“Fue un infierno. No logro entender cómo nuestras casas (…) se han quemado”, dice a la AFP aún impactada por la tragedia María Inés una dirigente social de Santa Juana, en la región chilena de Biobío, zona agrícola arrasada por el fuego.

Ese municipio es considerado como uno de los epicentros de los incendios que golpean la zona centro sur de Chile. Del total de 24 fallecidos, 10 perecieron ahí y cinco de ellos eran miembros de una misma familia. Para la mujer de 55 años es “un milagro” que algunas casas hayan escapado de terminar convertidas en cenizas, aun cuando “el fuego las rodeó”. Pero no oculta que está latente que el incendio vuelva. “Imagínese, sin agua, ¿dónde nos vamos a refugiar? ¿Dónde? ¿Cómo?”, se pregunta.

Ese territorio, donde viven unas 13.000 personas, repartidas entre un centro urbano y áreas agrícolas entre cerros, fue barrido por las llamas. El pueblo está a 52 km al sur de Concepción, la capital regional que a su vez está 510 km al sur de Santiago. “Un terreno muy agreste con muy mala conectividad”, explicaba el sábado la alcaldesa, Ana Albornoz.

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“La mayoría de las casas se perdieron porque no teníamos ayuda. Con ayuda aérea podríamos haber salvado la mayoría de las casas, pero no”, insiste María Inés. Algunas de las zonas arrasadas por los incendios están marcadas por la pobreza, el aislamiento y la violencia del conflicto entre comunidades mapuches y el Estado chileno, empresas forestales y particulares.

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La espera, la condena

Miguel Ángel Henríquez (58), agricultor de Santa Juana, dijo a la AFP que se demoró demasiado en escapar junto a su esposa. “Esperamos hasta el final, pero nos encerró el fuego por todos los caminos. (…) Cuando quisimos arrancar, no pudimos porque las llamas cruzaban la huella (camino estrecho)”, relató.

Fue entonces que volvieron sobre sus pasos, pero el fuego les cerraba el paso. Buscaron una alternativa y fue entonces que se encontraron con otros vecinos, bomberos y carabineros. “Cuando venía el fuego yo les dije. ‘O nos tiramos ahora o nos morimos todos aquí’. (…) Nos tiramos detrás del carro de bomberos”, aseguró.

Fue allí que “apareció un vecino que se metió al fuego, para buscar sus animales. Pero no apareció más, don Antón. Yo le grité que saliera del fuego, pero no quiso obedecerme”. La casa de Carmen Cuevas (49) no sufrió daños, pero ella ha salido en su camioneta a repartir agua y productos de higiene básicos entre sus vecinos más afectados.

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“Estamos tratando de abastecer a la gente de aquí, con agüita, con los enseres más básicos que puede tener una persona, ya que esto nos conmueve a todos. (Nos da) mucha pena (tristeza) ver todo esto que se convirtió en cenizas”, explicó a la AFP. Santa Juana no es el único epicentro de los incendios. También está la localidad de Purén (región de La Araucanía) y Tomé (Biobío).

Los relatos de personas que perdieron todo se repiten. Como el que hizo en Twitter José Ankalao: “Se quemó el 70% de mi lof [comunidad] en Purén y pérdida total del campo que heredamos de mi tatara abuelo (sic), esto es una pena tan grande que no sé si la gente puede lograr comprender lo que está ocurriendo en Wallmapu”; un territorio ancestral mapuche.

Fuente: AFP.

Etiquetas: #Chile#incendios

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