Un joven se quedó sin trabajo por culpa de la pandemia y decidió no darse por vencido, buscando una nueva forma de ganarse la vida, motivado además por “la nena más hermosa del mundo”.

Marco Antonio Filippini Bueno tiene 35 años y vive en Trinidad (Asunción). Es más conocido como Tony y desde los 20 años trabaja como personal trainer en un par de gimnasios con alumnos personalizados y los fines de semana en algunas discotecas como seguridad, pero con la llegada de la pandemia sus dos fuentes de ingresos se cerraron.

“Pasaron como 3 meses y ya me estaba desesperando porque no tenía cómo subsistir. A mí siempre me gustó emprender porque soy disciplinado y en el rubro del gimnasio, la disciplina es 100%. Un día vi a unos amigos vendiendo pizzas y les pregunté cómo les iba. Me dijeron que más o menos y que si tienen suerte venden 10 al día, pero que por lo menos salvan. Entonces yo analicé y pensé que si tengo disciplina, tengo visión y la idea es salir de la pobreza, lo único que me faltaba era empezar”, relató Tony a La Nación.

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Como no tenía capital, empezó repartiendo volantes para podar árboles y juntar dinero. “Yo necesitaba 100.000 guaraníes para poder invertir comprando 10 pizzas. Hasta que una persona me llamó y gané mi primer 100.000 y directo me fui junto al proveedor y compré las 10 pizzas y esa tarde me puse a vender en Artigas y Santísima Trinidad”, recordó.

Tony no tenía dudas de que le iría bien, pero dijo que lo único que no sabía era en cuánto tiempo iba a vender todo. “Vendí todo rápido e inmediatamente fui a comprar más, ese mismo día ya vendí 25 pizzas. Actualmente estoy vendiendo 50 a 60 pizzas por día y por semana vendo unas 300”, refirió el joven.

Desde las 17:00, el joven ofrece las pizzas en el semáforo de Artigas y Santísima Trinidad. Foto: Gentileza.

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Actitud para vender

El entrevistado comentó que se dio cuenta que el trato con el cliente es todo, la actitud con la que uno va junto al cliente hace la diferencia.

Contó que una vez se quedó hasta la 1:00 de la madrugada para vender las 10 pizzas que le quedaban. Una persona le compró 5 pizzas y eso le animó nuevamente. Entonces decidió mudarse un par de cuadras hasta la esquina de la iglesia de Trinidad y ahí terminó de vender.

De lunes a sábado ofrece las pizzas a 15.000 guaraníes y domingo descansa. ”Empiezo a las 17:00, me instalo en el semáforo de Artigas y Santísima Trinidad, frente al ex Ycuá Bolaños, hasta las 21:00, y si aún me quedan pizzas por vender, arribo hasta la iglesia, ubicada en Sacramento y Santísima, hasta el tiempo que me lleve vender lo que me quede”, sostuvo.

Su hija, la razón de sus metas

Tony también recordó que hace 8 años en una competencia se rompió la pierna y tuvo una doble fractura de tibia, peroné y pilón tibial, con 5 cirugías seguidas y ahora con esa lesión todas las tardes se va a trabajar.

“Eso no me impide salir y buscar realizar mis sueños. El dolor al volver a casa es impresionante, pero no le hago caso, tomo 2 pastillas, me acuesto a dormir y al día siguiente me levanto a las 5:00, leo libros, preparación, entrenamiento, es la única forma para lograr los objetivos y la meta que yo tengo en mente. Hasta cumplir no voy a parar, al llegar a esa voy a ponerme otra y cuando uno se pone una meta no existen límites”, argumentó.

El joven mencionó que tiene una hija de 6 años por la que busca superarse cada día. “La nena más hermosa del mundo se llama Grecia y es mi objetivo principal, la razón de todo lo que estoy emprendiendo es para que ella se sienta orgullosa de mí. Otro de mis objetivos es comprar una camioneta Toyota Hilux dentro de 1 año y arrancar el otro emprendimiento que estoy teniendo”, adelantó por el momento el joven emprendedor y aseguró que seguirá trabajando para conseguir cumplir sus metas.

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