Por Toni Roberto, tonirobertogodoy@gmail.com

Hoy Toni empieza una serie dedicada a los históricos ruidos molestos que hoy ya son parte de la historia urbana asuncena.

El insoportable ruido de una cancha de tenis devenida en una de pádel al lado de mi casa me llevó a escribir esta serie que debía haber empezado el domingo pasado, pero como era el inicio del “tiempo de las rosas” decidí transformar en “flores de barrio”. El intenso ruido del fuerte peloteo, los gritos y las más de 180 pelotas recogidas del techo y el patio de mi hogar me llevaron a aquellos principios de los años 70, cuando en la recién inaugurada casa de mis tíos abuelos, en aquella época la elegante Villa Morra de las afueras de Asunción, empezaban los estruendos de las “primeras discos”, en este caso el J&C Discotec.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

LA CASA QUE TEMBLABA

Era el año 1973 y la nueva arquitectura de la casa diseñada minuciosamente por Jenaro Pindú empezaba a temblar a las primeras horas de la noche; las macizas puertas y gruesas paredes de aquella residencia eran ganadas por los ruidos de aquel “antro del sonido”. Desde el amplio balcón el tío pidiendo por favor que bajen los decibeles, del otro lado los improperios referidos a la edad del septuagenario.

En la misma época, otro punto de la ciudad, frente a mi vieja casa de la calle Alberdi, empezaba la construcción de lo que después sería el alto y escalonado edificio Mirasoles, construido por COOR, empresa que perteneciera en parte a los hermanos Scavone Yódice, en el predio de lo que fuera la vieja Carrería Nacional en Alberdi y Segunda. Esa esquina donde pasaban las legendarias “Aerolíneas 30″ y la vieja Línea 44, que unía los barrios asuncenos San Vicente y Loma Pytã, sumadas a todos los autos que venían de Sajonia y la construcción de aquella histórica torre de departamentos la convertía en una de las más ruidosas y peligrosas de aquellos principios de los años 70, que consta en la medición de los decibelímetros.

EL ARCHIVO BATAGLIA Y “LOS DECIBELÍMETROS”

El tema me hizo recurrir sin lugar a dudas al gran archivo del entonces concejal municipal de Asunción el Dr. Vicente Bataglia Doldán, que en 1976 trabaja denodadamente en la elaboración de una ordenanza que regule la emisión de ruidos, que ya empezaban con la aparición de los grandes bafles que “adornaban” los salones de las más conspicuas discotecas de la época, tanto en Villa Morra, en la zona camino a Itá Enramada y en el centro capitalino, así como también el incesante trajinar de los buses que pasaban por la calles y avenidas que atravesaban la ciudad.

En 1976, Bataglia, por iniciativa propia, al ver el problema de la polución auditiva, empezó a trabajar en el proyecto, que luego a finales del mismo año se convirtió en ordenanza municipal; el hombre, una persona proactiva hasta hoy, decidió ponerse en contacto con su amigo el Dr. Narciso González Romero, en aquel entonces director del ICB (Instituto de Ciencias Básicas), que quedaba sobre la calle España, institución que poseía los aparatos para medir los decibeles. Se colocaron aparatos en esquinas críticas de la ciudad de Asunción como ser EEUU y su intersección con las calles Cerró Cora y Azara; Colón y Gral. Díaz, y en la zona donde estaban las churrasquerías y parrilladas de la época como La Carreta o el Hermitage. Así, analizaron los efectos de estos ruidos en el bienestar de los ciudadanos e incluso el otorrinolaringólogo Macoritto hizo su tesis sobre las consecuencias de los ruidos molestos en los habitantes de la ciudad de Asunción.

LAS PUBLICACIONES DE 1976

A partir de ahí el tema empezó a tratarse en los medios escritos, radiales y en el único canal televisivo de la época. Así, una publicación de diciembre de 1976 del diario La Tribuna decía con un gran titular textualmente: “Empezó una Tenaz Guerra Contra el Ruido Molesto”. En una parte de la nota dice: “El artículo primero expresa: ‘Prohíbese dentro de los límites de la ciudad en ambientes públicos y privados producir, causar o estimular ruidos molestos, innecesarios o excesivos, sea cual fuere su origen, cuando por razón de la hora, del lugar o por su intensidad afecten o puedan afectar al propagarse, la tranquilidad y el reposo de la población y/o cuando determinen perjuicios al medio ambiente”.

En el 2019, después de 43 años de aquella ordenanza municipal, se promulgó la ley contra los ruidos molestos, donde se le da toda la responsabilidad a la Policía Nacional. Hoy, a 46 años de aquel histórico trabajo que derivó en una importante ordenanza municipal contra los ruidos molestos, todo sigue igual y las sendas publicaciones de los antiguos medios de la época ya son parte de la historia como el incumplimiento de ella.

Así, de los ruidos de Alberdi y Segunda, donde jugaban carrera las líneas 30 y 44 con los legendarios kamikazes que traían contrabando desde la zona del río frente a Clorinda hasta el Mercado 4 a principios de los años 70, hoy se convirtieron en duros golpes y gritos de mi pádel vecino en pleno barrio residencial, lo que nos demuestra que la historia es un gran círculo que solo cambia de forma, pero el fondo sigue siendo el mismo y aquellas primeras publicaciones sobre los ruidos molestos hoy ya son parte de la historia asuncena. Parafraseando a doña Clara Benza de Garófalo: “Solo me resta decir que nos falta un cacho de urbanidad”.

Bataglia Doldán, en una de sus charlas. Asunción, 1976.
Archivo Dr. Vicente Bataglia Doldán. La Tribuna. Asunción, 1976.
Archivo Dr. Vicente Bataglia Doldán. Asunción 1976.

Dejanos tu comentario