Su nombre es Adrián, tiene 45 años y sufre en silencio porque está pagando con su libertad y con un gran cargo de conciencia, el hecho de haber perdido el control de su vida. Se ha prometido a sí mismo encontrar nuevamente el camino hacia la libertad y hacia una vida mejor.

Fue condenado a 10 años de prisión y permanece cumpliendo la sentencia judicial en la Penitenciaría Regional de San Pedro, pero tampoco pierde tiempo y vive para reparar el daño que ha ocasionado, realizando trabajos como carpintero, electricista profesional y como docente.

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Este hombre, que recorre los pasillos de la penitenciaría, busca la manera de alejar de los vicios como el alcohol y las drogas a los demás internos. “Pido perdón por mi gravísimo error, me descontrolé y ahora brindo este tipo de consejos porque además de ayudar quiero recuperar la confianza de la gente; estoy trabajando duro para eso”, explica Adrián.

Cinco años más

Aún le quedan cinco años para recuperar su libertad y recuerda que cuando ingresó, su mundo se vino abajo al igual que su autoestima y toda su vida quedó rodeada de incertidumbres.

Desaparecieron sus amigos, no había manera de solucionar el problema y cuando solo le quedó la familia como soporte, aprendió a aprovechar las oportunidades que el destino le seguía brindando.

Las tablas para asado son uno de los tipos de trabajos que más le han sido solicitado por sus clientes. Foto: Gentileza.

“El penal es una facultad, cambias totalmente. Es tan grande el choque emocional, el tiempo para pensar, las oportunidades de estudiar y trabajar, que comenzás a planificar de acá el futuro, apuntando a la reinserción para ser una persona de bien”, agrega.

También es docente

Hoy durante ocho horas diarias, congrega a dos personas privadas de libertad (PPL) al taller donde trabaja para enseñarles técnicas de carpintería y conocimientos de electricidad, que él adquirió con cursos ofrecidos por el Servicio Nacional de Promoción Profesional (SNPP) dentro del penal, como parte del convenio que mantiene esta institución, dependiente del Ministerio de Trabajo.

Dentro de la penitenciaría ofrece trabajos de mantenimiento de tableros de electricidad y aparatos de refrigeración, también son muy solicitados por una clientela personalizada, los muebles de madera para modulares de cocina, juegos de silla y mesa, cómodas y roperos, o tablas y hasta platos para asado.

Sueños de libertad

Adrián es oriundo de la compañía San Pablo, ex KoKuere, próximo a San Pedro; de niño aprendió el oficio de carpintero de su padre; a la par, conseguía trabajos de jornalero como agricultor de campo. Para ir a la escuela primaria recorría 18 kilómetros todos los días.

Adrián solo aguarda poder cumplir su condena para poder montar su carpintería en Ciudad del Este, volver a formar una familia y ayudar con el sueño de su única hija de convertirse en odontóloga profesional.

Sus trabajos pueden ser vistos en el portal web del Programa de Reinserción Latente, donde las personas privadas de su libertad exponen sus trabajos y servicios, dentro de un proyecto que busca promover y garantizar la reinserción social de las personas privadas de libertad.

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