La Iglesia católica celebró ayer en todas las parroquias y capillas del país el Domingo de Ramos o Domingo de la Pasión del Señor, que conmemora la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, e inicio de la Semana Santa. La lectura del Evangelio trató sobre la entrada, pasión y muerte de Jesús en la cruz.

Miles de fieles participaron de la procesión, bendición y santa misa con sus palmas o pindo karai en el santuario de Caacupé, donde la celebración estuvo presidida por monseñor Ricardo Valenzuela.

“Con el Domingo de Ramos comenzamos oficialmente la Semana Santa, dando paso a los días santos y finalizando en Domingo de Pascuas. Hoy debemos pensar de qué lado vamos a estar, del lado que acompaña a Jesús, o del lado que pide la crucifixión”, indicó el obispo de Caacupé.

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La lectura del Evangelio, que recuerda el Vía Crucis, fue recreada en la explanada de la Basílica de Caacupé con la participación del grupo Crisma y cadetes de la Academia Nacional de Policía y aspirantes del Colegio de Policía.

También en la Catedral Metropolitana de Asunción la feligresía católica acudió en gran cantidad para participar de la procesión, bendición y celebración de la santa misa, que fue presidida por el cardenal y arzobispo Adalberto Martínez.

El arzobispo de Asunción señaló en su homilía: “Hermanas y hermanos en Cristo: Hemos escuchado la lectura de la pasión según San Marcos, un gran catequista. Todo está dicho en las lecturas que escuchamos. Solo nos resta hacer una breve meditación para subrayar algunos aspectos de la liturgia de hoy para llevarlos en nuestra mente y en nuestro corazón, y así vivir más intensamente el misterio de nuestra fe. El Domingo de Ramos es por excelencia el domingo del Kerygma, del anuncio, pues las lecturas se condensan en este mensaje: Que Jesús de Nazareth murió por nosotros, resucitó y fue exaltado a la derecha de Dios Padre como Señor y Cristo”.

Agregó que esta procesión victoriosa de los ramos es como un anticipo pascual. “El domingo que viene será la victoria definitiva, la verdadera entronización mesiánica. Veamos algunos aspectos de la victoria de Jesucristo: Es el triunfo de la paz sobre las violencias humanas. Dios es un no-violento, es respetuoso, es amigo de la vida, es Vida, enemigo de toda muerte y de quienes la provocan. Dios es creador y protector de la casa común, de la tierra y de todo lo que ella contiene, su creación completa. Es el triunfo de la sencillez sobre las grandezas humanas”.

La Iglesia católica rememoró ayer la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén (foto: Emilio Bazán)

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