Utilizan el protocolo de seguridad por la situación actual, con controles de temperatura y otras medidas sanitarias.

La velocidad con la que se expande el nuevo coronavirus -52 casos confirmados y tres fallecimientos, en 20 días- obliga a las industrias de navegación a tomar estrictas medidas sanitarias que garanticen la vida de la tripulación. Gustavo Maldonado, capitán de un buque carguero que recorre habitualmente un trayecto de aproximadamente 500 kilómetros desde el puerto de Ñeembucú hasta atracar en Itapúa habla con La Nación sobre las medidas de seguridad implementadas en el barco para impedir cualquier foco de contagio dentro de la embarcación.

“Aparte de que nosotros tenemos un protocolo de seguridad por esta situación que atravesamos, también tenemos otros operativos a bordo. Todas las mañanas a las 9 hacemos el control de temperatura y visual si estamos engripados, si tenemos algún dolor. Hay un encargado que es el práctico, que es el piloto del barco, que es como primer oficial. Le decimos OPD, es el cargo que tiene, es como un sistema de seguridad”, comenta.

En ocasiones la tripulación incluso suspende el uso del acondicionador de aire al tratarse de un ambiente cerrado que podría contribuir a la propagación del virus. “Día de por medio abrimos todo lo que es la parte las ventanas y las puertas para que respire un poco el ambiente”, señala.

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El remolcador es de cuatro pisos, con el puente de mando arriba y los camarotes por abajo. Buscando mantener un ambiente laboral saludable, también se realizan fumigaciones dentro del barco cada dos a tres días y la recepción de provisiones para consumo del personal se realiza en medio de rígidas medidas de higiene.

“Los productos se desinfectan en tierra y después alzamos, luego el cocinero tiene también un protocolo de usar guantes y tapabocas, él es el más controlado en ese sentido. No tenemos embarque de personal extraño que no sea de la tripulación y si vienen se suben y quedan solamente a metros de nosotros. No sube nadie, ni baja nadie en todo este tiempo”, asegura.

Y cuando todos salen a cubierta o van a la barcaza también deben cumplir un estricto protocolo de desinfección para volver a ingresar al sitio de trabajo. “Para volver a entrar, lo hacemos con medias, nuestros zapatos dejamos afuera, y nos rociamos con una mezcla de ayudín con agua”, agrega.

Maldonado dice que el itinerario del viaje comprende los departamentos de Ñeembucú e Itapúa. “Nosotros estamos haciendo una navegación de confluencia que es Ñeembucú, el kilómetro 1.241 es el inicio de la navegación hasta Capitán Meza, Puerto Paloma, departamento de Itapúa, que estamos a 1.727 kilómetros del río Paraná”, precisa.

El buque transporta una carga variada que incluye aceite de soja, soja, harina de soja, combustible, entre otros rubros. “En síntesis, el barco no para, pero sí estamos con mucho cuidado por la zona”, destaca el capitán Maldonado que acumula 34 años de experiencia en la navegación, y en los últimos años desde el remolcador de empuje Cavalier XI, de la firma ATRIA Soluciones Fluviales.

Un dato no menos importante es que el carguero cruza por la esclusa de navegación de la central hidroeléctrica Yacyreta en su trayecto con destino a Itapúa.

El presidente de la República, Mario Abdo Benítez decretó el cierre completo de las fronteras hasta este domingo 29, como otras de las medidas para mitigar el impacto de la pandemia del coronavirus. La excepción a la restricción son los servicios de carga para el abastecimiento ya sea de alimentos o insumos médicos.

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