Sin vuelos chárter y desertado por los europeos, el lugar de veraneo búlgaro de Sunny Beach se pregunta sobre el futuro del turismo de masa, un modelo de desarrollo al que la pandemia de coronavirus asestó un duro golpe.

En plena temporada veraniega de este destino turístico del Mar Negro (centroeste), la mitad de los hoteles está cerrada. Las restricciones de viaje cortaron las alas a los turistas del norte, sobre todo británicos, amantes del sol por poco dinero.

Plamen Kopchev, responsable de la asociación local de hoteleros, estima que "Sunny Beach está cortada" para estancias todo incluido, organizadas por las agencias de viaje.

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Para hacerlas trabajar a pleno gas, los complejos hoteleros que controlan la bahía de 5,5 km de arena fina, necesitan "al menos 100 vuelos diarios, dice este hombre en la cincuentena que viste una camisa inmaculada de lino. Pero el mes pasado se posaron menos de 400 vuelos chárter.

El número de contagios no para de aumentar, tras el final del confinamiento, considerado prematuro, por los virólogos. La semana pasada, las autoridades registraron entre 120 y 290 nuevos casos de coronavirus diarios y varios países europeos han desaconsejado a los turistas viajar a Bulgaria.

Según Lenka Svobodova, una profesora checa de 35 años, el hotel donde se queda tiene una tasa de ocupación del 15%. "El bar está abierto y nos viene bien", dice, acompañada por dos amigos.

Vendedores ambulantes de flotadores hinchables, animadores, monitores: los temporeros cuando están no tienen nada que hacer. Las centenares de tumbonas y sombrillas alineadas están vacías.

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En plena temporada veraniega de este destino turístico del Mar Negro (centroeste), la mitad de los hoteles están cerrados. Photo by NIKOLAY DOYCHINOV / AFP.

“Hundimiento trágico”

"Con relación al año pasado, el volumen de negocio ha caído el 90%", dice Nedelin Yankov responsable de un bar de playa de este destino conocido como la Ibiza eslava, donde normalmente, la juventud viene a divertirse a precios irrisorios.

"Los turistas europeos han desertado el lugar y los búlgaros no son muy numerosos", constata amargamente. "Nadie podría haber imaginado un hundimiento tan trágico. No tiene precedentes", asegura.

Bulgaria es el país más pobre de la Unión Europea y el sector del turismo representa el 12% de su PIB. El año pasado, 9,3 millones de turistas llegaron a este país situado en los confines orientales del continente que cuenta con 7 millones de habitantes.

Para tratar de salvar el verano, el gobierno búlgaro ha subvencionado a los mayoristas fletando vuelos chárter y abriendo las puertas a los visitantes de los países limítrofes no miembros de la UE, como a israelíes y kuwaitiés, con presentación de un test negativo de coronavirus. Esfuerzos que no se han traducido en la llegada masiva de turistas.

Se espera que los búlgaros pasen sus vacaciones en el agua a 25º de su litoral. Aunque como en años anteriores, ha preferido ir a la vecina Grecia pese a los atascos del único paso fronterizo habilitado por Atenas para ellos y las restricciones sanitarias impuestas en el lugar.

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Para tratar de salvar el verano, el gobierno búlgaro ha subvencionado a los mayoristas fletando vuelos chárter y abriendo las puertas a los visitantes de los países limítrofes no miembros de la UE. Photo by NIKOLAY DOYCHINOV / AFP)

Mar sin cemento

Esto muestra, según la militante ecologista Kremera Vateva, de 38 años, que muchos edificios fueron construidos sin pensar en el largo plazo y sueña con un “mar sin cemento”. “Toda nuestra costa está llena de casas y de edificios a veces abandonados”, lamenta.

Vateva organizó una serie de manifestaciones para tratar de paralizar los trabajos en una pequeña playa que bordea una zona pantanosa salvaje de Alepu, un santuario para la fauna y la flora, situado al sur de Burgas (centroeste).

En teoría, fuera de las zonas urbanas, está prohibido construir a menos de 100 metros del mar. Pero ignorar la legislación, incluso en zonas clasificadas, sigue siendo una práctica habitual.

“Ya vemos que (el cemento) espanta a los turistas, mientras que nosotros podríamos utilizar lo que la naturaleza nos ha dado para desarrollar un turismo sostenible”, como ha hecho España, dice.

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Fuente: AFP

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