraban, venían y me abrazaban fuerte, y me decían: “Aju jey ahecha ko ñane Tupãsy (pude volver a ver a la madre de Dios)”. Son esas expresiones de la gente que emocionan.

–¿Qué reflexión saca usted luego de la ausencia de las autoridades durante la celebración central de Caacupé, que hicieron el vacío?

–Yo creo que de acuerdo a cómo se encuentran o cómo se sienten participan de las celebraciones eucarísticas. Ellos forman parte del pueblo también y vienen como miembros de todo el pueblo. Ahora, la actitud del presidente de la República sí me pareció importante, que ese día aprovechó para ir a visitar a la familia cuyo hijo había sido secuestrado. Esa acción sí me parece sumamente importante. Ese actitud, ese gesto eso sí es lo que vale y hay que hacer. Ahí donde hay un dolor, un sufrimiento, hay que estar presentes. Sobre todo las autoridades con cuanta más razón. Creo que ahí se fueron mucho y creo que hicieron muy bien.

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–¿Justamente quería preguntarle qué opinión tiene usted acerca de lo que está ocurriendo en el Norte, donde hoy existen 4 personas desaparecidas, secuestradas por el grupo criminal autodenominado EPP (Ejército del Pueblo Paraguayo)?

–Es algo difícil hablar sobre ello, lo interesante sería hablar con los miembros de la FTC (Fuerza de tarea Conjunta) para ver qué es lo que realmente está pasando, qué es lo que está sucediendo, cómo está la cosa. Desde aquí apenas es una mirada sin tener conocimiento del terreno, de los miembros. Porque para hacer una buena evaluación hay que estar en el campo de juego. Porque de lo contrario damos opiniones muy subjetivas, que no corresponden a la realidad.

No obstante, me parece una situación muy dolorosa que se tendría que ver. En eso están las tres hijas del exvicepresidente de la República, Óscar Denis, que sí están recorriendo, yendo y viniendo y que están teniendo opiniones interesantes. Creo que no es fácil, pero creo que ahí en el cuerpo de la FTC es donde podríamos tener las informaciones más veraces de cómo está la situación, de dónde hay falencias para brindar soluciones.

–A nivel país, ¿cómo ve la situación de la seguridad y qué opinión tiene al respecto?

–Creo que sí hay un gran déficit, le escuché al ministro del Interior decir que necesitan mucho más equipos de seguridad, sean monitores, equipos tecnológicos. Es algo sumamente importante como tienen otros países que tienen mejores instrumentos de vigilancia.

Monseñor Valenzuela compartió que le ha tocado ver en los rostro de la gente mucha emoción al volver a la casa de la Madre luego de un año de mucho sufrimiento con la pandemia. Foto: Archivo.

–¿Por qué la Iglesia católica ha manifestado una fuerte postura en favor de la derogación de la nueva ley que protege la propiedad privada?

–Yo en ese sentido no es que estoy muy bien informado porque justo esto sucedió durante nuestra preparación de las fiestas, nosotros hace como 4 meses que estamos preparándonos para esta novena a la Virgen. Ahora bien, es el Consejo Permanente es el que maneja muy bien la situación y conoce el tema.

Como uno de sus miembros, monseñor Juan Bautista Gavilán, que trabaja en la Pastoral Social, además de tener datos de la Conapi, que es la Coordinación Nacional de la Pastoral Indígena, que son los que manejan todos esos dados e informaciones, por eso seguramente al darse los datos de todos los otros planes y proyectos que se tenía de continuar con los desalojos, entonces ya salieron al paso. Pienso que ha de ser así. Ahora, cuando volvamos a tener una reunión en el Consejo Permanente seguramente nos van a informar cómo está el asunto. Pero ojalá se pueda resolver pronto esto.

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–Llama nomás la atención que justamente la Iglesia haya salido con este discurso tan fuerte, de pedir la derogación, cuando la Iglesia misma en sus inmuebles también fue víctima de invasiones en algún momento y también solicitó el desalojo de sus propiedades.

–Bueno, eso sí, hace bastante tiempo. Muchas veces es difícil, pero se puede llegar a un punto de comprensión cuando se le escucha a los líderes cuando les falta tierra. Porque ellos de por sí son nómadas, ellos de por sí no tienen una tierra que se pueda definir como medidas de un lote por ejemplo. Ellos salen, recorren, ellos tienen su forma de vivir, ellos quieren su territorio para ir a cazar, porque ellos viven aún de la caza y la pesca y muchas veces no construyen casas de material, sino que son esas chozas. Si bien hay otros que ya tienen, que ya se les está acostumbrando a tener una vida más estable, se les enseña a tener su cultivo con una huerta y ya entran en ese sistema más estable. Luego, cada obispo tiene su parecer de acuerdo al departamento que le toca vivir, nosotros aquí en el departamento casi todo ya está urbanizado.

Pero me imagino que esto es más preocupación de los que están en el interior o hacia las fronteras con la zona de Alto Paraná, el río Paraná y límite con el Brasil, creo que es la zona de los mbyá y creo que por ahí ellos tienen su territorio también. Ahora, cómo están no sé muy bien. Estos temas se tendrían que ver con Conapi para saber cómo está la situación real.

–Personalmente qué opina sobre esta situación, en el sentido de que se dé fin a los desalojos, atendiendo a que las autoridades judiciales señalan que los actuales desalojos no tienen nada que ver con la nueva ley porque en su mayoría son procesos iniciados con anterioridad.

–Bueno, ahí hay que entrar a hablar con los abogados, que yo sé que la Conapi (Coordinación Nacional de Pastoral Indígena) tiene, y hay que hablar, entiendo que con esto se pone medida de fuerza y con esas medidas de fuerza ir a dialogar a veces me parece difícil. El diálogo se tiene que hacer antes, no imponer la fuerza y luego buscar el diálogo. Primero y antes que nada se debe buscar el diálogo y luego podría ser la medida de fuerza. Nosotros acá tenemos una costumbre que no es buena, que cuando sale una ley se aplica de manera inmediata e implacable, y la gente está en desconocimiento, está dormida ante la nueva ley, nadie anunció ni explicó ni aplicó la vacancia de la ley, que hay que darle un tiempo para que la gente tome conciencia y claro le toma desprevenida y con desconocimiento porque no se publicó sobre eso y por eso la gente le toma rabia a esa ley y a la institución que la aplica.

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“Todo lo positivo” para el próximo año

–Por último, alguna reflexión en el marco de las fiestas de Navidad y lo que espera para el 2022.

–Siempre llegar al fin de año produce una gran alegría, porque termina un año que para muchos fue doloroso, angustioso, afligido. Al igual que seguramente para otros les fue bien; ojalá la gente pueda mantener un pensamiento más positivo, que es lo que nos hace falta, porque este año se vieron muchos pensamientos negativos por las redes sociales con insultos, mensajes groseros con palabras hirientes y humillantes que se dicen unos contra otros. Este tipo de actitudes no construyen de ninguna manera para cambiar las cosas. Esperamos que el 2022 sea un año mejor para todos, vamos a dar lo mejor de cada uno, que vaya a vacacionar la gente en enero, que vaya a distenderse y que a partir de febrero a comenzar a trabajar para tener un 2022 mucho mejor, con mejor espíritu, con pensamiento más positivo, con más fe, más hermanados, todo lo positivo, es lo que nos hace falta.

Como dicen las escrituras, que haya paz dentro de tu muro, decía Dios por Jerusalén, cuando estaba toda amurallada y la gente trataba de vivir de la mejor manera, con respeto, amor, cariño y así las cosas salen mejor. El secreto está en ayudarse mutuamente.

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