Los templos se volvieron inseguros ante la propagación del Covid-19 y las familias volvieron a elevar una oración pidiendo protección para que el virus no infecte a los miembros, para pedir que la crisis económica sea más llevadera, implorar salud para los enfermos, o simplemente para agradecer por el techo, la comida y sobre todo por la salud desde sus casas.

“Muchos se refugiaron en Dios en estos últimos días y también han recurrido a otras creencias. Pero sí, este momento sirvió para que más personas se hayan acercado a Dios. Para muchos esta cuarentena hace bien, porque se juntaron frente al nicho familiar, se estuvo en conversación con otros miembros de sus familias”, dijo el padre Cristian Medina de Caacupé.

Hasta el 8 de marzo, la feligresía asistía normalmente a las celebraciones de los distintos credos en Paraguay. No obstante, con la confirmación del primer caso positivo de Covid-19, la Conferencia Episcopal Paraguaya dio a conocer el protocolo a seguir en las celebraciones religiosas, como evitar el saludo de la paz que signifique contacto físico, la eucaristía se recibiría en la mano, se eludiría el uso de agua bendita a la entrada de los templos, además de adoptar las medidas de seguridad e higiene.

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En la misa desde Caacupé, el obispo de la diócesis, monseñor Ricardo Valenzuela, daba recomendaciones e instaba a la ciudadanía a mantener la higiene para vencer al Covid-19. “El virus ya se encuentra en nuestro país, por lo tanto hay un protocolo que debemos seguir para ayudar a que no se propague esta enfermedad y si es posible evitar y erradicarlo definitivamente”, decía.

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Nadie se imaginaba que dos días después, el 10 de marzo, las cosas cambiarían drásticamente con la decisión del Gobierno de suspender ciertas actividades, evitar la aglomeración de personas y recomendar el confinamiento en las casas.

A la semana de haberse implementado las medidas restrictivas, éstas fueron cada vez más duras, hasta que la semana pasada se instó al paro total, excepto los servicios básicos. Con la medida restrictiva más severa, debido al paulatino aumento de los casos y la confirmación de la circulación comunitaria del virus, la Iglesia pidió a sus fieles #QuedateEnCasa y se volcó a la utilización de la tecnología para llevar el mensaje de esperanza, paz y tranquilidad a los creyentes.

Una imagen que recorrió las redes: internos de una penitenciaría, de rodillas orando.

IGLESIAS VIRTUALES

Las distintas plataformas, los canales de televisión y los medios digitales tuvieron un importante crecimiento en audiencia y seguidores en las redes sociales. La gente debió participar de la misa a distancia, desde su sofá, siguiendo la transmisión por televisión o internet, canales de YouTube, Facebook, etc. Las familias que acostumbran acudir a los santuarios para las oraciones, adoración al Santísimo y otros, debieron convertir su casa en un templo.

Con el confinamiento no solo se trataba de mantener la fe, sino sobre todo aumentarla. Numerosas imágenes conmovieron a través de las redes sociales: grupos de Linces rezando antes de salir a realizar su trabajo, internos del penal de Encarnación arrodillados implorando por el cese de la pandemia, fieles arrodillados frente a templos vacíos y la imagen que recorrió y dejo mudo al mundo fue la bendición impartida por el papa Francisco desde el balcón de la Basílica de San Pedro: la plaza se veía vacía por el confinamiento en los hogares en toda Italia, el país con más muertos por Covid-19, con 7.503 muertos.

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En los hogares se incrementaron las oraciones, reflexiones de la palabra de Dios, el rosario y comenzaron las cadenas de oraciones conectadas por la tecnología, ya sea por grupos de WhatsApp o transmisiones en vivo. Muchas familias volvieron a unirse en torno al altar familiar y rememorar los rezos que las abuelas habían enseñado. Inclusive, los sacerdotes ofrecían la comunión espiritual para quienes deseaban estar más cercano a Cristo, dentro de la fe católica.

Las transmisiones en vivo aumentaron considerablemente de audiencia y en algunos casos de 70 a 100 conectados subieron a más de 1.600 personas que seguían las celebraciones. Esto no solo se dio con grupos de la Iglesia Católica, sino además con otros credos, ya que las distintas religiones acudieron a la tecnología para estar cerca de sus feligreses.

El hermano capuchino franciscano, Valentín Pesente, explicó que mediante las redes hay una oferta muy grande de celebraciones, incluso los de otras religiones que están ofreciendo apoyo y contención espiritual. “Llegamos a tener 1600 personas en vivo”, comentó.

Agregó que la cuarentena también motivó a que más personas se pongan en contacto con los grupos religiosos y espirituales, ya que la idea que predomina es que esto es un castigo, porque el pueblo no hizo caso. “Pero nuestro Dios no nos castiga porque él es amor y misericordia”, dijo al tiempo de admitir que el aislamiento genera mucho miedo, ansiedad e incertidumbre sobre el futuro.

“Al quedarse encerrados en la casa o tener limitación de compartir socialmente, entonces, aumenta el tiempo de reflexionar sobre uno mismo. Y a veces se encuentran cosas, sentimientos, frustraciones, heridas, que no saben manejar y eso aumenta el miedo. Lo que se tiene que ver es que el miedo no bloquee”, comentó.

Indicó que las inquietudes más comunes, tanto de llamadas y mensajes giran en torno a esto. Agregó que el miedo muchas veces significa falta de confianza en el Señor, lo que se traduce en que la fe no está tan arraigada. “Debemos confiar en el Señor, porque esto será para el crecimiento como persona y como cristianos”, indicó.

Agregó que sin dudas para las personas que profesan algún tipo de credo la cuarentena es más llevadera, por el apoyo espiritual. “Si tenemos el apoyo espiritual es más fácil y más llevadero en este momento, no solo de la fe cristiana, sino también de las otras denominaciones, que encuentran en su ser superior el apoyo para llevar adelante este momento”, indicó.

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Reiteró que la aparición del virus no es un castigo de Dios, sino que es algo natural, que surgió de una combinación de animales y que obliga al mundo a vivir de esta manera. Añadió además que este es un tiempo de cuarentena y coincide con el encierro, por lo que debe ser aprovechado para profundizar en el contacto con Dios y meditar, ya que hay gente que se convierte por unos días y luego vuelve a la vida desenfrenada.

“Es un momento importante que deberíamos aprovechar para sacar una enseñanza, para aprender. Ojalá la humanidad aprenda de esto, de que hay tantas cosas que se tienen que cambiar. El ser humano se cree poderoso, superior, es arrogante, pero un pequeño virus le obliga a encerrarse. No somos super poderosos”, dijo al tiempo de indicar que este tiempo debe ser dedicado a la familia y a compartir más tiempo con los seres queridos que viven en casa.

BENDICIÓN URBI ET ORBI

Este viernes 27 de marzo, el papa Francisco realizará la bendición para todo el mundo, denominada Urbi et Orbi. La misma será a las 13:00 hora paraguaya, y quienes deseen podrán sumarse a la oración.

El papa Francisco había pedido que se unan las voces al cielo, ante la pandemia del coronavirus. Es por ello que invitó a las comunidades cristianas a invocar al Altísimo y a Dios Omnipotente para rezar la oración que Jesús enseñó. El rezo del Padre Nuestro fue el miércoles a las 07:00, hora paraguaya.

Un hombre se arrodilla en la puerta de un templo cerrado por cuarentena.

INDULGENCIA PLENARIA

Mediante un decreto dado a conocer en Roma, desde la sede de la Penitenciaría Apostólica, el pasado 19 de marzo la Iglesia Católica concedío indulgencia plenaria a los enfermos de coronavirus, a los familiares que los cuidan y a los trabajadores de la salud. Para acceder a la gracia, los fieles deben seguir las celebraciones transmitidas por las diversas plataformas, sean canales de televisión o internet.

“Se concede la Indulgencia plenaria a los fieles enfermos de Coronavirus, sujetos a cuarentena por orden de la autoridad sanitaria en los hospitales o en sus propias casas, si con espíritu desprendido de cualquier pecado se unen espiritualmente a través de los medios de comunicación a la celebración de la Santa Misa, al rezo del Santo Rosario, a la práctica piadosa del Vía Crucis u otras formas de devoción, o si al menos rezan el Credo, el Padrenuestro y una piadosa invocación a la Santísima Virgen María, ofreciendo esta prueba con espíritu de fe en Dios y de caridad hacia los hermanos, con la voluntad de cumplir las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración según las intenciones del Santo Padre), apenas les sea posible”, reza el comunicado.

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