Washington, Estados Unidos | AFP.

Después de 18 días en cuidados intensivos en Los Ángeles, los médicos que trataban al actor canadiense Nick Cordero, gravemente enfermo del nuevo coronavirus, le amputaron la pierna derecha porque un coágulo permanente bloqueó la circulación de la sangre.

Este es uno de los oscuros descubrimientos de la pandemia: la enfermedad de COVID-19, que inicialmente se creyó que era una afección respiratoria virulenta, ataca mucho más que a los pulmones. Se ha comprobado que otros órganos, como los riñones, resultan afectados.

Los coágulos en los vasos sanguíneos pueden sofocar las extremidades. Cuando se forman en las venas de la pierna (flebitis), pueden subir hacia los pulmones, bloquear la arteria y detener su actividad (embolia pulmonar). En el corazón, pueden causar un ataque cardíaco y si llegan al cerebro, un derrame cerebral.

Todos estos escenarios se han observado en pacientes con COVID-19 que no tenían factores de riesgo aparte de haber contraído el nuevo coronavirus.

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En el centro médico NYU Langone, Shari Brosnahan, una reanimadora especializada en pulmones, le dijo a la AFP que este caso es raro. Pero el número de pacientes a los que los coágulos le suben por las venas se duplicó durante la pandemia en casos críticos.

La relativa juventud de algunos pacientes es una sorpresa.

Brosnahan tiene actualmente a dos pacientes en torno a los cuarenta años en cuidados intensivos, uno de los cuales corre el riesgo de perder una mano y el otro, las dos manos y los dos pies.

"Los dedos a menudo pueden desarrollar gangrena seca", explica.

Normalmente, para estos casos se administran anticoagulantes como la heparina. Pero no siempre funciona y a veces causa hemorragias internas, como en Cordero, según su esposa, quien informa a sus fanáticos en su cuenta de Instagram.

"Esta coagulación no es como la coagulación regular", dice la doctora.

Muchos tienen "microcoágulos", dice, "hasta los capilares", que son los vasos sanguíneos más pequeños. Imposible operar este caso, a diferencia de los coágulos grandes en un pulmón o cerebro. La amputación suele ser la única solución posible.

Un artículo reciente realizado en Holanda para la revista Thrombosis Research encontró que el 31% de 184 pacientes sufrieron complicaciones trombóticas, una cifra que los investigadores calificaron de "notablemente alta", incluso aunque las consecuencias extremas como la amputación son raras.

¿Una clave o más?

En el Hospital de Veteranos de Nueva York, Cecilia Mirant-Borde, doctora de cuidados intensivos durante 25 años, dice a la AFP que casi todos los pacientes en su departamento son tratados con anticoagulantes, o incluso medicamentos más peligrosos que destruyen los coágulos.

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La doctora explica que ha descubierto innumerables microcoágulos en los pulmones, lo que aclararía otro misterio del COVID-19: por qué los respiradores artificiales parecen tan ineficaces. De hecho, la sangre no puede circular bien en los pulmones debido a los coágulos... y se va al cuerpo sin ser oxigenada. El respirador no puede hacer nada al respecto.

Primero en China, luego en Europa y ahora en Estados Unidos, los médicos aprenden en el trabajo e intentan documentar el fenómeno.

"He visto cientos de casos de coágulos en mi carrera, pero nunca había visto tantos casos anormales extremos", dijo a la AFP Behnood Bikdeli, especialista en medicina interna del Centro Médico de la Universidad de Columbia.

Bikdeli participó en una colaboración internacional de 36 expertos que recientemente publicaron sus recomendaciones en la publicación Journal of the American College of Cardiology.

Enigma persistente

Pero el enigma continúa: ¿por qué esta coagulación?

Quizás esto se deba a la historia cardiovascular o pulmonar de muchos pacientes, dice el médico. Quizás los coágulos son consecuencia del brote inflamatorio asociado con la enfermedad. "Cualquier enfermedad aguda, en sí misma, predispone a la creación de coágulos", explica Bikdeli.

Una hipótesis final es que el coronavirus actúa directamente sobre la coagulación.

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Pero en esta etapa, nada está probado.

Brosnahan está medio sorprendida.

“Los virus a menudo hacen cosas extrañas”, dice la médica y señala que la mononucleosis (Epstein-Barr) se ha relacionado con la leucemia, o el virus del VPH con el cáncer de cuello uterino. “Estamos descubriendo las cosas extrañas que produce este virus”, sentenció.


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