Este sábado se confirmó el fallecimiento de Efraín Enríquez Gamón, escritor, investigador, economista y diplomático paraguayo, que siempre se destacó en todas las áreas incursionadas en vida. Ocupó además importantes cargos públicos de altos niveles gubernamentales.
Al respecto, la Secretaría Nacional de Cultura (SNC) emitió un comunicado y dedicó algunas palabras como recuerdo del ilustre connacional. “Efraín Enríquez repartió su inteligencia y talento en todos estos campos. Ahora ha culminado su paso por la vida. Como escritor dejó estupendos poemarios y novelas, además de libros dedicados al género del teatro y de las investigaciones sociales”, señala una parte del manifiesto.
Se indica también que representó con brillo al país en México y Francia, además de ocupar otros importantes cargos oficiales y completar su frondosa tarea con la docencia. “La Secretaría Nacional de Cultura, interpretando el sentimiento de la comunidad cultural de nuestro país, lamenta la pérdida de este destacado intelectual y hombre público que paraguayo que deja las huellas de tan importante trayectoria, expresando su alta valoración por este rico legado”, se agrega.
Podés leer: Paraguayos por el mundo: “Rey de las milanesas” abrió tres locales en Buenos Aires
Breve currículum
Fue nombrado por Decreto N° 173 del Poder Ejecutivo de la República del Paraguay, de fecha 28 de agosto del 2008, como Miembro del Consejo de Administración de la Itaipú Binacional. Fue economista graduado con calificación distinguida de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México. Ejerció la docencia en México y en Paraguay. Ha publicado varios libros técnicos y de investigación, entre ellas se destaca el libro “Itaipú, aguas que valen oro” con ediciones de 1973 y 2007 respectivamente.
También ha publicado obras literarias-históricas. Entre las varias funciones que le ha tocado desempeñar podemos destacar el cargo de Embajador Extraordinario y Plenipotenciario ante los Gobiernos de Estados Unidos Mexicanos y Concurrente en Guatemala; ante el Gobierno de la República Francesa y ante la Unesco. También ejerció el cargo de Asesor Económico de la presidencia del Congreso Nacional.
Lee también: Día Mundial del Donante de Médula Ósea: Acto altruista de amor
Dejanos tu comentario
Damián Cabrera lanzó su nuevo libro “Ex Sylvis”
El escritor altoparanaense Damián Cabrera presentó su nuevo libro “Ex Sylvis” en la reciente Feria Internacional del Libro de Asunción, en un evento organizado por Casiopea Libros. Esta colección de relatos fue publicada recientemente por la editorial argentina Azogue Libros y cuenta con portada de la artista misionera Mónica Millán.
Inspirados en tradiciones literarias de observación naturalista y denuncia social del siglo XX, los diecinueve cuentos de “Ex Sylvis” se sitúan en el paisaje altoparanaense, históricamente selvático y de explotación de las fuerzas de trabajo. La expansión de territorios agrícolas y la urbanización es el contexto de aparición desterritorializada de especies animales y vegetales autóctonas y amenazadas, percibidas como exóticas y desestabilizan la experiencia de los personajes. También se observan en los relatos conductas humanas extrañas, acaso como una reacción ante un paisaje extrañado, vivenciado como exceso.
Lea más: “Sonidos del Alma” rindió homenaje a la guarania en Berlín
El título del libro procede de la editorial homónima, fundada por el sabio Moisés Bertoni a principios del siglo XX, a orillas del río Paraná, y desde donde publicó su prolífica producción científica, tanto botánica como etnográfica. “Ex Sylvis” (Desde la selva, en latín), también se relaciona con una tradición narrativa que ha abordado el Alto Paraná, como los “Cuentos de la selva”, de Horacio Quiroga, o “Follaje en los ojos: Los destinados del Alto Paraná”, de José María Rivarola Matto.
Según Mara Rodríguez, autora del texto de contratapa del libro: “Damián Cabrera, como esos primeros botánicos y naturalistas, explora y recolecta de forma exquisita una variedad de escenas que transcurren en ciudades atravesadas por una maraña de verdes”.
Lea también: “El ADN del delito 2” sumó talentos paraguayos
Sobre el autor
Damián Cabrera nació en Asunción, en 1984, pero creció en el Alto Paraná, en la Triple Frontera. Publicó “sh… horas de contar…” (Minga Guazú, 2006), “Xiru” (Asunción: Ediciones de la Ura, 2012), Premio Roque Gaona al libro del año; y “Xe” (Asunción: Ediciones de la Ura, 2019). Participó de las antologías “Los chongos de Roa Bastos. Narrativa contemporánea del Paraguay” (Buenos Aires: Santiago Arcos Editor, 2011), “Nueva Narrativa Paraguaya” (Asunción: Arandurã, 2013), “Punta Karaja: Cuentos de fútbol” (Asunción, 2012) y “Azar” (Traviesa, 2015), curada por Gabriela Aleman, traducida al inglés bajo el título de “Chance” y al italiano, bajo el título de “Caso”, publicada por Edizione Worldbridge, en 2020.
En 2020, un fragmento de su novela “Xiru”, traducido por Elisa Taber, fue publicado por la revista Words Without Borders. En 2020 integró el Latin American Writers Series de la Universidad de Tulane (Nueva Orleans, Estados Unidos), y en 2022 participó de la residencia para artistas y escritores Apexart (Nueva York, Estados Unidos). En 2025, su cuento “Taxidermy” fue publicado por la revista Asymptote, con traducción de Robin Myers. Es docente e investigador universitario y trabaja en el Centro de Artes Visuales/Museo del Barro de Asunción.
Azogue Libros
Azogue libros pretende contribuir con sus publicaciones a la difusión, desarrollo y proyección de las letras y cultura visual contemporánea de Entre Ríos y la región. Trabaja en la recuperación de textos y voces del s. XX y en la publicación de nuevos autores en torno a la poesía, teatro, artes visuales, investigaciones culturales y género. Fundada en 2018 cuenta con 26 libros publicados a la fecha.
Dejanos tu comentario
Jóvenes autores narran la transición democrática en “Claroscuro”
El libro “Claroscuro. Cuentos y ensayos sobre la transición a la democracia” es una antología que congrega a treinta y seis jóvenes autores de todo el país, en concordancia con los actuales 36 años de transición. Compilado y editado por Sebastián Ocampos, la publicación tuvo su lanzamiento en la reciente Feria Internacional del Libro de Asunción.
Esta obra es la culminación del proyecto cultural Transición, organizado por Revista Y y apoyado por Ciencia del Sur. El mismo inició en 2021, cuando convocaron a jóvenes de los departamentos del país para que participaran durante todo el año de un taller de ensayo con el periodista Eduardo Quintana y un taller de narración con el escritor Sebastián Ocampos.
Lea más: “Sonidos del Alma” rindió homenaje a la guarania en Berlín
Luego, la organización convocó a jóvenes autores que vivían tanto dentro como fuera del Paraguay para que escribieran ensayos personales y cuentos enfocados en el periodo del proyecto. Por último, seleccionó a treinta y seis autores de las convocatorias previas para publicarlos en la antología final, impresa y digital (edición digital a descargarse próximamente).
Los autores antologados son: Sergio Alvarenga, Adán Amarilla, Isidro Britez, José Bueno, Patricia Cabañas, Jéssica Cohene, Lilian Córdoba, Rubén Darío Cuevas, Ricardo Doldán, Erasmo Martín Fonseca, Valeria Franco, Fredy Fretes, Esteban Hermosa, Yobana Insúa Rojas, Ana Leguizamón, Cristian David López, Joel López Vidal, Linda Mazacotte, Guido Mendieta, Adriana Mora, Fernando Pereira, Lilian Portillo, Ricardo Portillo, Alexandra Pose, Guadalupe Ramírez, Alicia Riquelme Crosa, José Riquelme, Mirna Robles Armoa, Lilian Rodas Giménez, Elizabeth Rodríguez, Tania Sosa Caniza, Diego Martín Verón, Bernardo Villalba y Cecilia Zayas.
Dejanos tu comentario
El libro inédito de Carlos Villagra Marsal
El libro “Diario de viajes - 1958 a 1960” constituye una obra inédita del consagrado autor nacional Carlos Villagra Marsal, a casi una década de su fallecimiento. Presentada por la Editorial Rosalba en la reciente Feria Internacional del Libro de Asunción, recoge las cartas enviadas por el escritor en su juventud desde diversos países de Europa y África.
Con una edición al cuidado de Ana María Carrón, la correspondencia trasluce el deslumbramiento que producen los lugares visitados en el gran escritor paraguayo, y permite a su vez notar la enorme cultura que ya poseía a pesar de su corta edad y trayectoria en construcción.
Lea más: “Sonidos del Alma” rindió homenaje a la guarania en Berlín
Carrón menciona en parte del prólogo: “Al correr de la lectura, se darán cuenta de cómo Carlos aprovechó su viaje al máximo. Tanto es así que su estadía se prolongó por 18 meses. Durante ese tiempo conoció a fondo España, asistió a cursos y conferencias de connotados filósofos y poetas, y realizó, con el poeta chileno Aldo Torres, la Ruta del Quijote”.
“También viajó por el norte de África, aprendió francés. Finalmente, obtuvo otra beca para estudiar en La Sorbona, aunque esta vez, de duración más breve. Luego se trasladó a Inglaterra, donde trabajó en los campos de Melbourne; allí también aprendió inglés y buscó obtener fondos que le permitirían retornar a París. Volvió a Paraguay en febrero de 1960”, agrega.
Lea también: “El ADN del delito 2” sumó talentos paraguayos
Biografía del autor
Carlos Villagra Marsal nació en Asunción el 30 de octubre de 1932 y falleció el 10 de marzo de 2016. Fue un destacado poeta, narrador, ensayista y diplomático paraguayo, con un firme compromiso con la cultura, la literatura y la lengua guaraní. Entre sus libros más conocidos se encuentran la novela “Mancuello y la perdiz” (1965), y sus poemarios “Guarania del desvelado” (1979), “Antología mínima” (1975) y “Poesía congregada” (1996).
Fue miembro de la denominada “Promoción del 50”, generación clave en la renovación literaria del Paraguay, y cofundador de editoriales como Alcándara y Araverá, que promovieron la poesía paraguaya en tiempos de dictadura. Su obra se caracteriza por el cruce de lenguas (guaraní y castellano) y la exploración de la identidad nacional desde una mirada profunda, sensible y crítica.
Fue también embajador del Paraguay en Chile y Ecuador, profesor de literatura guaraní en la Universidad Católica y la Universidad Nacional de Asunción, y ministro de Políticas Lingüísticas (2011-2013). Condujo desde 2008 el programa radial “Paraguay Adentro” por Ñandutí y dirigió la emblemática Tertulia Literaria Hispanoamericana durante la dictadura stronista, convirtiéndola en espacio de resistencia y libertad creativa.
Dejanos tu comentario
Vida, muerte, fantasía, ilusión, deseo… pulsiones y condición humana
- Ricardo Rivas
- Periodista
- X: @RtrivasRivas
- Fotos: Gentileza
Vida, muerte, ilusión, deseo... pulsiones incrustadas en la condición humana, aunque “reyes y peones, al final de la partida, vuelven a la misma caja”.
“¿Fantasear o desear...?”. Ese era el dilema que, en frecuentes charlas de café, proponía un tan veterano como anónimo polemista que habitaba, cuando la tarde agonizaba, algunas de las selectas mesas en el mítico café La Paz, en la esquina de la avenida Corrientes 1593, cuando esa arteria cordial se cruza con la calle Rodríguez Peña, muy cerca del Obelisco, en Buenos Aires, unos 1.300 kilómetros al sur de mi querida Asunción.
Era los años 70, en el siglo pasado. Enfrente –justo en diagonal– intentaba competir el bar Ramos. En concurrentes habituales estaban cabeza a cabeza. Inolvidables, por cierto. Pero el caso es que, luego de encender la polémica con aquel interrogante, con impostado tono académico, intentaba, aquel sanatero, zamarrearnos.
¡Me parece verlo! Acomodaba prolijamente los dos o tres libros de Sigmund Freud o de Foucault que siempre llevaba con él y lentamente –como buscando las palabras más adecuadas– iba al punto. Fumaba tabaco inglés en una pipa muy gastada y sobre su prominente nariz montaba espejuelos redondos tonalizados verde oscuro.
“El tío Segismundo –ironizaba mientras revoleaba sus manos refiriéndose a Freud– cuando compartíamos algunos puros con amigos en el Café Frauenhuber, en la inolvidable Viena, nos explicaba con claridad, jóvenes amigos, palabra más, palabra menos, que solo fantasean las personas insatisfechas”.
PULSIÓN
Lo seguíamos en silencio. Algunas veces –como la ignorancia nos impedía responder y/o, mucho menos, poner alguno de sus dichos en duda, hacía una pausa que disfrutaba y, si la memoria no me falla, en aquel caso puntual remató: “Cada fantasía surge de una pulsión para cumplir con un deseo insatisfecho, muy deseado, que corrija la realidad”.
Nunca recuerdo su nombre. En verdad, no tengo claro si alguna vez lo supe. Pero sí, sus anécdotas con pretensiones académicas y que se definía como “un libre pensador, diletante”. ¡Nos maravillaba! Aunque –debo admitirlo– teníamos dudas que no confesábamos sobre su presunta sabiduría por aquello de que entre los ciegos un tuerto es rey.
“¡Déjese de joder, farfullante…!”, recuerdo que le dijo –indisimuladamente molesto y a voz en cuello– un reconocido profesional y estudioso freudiano, de quien exclusivamente consignaré sus letras iniciales (G.G.), que incontenible por lo que también escuchó abandonó su café en una mesa cercana y lo increpó sin miramientos.
Un pesado silencio cubrió todas y cada una de las mesas. El increpado no atinó a responder. Se retiró cabizbajo –con sus tres libros bajo el brazo– enmudecido y sin plantarle cara. El increpante nos miró, se disculpó “por interrumpir la conversación sin que nadie me llame” y fue al punto: “Simple y sencillo, muchachos. La fantasía tiene que ver con el imaginario. Con lo que creemos o sabemos que muy difícilmente suceda. Con aquello que suponemos imposible y que, de alcanzarlo, imaginamos sería placentero, pero sabemos que no podrá ser. Desear es converger la fantasía con la realidad más deseada en algún momento de tu vida. ¡No entender esa diferencia es grave… y, pretender explicar desde la ignorancia y la confusión, no lo puedo dejar pasar!”.
Renovó su disculpa y volvió a su mesa. “Como una escuela de todas las cosas...”, como nos enseñó Discépolo cuando escribió aquel tangazo que llamó “Cafetín de Buenos Aires”, así era el bar La Paz. Fantasías. Deseos. Ilusiones. Me atrevo a añadir que, como entonces, en estos tiempos de imágenes exacerbadas y exacerbantes que circulan y atropellan en los avasallantes ecosistemas digitales que facilitan las comunicaciones reticulares contemporáneas, aquellas –junto con la vida y la muerte– emergen como inevitables pulsiones incrustadas en el día a día de nuestros días.
OXÍMORON
Claramente, forman parte de la condición humana. Pese a que, con el correr de los tiempos y a la democratización de las monarquías (¿oxímoron?), con mucho menos frecuencia que algún tiempo atrás y, en aquel contexto, escuchar decir “vida de príncipes”, sorprende porque pareciera ser una expresión que cae en desuso.
Aun así, hay quienes insisten con ella cuando se procura producir sentido respecto de alguna persona que –a juicio de quien así se expresa– tiene allanado el acceso a poderosos y poderosas o cuando dispone de bienes materiales en abundancia o cuando no debe preocuparse por necesidades que –como tales– sí lo son para la mayoría de la humanidad.
En ese contexto, tampoco el futuro debiera ser preocupante para quienes tienen –siempre a la vista de las otredades– tránsitos principescos o, acaso, propios de las realezas. Hambre, desocupación, falta de salud, de educación. En aquel contexto, se suponen alejados de aquellos y aquellas minorías vistosas. Sentires y decires. Pareciera, incluso, que nada ni nadie está exento, alguna vez, de emitir esos juicios o ser depositario de ese tipo de expresiones.
Hasta la muerte –en ciertas ocasiones, por la forma en que se produce y a quien afecta– hace que no sean escasas las voces que se atreven a afirmar que Mengana o Fulano “murió como un príncipe”. En el siglo XIX y buena parte del XX era frecuente que así se significara la partida de este mundo cuando las y los finados eran considerados socialmente como “patricios” o “ricos”.
Curioso, por cierto. Y tanto lo era (y es) que vaya a saber a quién y en qué situación tuvo la lucidez para destacar que “al final de la partida, reyes y peones vuelven a la misma caja”. ¿Sabiduría popular? Tal vez.
LA BODA DEL SIGLO
Aún recuerdo cuando el 29 de julio de 1981 –la tele satelital cuando el mundo era mundial y para nada global– puso “en el aire” (vieja expresión de uso común en la radiotelefonía de entonces, hoy casi olvidada), desde la catedral de San Pablo, en Londres, la que fue llamada como la “boda real o del siglo” porque, aquel día, el príncipe Carlos (32) –hijo primogénito de Isabel Alejandra María Windsor (1926-2022), la reina Isabel II del Reino Unido y de la Commonwealth desde 1952 hasta su muerte– contrajo matrimonio con la joven aristócrata llamada Diana Spencer (20).
Cerca de 800 millones de televidentes lo vimos. “¡Parece un cuento de hadas...!”, escuché decir a dos mujeres que – como otros muchos, frente a una vidriera colmada de televisores– vimos pasar a Carlos, por entonces príncipe de Gales, y Diana recién casados, a bordo del 1902 State Landau, como se conoce al carruaje que, en aquel año, el rey Eduardo VII –tío del contrayente– ordenó construir para ceremonias relevantes.
En la Argentina, desde poco menos de tres años, teníamos tele en colores. La novia, tanto en el ingreso a San Pablo –luego de descender junto con John, su padre, VIII conde de Spencer, de un carruaje vidriado– como en el momento en que salió de esa catedral con su esposo convertida en “alteza real”, tuvo que detenerse varios minutos para que las “damas de honor” acomodaran la cola de su vestido “de casi ocho metros de largo”, relataba la transmisión oficial.
¡Hermoso para ver! Un año y 22 días después –el 21 de julio de 1982– se anunció el nacimiento del príncipe Guillermo, heredero de la corona británica. El 15 de setiembre de 1984 –setecientos ochenta y siete días después que su hermano mayor– nació el príncipe Enrique.
Sin embargo, y como sostiene el dicho popular, “no todo lo que reluce es oro”. El 28 de agosto de 1996 –cinco mil quinientos nueve días después de aquella boda principesca– Diana y Carlos se divorciaron. Con el paso del tiempo la fantasía pública trocó en públicos desatinos vinculares. La princesa descubrió y confirmó que el príncipe tenía como amante a Camilla Parker-Bowles, una amiga de la Casa Real. ¡Crisis!
MULTITUD
Carlos pasó –para muchas y muchos– a ser el “realmente odiado”. Diana, en el transcurso de 1995, decidió no ocultar la situación. Habló con la BBC, la tele pública en el Reino Unido. “¿Cree que Camilla Parker-Bowles fue el factor que desencadenó el fracaso de su matrimonio?”, preguntó el periodista Martín Bashir a “su alteza real”. La respuesta fue simple, breve y clara: “Bueno, éramos tres en mi matrimonio. Y eso es una multitud”. El 31 de agosto de 1997, Diana, Dodi Al-Fayed (1955-1997), multimillonario egipcio, y el chófer, Henri Paul, murieron en un accidente de tránsito ocurrido en el interior del túnel del Pont de l’Alma, en París.
Aquel príncipe, Charles Philip Arthur George (77), desde el 8 de setiembre de 2022, es Carlos III, rey del Reino Unido y de los otros reinos de la Mancomunidad de Naciones. Camilla Rosemary Shand, luego Parker-Bowles (78) –la tercera de aquel matrimonio principesco que “era multitud”, como lo sentenció Diana, “la princesa del pueblo”, como la categorizó para siempre el ex primer ministro Tony Blair, el 31 de agosto de 1997– es reina consorte.
Fantasías. Deseos. Ilusiones. Condición humana. Fantasías. Deseos. Ilusiones. “Cambia, todo cambia”, canta como nadie Mercedes Sosa. Los khasi –una minoría étnica originaria que habita en el estado de Meghalaya, noreste de la India desde antes de las invasiones dravídicas pobladoras del sur en ese mismo país– desconocen quiénes de sus antecesores y cuándo comenzaron a orientar las raíces de los árboles para construir con ellas “puentes vivientes”.
Lejos de aquellas selvas inigualables, recién se supo algo de los que se conocieron entonces también como “los puentes de raíces vivas de Sohra (Cherrapunji)”, cuando era avanzado el siglo XIX. Los exploradores occidentales se asombraron con aquel descubrimiento. En La Sociedad Asiática, un histórico periódico que se publicaba en Calcuta en 1844, se consignó la información. Desde aquellos tiempos, es polo de atracción hasta nuestros días.
“AMOR RECÍPROCO”
Hacia allí, unas tres semanas atrás, partieron en luna de miel el príncipe Raj Raghuvanshi (21) y la princesa Sonam Raghuvanshi (24). Eran marido y mujer porque sus madres –en esa sociedad matrilineal– así lo acordaron. Ambos pertenecían a la misma clase social y casta. Aquel enclave natural que, además, con unos 12.000 milímetros de lluvias anuales es, según Guinness, el lugar más lluvioso de cada año, era perfecto para manifestarse amor recíproco sin interferencias. La actuación crucial de la mehndi, la celebración musical previa, la ceremonia principal, la fiesta posterior quedaron atrás.
Me explican –por Whatsapp, desde Nueva Delhi, tres diplomáticos chimenteros que me pidieron anonimato– que los fastos nupciales se extendieron por cuatro días. Las dos familias en estado de tranquilidad. Espiritual, social y económico. No faltó nada. Se observaron todos los rituales. Homa (la ofrenda al fuego) se concretó. El Panigrahena, los unió como nunca antes. Las siete vueltas al fuego –el Satapadi– hizo celebrar a muchas y muchos, sonreír a las y los más refinados y desear, ilusionarse... soñar, a otros y otras.
Samskara se instaló en la flamante pareja. Luego, silencio. Los días pasaban y... más silencio. Pero irrumpió la angustia. Primero en el que fue el pueblo de ambos, luego en la provincia, la región y, finalmente, en todo el país. “¿Dónde están?” “¿Qué se sabe?”. La falta de novedades fue parte de las informaciones de la agencia de noticias nacional. Se iniciaron las búsquedas. Los supuestos ganaron el espacio público. Las ideas conspiranoides de poderosos y poderosas ingresaron en los circuitos informativos.
Nadie respondía a las incesantes llamadas a los móviles de Raj y Sonam. La policía y los servicios de inteligencia de la India los monitoreaban inútilmente. También el de uno de los hermanos de la princesa. ¡Nada! Pero, cuando nadie lo esperaba, todo cambió. El domingo pasado aquella novia obediente de los acuerdos y mandatos familiares que se mostró alegre, ilusionada, ante los unos y los otros; que fue objeto de los comentarios de sus vecinos e incluso blanco preferente a la vista de aquellas y aquellos que por ser de clases inferiores o de castas poco respetables no debieran haberla mirado, trocaron interrogantes y angustia sociales.
DIMES Y DIRETES
Desde algunos anocheceres en las sacudidas calles de aquel país con 1.400 millones de habitantes, se sabía por trascendidos –que más tarde se confirmaron– que el cadáver de Raj fue encontrado y recuperado de las profundidades de un precipicio con abundante vegetación. Fue el momento de los dimes y diretes. Se conoció el escabroso detalle de que el cuerpo lo encontraron con el cráneo partido con dos golpes duros aplicados con algún objeto contundente y cortante.
¡Horror! Rescatistas e investigadores tuvieron la convicción de que fue asesinado. Así lo dejaron trascender. No murió como un príncipe. Pero las honras fúnebres sí lo fueron para despedir a su alteza real. Sonam, esposa por un breve tiempo –geolocalizada desde el momento en que se comunicó con uno de sus hermanos– supo por quienes la hallaron que era viuda.
Gritó. Se ahogó en llanto. Insistió con el deshilachado argumento de que fueron víctimas de secuestro. Pero no tenía una coartada que generara, por lo menos, una duda. También supo que Rai Kushwaha, un chófer a su servicio, estaba preso en otra celda. Fue apresado en su pueblo natal, Madhya Pradesh. Contrastaron sus respuestas. Eran amantes desde tiempo antes de que Sonam y Raj protagonizaran una boda principesca.
Como en el caso de Carlos y Diana –con Rai– también se constituyeron en multitud. El amante capturado también confesó. Señaló a los tres criminales que asesinaron al príncipe –sus cómplices– a los que convenció para que ejecutaran al joven esposo de la mujer que también amaba.
Los sicarios fueron apresados. Abrumados, admitieron. La exprincesa viuda dejó de ser víctima para ser victimaria. La justicia la acusa de ser quien incitó a su frustrado enamorado de la necesidad de asesinar a Raj. Vida, muerte, ilusión, deseo... pulsiones incrustadas en la condición humana, aunque “reyes y peones, al final de la partida, vuelven a la misma caja”.