Por segundo año consecutivo recortan el presupuesto educativo que contemplaba el reajuste salarial del 16% anual para el sector docente. Foto: Gentileza.
Docentes en pie de guerra por falta de reajuste salarial
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Por segundo año consecutivo recortaron el presupuesto educativo que contemplaba el reajuste salarial del 16% anual para el sector docente. Los educadores están molestos por esto y anuncian movilizaciones para presionar una adenda presupuestaria que incluya el aumento de sueldos.
El sector docente se reunió esta tarde con autoridades del Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) y tras no llegar a un acuerdo, se levantó de la mesa en total desacuerdo porque no se incluyó en el Presupuesto General de la Nación (PGN) 2022 el aumento para los maestros. Según el MEC, el tope del Ministerio de Hacienda no prevé el aumento del 16% de aumento y no se enviará en el anteproyecto.
“Planteamos que el MEC envíe por lo menos una solicitud para que esto se cumpla –el reajuste salarial– y se pueda modificar el presupuesto. Tenemos el compromiso del ministerio, pero lo vemos bastante difícil. Por eso estamos viendo con los demás gremios realizar algunas acciones para la semana próxima, para ver cómo podemos pelear contra el recorte presupuestario que por segundo año consecutivo se está dando”, indicó Silvio Piris, representante de la Federación de Educadores del Paraguay (FEP).
De la reunión con autoridades del MEC participaron representantes de la FEP, de la Organización de Trabajadores de la Educación del Paraguay, Auténtica (OTEP-A), de la Organización de Trabajadores de la Educación del Paraguay Sindicato Nacional (OTEP-SN), del Sindicato Nacional de Directores (SINADI), Adofep-SN, Sifemec, FECI, UNE-SN, ADP-SN y MAS MP-SN.
“El recorte presupuestario del año pasado se dio en un 8% y ahora dos, llegamos al 10% menos del presupuesto en dos años. Es totalmente al revés, en vez de aumentar el presupuesto, se están incumpliendo muchos beneficios para el sector docente, que han sido postergados como el escalafón docente y encima las trabas que estamos teniendo con la jubilación. Tenemos miles de compañeros que no pueden jubilarse y eso estuvimos hablando con el ministro, pero lastimosamente no conseguimos nada”, aseguró Piris.
El sector docente se retira muy molesto del encuentro por el incumplimiento del acuerdo pactado entre los gremios y el Estado, lamenta que no haya predisposición por parte del MEC ni del Gobierno en cumplir con los acuerdos, y que utilizan la pandemia para eliminar el reajuste salarial.
Huelga docente: no hubo acuerdo en reunión con el MEC y medida de fuerza sigue en pie
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Este sábado, autoridades del Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) se reunieron con representantes de los docentes para tratar de desactivar la huelga anunciada para los días 18 y 19 de agosto, pero no llegaron a un acuerdo. El próximo lunes se prevé una nueva reunión para intentar llegar a un acuerdo sobre el tema jubilatorio.
Desde el MEC confirmaron que, a tempranas horas de hoy, se reunieron con los representantes de cada sindicato de educadores, pero que las negociaciones no prosperaron. Los docentes exigen un incremento del 5 % adicional al 3,6 % establecido por el índice inflacionario oficial, así como un mayor presupuesto, pago de escalafón, entre otros pedidos.
La cartera educativa confirmó que está asegurado el pago del escalafón docente, pero no cierran los números para el aumento de salario, por esta razón sigue en pie la huelga. “Hicimos una propuesta de 3,6 % de aumento salarial, según la inflación para abril del año que viene, pero es un punto que seguiremos dialogando”, dijo el ministro Luis Ramírez, a través de un video compartido en redes.
Agregó que hablaron sobre la carrera docente, rubros, escalafón docente, entre otros temas, de los cuales han acordado prácticamente todos y seguirán conversando en el último pendiente. Para este lunes está pautado un nuevo encuentro para analizar el tema jubilatorio.
En el caso de que nuevamente no se llegue a un acuerdo con las autoridades, los maestros no descartan que la protesta se extienda a más días. Para este lunes y martes se tiene previsto un paro y marcha docente en el que exigirán mayor presupuesto, reajuste salarial y dignificación de la labor docente.
Docentes anuncian paro nacional para el 18 y 19 de agosto
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Para el lunes 18 y martes 19 se tiene previsto un paro y marcha docente en el que exigirán mayor presupuesto, reajuste salarial y dignificación de la labor docente. Desde los sindicatos confirmaron que no fueron incluidos para tratar temas para el presupuesto y que los datos son alarmantes.
Según Gabriel Espínola, secretario general de la Organización de Trabajadores de la Educación del Paraguay Sindicato Nacional (OTEP-SN), será una movilización a nivel nacional por dos días.
“Fuimos convocados para presentarnos las cifras que son alarmantes. En los números para la cobertura de educación existe un déficit que ronda los 300 millones de dólares que deben ser destinados para infraestructura, equipamientos y mobiliarios”, explicó Espínola, en “Dos en la Ciudad” de canal Gen y Universo 970/Nación Media.
Ratificó que el Ministerio de Economía y Finanzas define el proyecto para remitir al parlamento a más tardar el 31 de agosto, ya que mediante la Constitución Nacional la Comisión Bicameral del Congreso empieza a trabajar sobre el presupuesto a partir del 1 de setiembre.
“La convocatoria a los docentes para esta marcha es a fin de saber qué recursos se va a disponer el Ministerio de Educación además de lo que ya tiene topeado, porque lo que ya tienen solo va a cubrir el 70 % de las necesidades que tiene la educación a nivel país”, detalló.
Afirmó que dentro del presupuesto falta cargar el reajuste salarial y que debería ser de 3,6 %. “Tampoco pudieron cargar el reajuste salarial y el escalafón docente. Queremos un reajuste que se aproxime a los índices de inflación real, los trabajadores en general somos perjudicados. Este año hemos llegado al salario básico legal, para mantener se debe ajustar”, confirmó.
Sudán: al menos 40 muertos por el peor brote de cólera
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Al menos 40 muertes vinculadas con el cólera se registraron en una semana en la región sudanesa de Darfur, en el peor brote de esa enfermedad que ha sufrido el país africano devastado por la guerra, alertó el jueves Médicos Sin Fronteras (MSF). “Además de una guerra total, la población de Sudán está sufriendo ahora el peor brote de cólera que ha vivido el país en años”, afirmó la organización médica en un comunicado.
“Solo en la región de Darfur, los equipos de MSF atendieron a más de 2.300 pacientes y registraron 40 muertes en la última semana“. Desde julio de 2024, se han registrado alrededor de 100.000 casos de cólera en todo Sudán, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), que alertó que la dolencia se está propagando “por todos los estados sudaneses”.
La temporada de lluvias, que se intensifica en agosto, podría agravar la crisis sanitaria. El cólera es una infección intestinal aguda que se propaga a través de alimentos y agua contaminados con bacterias, a menudo provenientes de materia fecal. Provoca diarrea grave, vómitos y calambres musculares.
Esta enfermedad puede ser mortal en pocas horas si no se trata, pero puede curarse con una simple rehidratación oral y con el uso de antibióticos en casos más graves. Al entrar en su tercer año, la guerra sudanesa, que ha matado a decenas de miles de personas y desplazado a millones, ha provocado lo que Naciones Unidas describe como “la peor crisis humanitaria del mundo”.
Tomar el desayuno y correr al búnker en 90 segundos
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Cuando empiezan a sonar las sirenas de alerta sobre los cielos de Tel Aviv, la familia Weisman y millones como ellos buscan refugio de los misiles en camino y hoy continúan recogiendo los escombros de sus vidas.
Vera Lucía Papaterra, de origen dominicano, reportera del periódico estudiantil The Independent Florida Alligator (Gainesville, EE. UU.) busca ser una corresponsal internacional y fue invitada a Israel por la agencia de noticias del Medio Oriente para el mundo hispano parlante, Fuente Latina, para adentrarse a lo más profundo de un país que sigue en guerra pero que una vez más, da muestra de resiliencia, tras los ataques sufridos desde Irán, semanas atrás.
Una de sus entrevistadas fue una mujer israelí residente en Tel Aviv, Hadar Weisman, quien le relata como es la vida casi cotidiana bajo el sonar de las sirenas.
El decir por favor y gracias. Cómo usar cubiertos. Respetar a los mayores. A esa lista de lecciones básicas, la israelí Hadar Weisman añadió una que sus hijos repiten sin dudar: qué hacer en los 90 segundos después de que suenan las sirenas que indican que algún o varios misiles vienen en camino.
El 22 de junio de 2025 fue uno de esos días. En la llamada “Guerra de los doce días”, Israel y Estados Unidos habían atacado instalaciones nucleares iraníes e Irán había devuelto el fuego, lanzando decenas de misiles contra Israel. Varias zonas residenciales de Tel Aviv y en otras ciudades resultaron impactadas; 30 personas fallecieron y al menos 23 personas quedaron heridas. En Tel Aviv resultaron con daños severos varios edificios de Ramat Aviv,incluido el de Weisman. Fue una mañana de concreto roto y vidrios pulverizados que dejó a miles de israelíes sin casas, aunque con vida.
Hadar Weisman frente a lo que solía ser el panel de electricidad de su hogar. Foto: Gentileza
Misma sirena, diferente final
Aquella mañana, a las 7:23, tocaron a la puerta de Weisman. Eran los repartidores de un gavetero que había pedido una semana antes. Lo pusieron en el dormitorio. Apenas salieron, sonó la alerta. “Estamos muy acostumbrados a entrar al cuarto seguro”, cuenta Weisman. “Con los niños lo hacemos desde antes del 7 de octubre (del 2023 cuando terroristas de Hamás atacaron Israel)”.
Todos en casa de Weisman estaban ya vestidos y despiertos por el ruido de los obreros, así que caminaron con calma hacia la mamád, la habitación reforzada que muchos israelíes tienen en sus casas para protegerse de los misiles. El impacto llegó minutos después. El misil cayó entre los edificios de la cuadra. Ninguna estructura recibió un golpe directo, pero el golpe de la onda expansiva convirtió la casa en escombros. “Todo el edificio se sacudió y se cortó la luz”, recuerda Weisman, doctora en economía y profesora de microeconomía en la Universidad de Tel Aviv que vivía en ese apartamento desde 2019. “Nos quedamos 45 minutos en la oscuridad, sin saber qué habría cuando abriéramos la puerta”.
Los misiles iraníes golpearon todo lo que tenía el apartamento, reventando cristales y paredes. Foto: Gentileza
Sentados con una bolsa de caramelos
Dentro del cuarto seguro, un detalle dominguero: la tapa plástica del conducto del aire acondicionado salió volando y por ahí entraron polvo y residuos del edificio tras el impacto. Sentados en un colchón, con el teléfono en una mano y una bolsa de caramelos en la otra, los padres usaron el tiempo para hacer llamadas y tranquilizar a los niños. El mayor, de nueve años, lloró pensando en sus juguetes.
El impacto en el más pequeño, su hijo de tres años y medio, se mide más allá de una preocupación por sus cosas. En sí, el niño siempre pregunta la ubicación del cuarto seguro —como quien pregunta por el baño— cuando llega de visita a una casa desconocida. “Es una forma de vida y no debería serlo”, dice visiblemente emocionada Weisman. “No es manera de criar a nuestros hijos”.
Parte del techo del departamento, el cual fue mayormente impactado. Al salir del búnker, Weisman dijo que temía que el techo completo se cayera. Foto: Gentileza
Afuera, el grupo de WhatsApp del edificio se convirtió en un mapa humano. Vecinos reportaban quién estaba adentro y quién estaba en la calle para que los equipos de rescate no perdieran tiempo en búsquedas inútiles. Policías, bomberos y la unidad de rescate de la Fuerza de Defensa israelí subieron piso por piso. Forzaron la puerta acorazada del quinto piso, que quedó doblada, del apartamento de los Weisman. “Menos mal que esperamos”, dice. “Si hubiéramos intentado salir, el corredor estaba cubierto de muebles y cosas caídas. Nos habrían caído encima”.
Hay que mantener la rutina
El edificio de Weisman es uno de los más nuevos en el barrio y sus cimientos resistieron mejor que otros. Otros en la cuadra, no tanto. La familia pasó dos semanas en un hotel y luego consiguió un subarriendo en el mismo barrio para que los niños siguieran asistiendo a su misma escuela y su kínder. “Volveremos, dicen que para Pascua”, explica, con ese optimismo que nace de una rutina resistente. “Creo que será más tarde, quizá en julio”, añade con una sonrisa corta, como quien ya aprendió a negociar con la incertidumbre.
Uno de los baños de la casa, donde el impacto afuera derribó paredes y quebró cerámica.
El ataque del 22 de junio fue parte de una escalada de doce días que cruzó fronteras y agendas políticas. Para Weisman, sin embargo, la política se traduce en una caminata sabatina. Ella asiste cada sábado a las manifestaciones por la paz que se llevan a cabo en la avenida Begin de Tel Aviv, donde discurso tras discurso pide el fin de la guerra y el retorno de todos los rehenes. “Voy desde antes de octubre”, cuenta, refiriéndose al 7 de octubre del 2023. “Esto no puede seguir así. Incluso si alguien creyó que al principio había justificación, ya no se ve un final ni resultados positivos. Es la forma equivocada de hacer las cosas”.
Su crítica tiene varios destinatarios. A su gobierno, que a su juicio no ha ofrecido una salida real ni ha priorizado un acuerdo para los rehenes capturados en el ataque del 7 de octubre. A Hamás, “una organización terrible, mala para Israel y aún peor para los gazatíes”. Y a cualquiera que crea que “disparar es mejor que hablar”, o que la vida de alguien vale menos que “un pedazo de tierra”. “Es inexcusable porque es obra humana”, dice Weisman, y la frase le tiembla en la garganta.
El impacto de los misiles quebró el horno de Weisman. Foto: Gentileza
La confianza, admite, ya estaba dañada antes de octubre. “Siguen intentando cambiar el Estado de derecho en medio de la guerra”, señala Weisman sobre las modificaciones constitucionales que el gobierno trata de implantar para fortalecer los poderes ejecutivos y legislativos a expensa del judicial, algo que ha creado malestar en sectores de la sociedad israelí. Weisman escucha rumores sobre comicios, sospechas de fraude y un clima que erosiona las instituciones. Aun así, la decisión íntima no es simple. “Si nos paramos y decimos que esto es demasiado y nos vamos, ¿quién se queda? ¿Los que creen que esto está bien? Tampoco quiero que mi hijo cargue con esto”. Lo discuten en casa, una y otra vez.
Los vecinos de Weisman perdieron toda la estructura externa de su hogar. Según ella, la razón por la cual ella y su familia se salvaron de esta experiencia fue por la antigüedad de su hogar. Foto: Gentileza
Como casas de muñecas
Al volver a su apartamento en ruinas para recoger papeles y ropa, Weisman mira por la ventana y ve fachadas abiertas como casas de muñecas. Luego baja la mirada al pasillo, donde antes no se podía caminar sin tropezar, y recuerda la lección que repite a los niños: Hay una alarma. Se hace lo que toca. La vida va primero. “Estamos bien”, les dice. “La casa es solo cosas”.
La normalidad se despega a veces en pequeños gestos. Volver al subarriendo con mochilas y bolsas. Hacer la tarea de matemática. Preparar una cena sencilla. Y sí, repetir las reglas: por favor y gracias, respetar a los mayores, así se agarra un tenedor. Y esa otra, más urgente y aprendida a la fuerza, que suena como un juego pero enseña a sobrevivir: Sirenas en el aire. Un minuto y medio. Respira. Vete al búnker. Cierra su puerta reforzada. Espera. Vuelve a salir. Sigue adelante.