Washington, Estados Unidos. AFP.
En su arremetida contra China, el gobierno de Donald Trump está intensificando su apoyo a Taiwán, aunque Washington maneja con especial cautela la visita a la isla de su delegación de más alto nivel en cuatro décadas, que ha provocado ira en Pekín. Liderada por el secretario de Salud y Servicios Humanos estadounidense, Alex Azar, la delegación se dirige a Taiwán en una visita relacionada con la exitosa respuesta de la isla a la covid-19, de cuya expansión Trump culpa a China. El Instituto Estadounidense en Taiwán, la embajada de facto de Estados Unidos en Taipéi, destacó que Azar será el funcionario estadounidense de más alto nivel que visita el lugar desde 1979, cuando Estados Unidos rompió relaciones y reconoció al gobierno comunista con sede en Pekín como el único representante de China. Pero el secretario de Estado, Mike Pompeo, quien rara vez pierde la oportunidad de denunciar a China, fue inusualmente cuidadoso cuando se le preguntó sobre el viaje de Azar. “Los miembros del gabinete han viajado a Taiwán anteriormente. Esto es coherente con las políticas de épocas anteriores”, dijo Pompeo a periodistas. Azar “irá allí y hablará con ellos sobre problemas de salud pública”, incluida la búsqueda de una vacuna, añadió.
RIESGOS
Los expertos señalan que la administración de Trump es consciente de los riesgos si aumentan las tensiones sobre Taiwán, un tema de extrema delicadeza para el liderazgo de Pekín. La República Popular de China considera a Taiwán una de sus provincias. La isla está gobernada por un régimen rival que se refugió en ella después de que los comunistas tomaran el poder en el continente en 1949, después de la guerra civil china. Taiwán no es reconocido como un Estado independiente por la ONU. Y Pekín amenaza con usar la fuerza en caso de proclamación formal de independencia en Taipéi o de una intervención exterior, sobre todo de Washington. Douglas Paal, quien dirigió el Instituto Estadounidense en Taiwán durante la presidencia de George W. Bush, dijo que el gobierno de Trump todavía atiende a un límite establecido por China como una línea roja: que ningún funcionario estadounidense encargado de la seguridad nacional visite Taiwán. En la década de 1990, Estados Unidos envió con regularidad a funcionarios de comercio, señaló Paal. La diferencia ahora es el contexto del viaje de Azar, en un momento en que las relaciones entre Washington y Pekín están en plena tensión.
Enviarlo a Taiwán, analizó, está en línea con el viejo marco, pero al mismo tiempo envía un mensaje a China. “El hecho de que no eligieran enviar un asesor de seguridad nacional u a otra persona sugiere que están tratando de acercarse lo más posible a la línea roja de China, pero no quieren cruzarla”, indicó Paal.