Él es Joaquín y tiene 47 años, está privado de libertad en la Penitenciaría Regional de Itapúa (Cereso). Sus allegados lo describen como un excelente fabricante de productos de marroquinería, oficio que realiza en el marco de un programa de reinserción social impulsado por el Ministerio de Justicia desde hace cinco años.

Joaquín vende una variedad de productos a una red nacional de tiendas de cuero y como si fuera poco, transmite sus conocimientos a dos de sus compañeros también privados de libertad.

Nació en agosto de 1974 en San Pedro del Paraná, Itapúa, en el seno de una familia modesta de albañiles, pero por conflictos familiares se embarcó con su madre a Buenos Aires alcanzando a completar la primaria a la par de hacer changas en un bar.

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A sus 15 años, Joaquín consiguió empleo en una fábrica de carteras de cuero compradas por un público exigente donde fue perfeccionando la técnica de artículos en dicho material.

Un error lo llevó a prisión bajo una condena de 15 años, de los que lleva transcurridos cinco años y seis meses. En este escenario, inició cursos de formación en electricidad, plomería y computación los cuales son impartidos a través del Sinafocal, en convenio con la cartera de Justicia.

Además, montó un taller “muros dentro” en el que se dedica a confeccionar bolsos, carteras, billeteras, cintos, maletines y termos forrados en cuero y cuerina que son exhibidos a través de la plataforma “Latente” de productos penitenciarios.

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Uno de los productos realizado por Joaquín. Foto: Gentileza.

“Me va bien. No hay secretos; es sumar insumos buenos y prolijidad, y más que nada, tener responsabilidad y puntualidad. En ventas, vez pasada entregué un pedido de 1.200 billeteras para una firma renombrada”, comenta el entrevistado, acompañado de otras dos personas privadas de libertad que lo ayudan en el trabajo diario de ocho horas. “Estando acá adentro aprendí cosas que no me hubiera imaginado afuera”, agregó.

A futuro, Joaquín espera la oportunidad de montar su propia fábrica de carteras y billeteras, con una variedad de diseños y fidelizando a clientes empresariales con los que ahora trabaja.

“Pasé por un tiempo doloroso, pero viendo mis culpas tocó levantarme. Extraño mi libertad. Nunca había querido tanto disfrutar de mi esposa y tres hijos como ahora, porque a pesar de todo, ellos están siempre presentes”, indicó.

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