El organismo mundial que trabaja para reducir la pobreza y generar prosperidad compartida en países en desarrollo informó este martes que actualmente se encuentran en alerta por el escenario que se presenta ante el aumento de las tasas de interés y la desaceleración del crecimiento.

Según el último informe del Banco Mundial, cerca del 60% de los países más pobres muestra ya un alto riesgo de sobreendeudamiento o se encuentra directamente en esa situación. Los países más pobres que reúnen los requisitos para obtener préstamos de la Asociación Internacional de Fomento (AIF), entidad que forma parte del BM, destinan más de una décima parte de sus ingresos por exportaciones al pago del servicio de su deuda pública y con garantía pública a largo plazo.

También indicaron que a finales del 2021, la deuda externa de estas economías ascendía a US$ 9 billones, más del doble que hace una década. Durante el mismo período, la deuda externa total de los países pobres casi se triplicó y alcanzó US$ 1 billón.

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En ese sentido, señalan que al finalizar el 2021 los pagos de los países clientes de la AIF para el servicio de la deuda externa pública y con garantía pública a largo plazo ascendieron a 46.200 millones de dólares, lo que equivale al 10,3% de sus exportaciones de bienes y servicios y al 1,8% de su ingreso nacional bruto, refiere la agencia EFE.

Tales porcentajes muestran una importante y considerable subida con respecto al 2010, cuando se ubicaron en el 3,2% y el 0,7%. Por su parte, el presidente del Grupo Banco Mundial, David Malpass, lamentó que la crisis de la deuda que enfrentan los países en desarrollo se haya intensificado.

“Se necesita un enfoque integral para reducir la deuda, aumentar la transparencia y facilitar reestructuraciones más rápidas, de modo que los países puedan centrarse en los gastos que respaldan el crecimiento y reducen la pobreza. De lo contrario, muchos países y sus gobiernos se verán frente a una crisis fiscal e inestabilidad política, y millones de personas caerán en la pobreza”, explicó.

“Se necesita un enfoque integral para reducir la deuda, aumentar la transparencia y facilitar reestructuraciones más rápidas, de modo que los países puedan centrarse en los gastos que respaldan el crecimiento y reducen la pobreza. De lo contrario, muchos países y sus gobiernos se verán frente a una crisis fiscal e inestabilidad política, y millones de personas caerán en la pobreza”, explicó.

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