Otro día crucial para la selección y Eduardo Berizzo lo sabe. Confesó que la APF no tiene nada que pagarle si lo despide y lo más importante es que Paraguay esté en el Mundial.
Admitió que hasta ahora se lograron pocos triunfos. “Son pocas victorias, sí, pero puntos suficientes para estar en la pelea. Necesitamos un triunfo para engancharnos en el grupo de los 5. Si perdemos ante Bolivia no estamos fuera, seguiremos luchando por llegar al Mundial. Hay que seguir, faltan partidos. Todo sigue después. Las eliminatorias exigen ganar todos los partidos. Hay que encontrar otra manera de volver a ganar en noviembre. Que el triunfo o la derrota no te desconcentre”, aseguró.
SU CONTRATO
“Ningún problema con mi contrato, sabré qué hacer en su momento, no me debe nada, no tengo cláusula de salida. No tienen que pagarme nada por despedirme”, aclaró. “El problema es confiar en Paraguay, confiar en nosotros, no autodestruirnos. Lo económico aquí no importa en lo absoluto. Quiero que Paraguay vaya a Qatar conmigo o sin mí”, deseó el estratega.
REACCIÓN
“Tenemos la chance de revertir”
“Sabemos que en algún momento nos irá mal, como ahora, pero tenemos la chance de revertir. Intentaremos dar un cambio en lo futbolístico y es un gran momento para eso”, analizó Júnior Alonso. “Lo único que podemos hacer es trabajar doble para revertir esto con buenos resultados, es lo que manda. Hoy la realidad es que estamos a tres puntos de zona de clasificación, lastimosamente a algunos no les gusta eso y a otros sí. Si ganamos a Bolivia, los tres puntos nos colocan ahí de vuelta”, se animó.
Cuando se le preguntó acerca de poder convencer a la gente, resaltó: “Yo no necesito convencer a la gente, no soy político, soy jugador de fútbol. Tenemos un final, después de eso tendremos tiempo para pensar en el siguiente partido”.
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“Vine convencido de que podíamos clasificar”
El plantel de la selección absoluta de Paraguay entrena a puertas cerradas este lunes a las 9:30 en el Carde de Ypané.
A las 16:45, la delegación parte rumbo a la ciudad de San Pablo, donde mañana se disputará el encuentro clave ante Brasil en el estadio Neo Química Arena, desde las 21:45.
La Albirroja está casi clasificada al Mundial 2026 y precisa confirmar su boleto directo con un puntito.
El ambiente es óptimo en el seno de la Albirroja tras el triunfo 2-0 sobre Uruguay. En cuanto al reemplazante del suspendido Andrés Cubas, aparece como primer candidato a ocupar su lugar en el equipo Mathías Villasanti, quedando más relegado Damián Bobadilla. De todas formas, todavía no está confirmado el once, pero faltan detalles.
“Vine a Paraguay convencido de que podíamos clasificar a la Copa del Mundo, sino no asumía este compromiso. Tenemos un grupo de muchachos con un corazón enorme, que van a luchar por este país para ponerlo en el lugar donde Paraguay merece estar”, declaró el entrenador Gustavo Alfaro este domingo en conferencia de prensa.
¡ESFUERZO GRANDE!
“Los jugadores hicieron un gasto muy grande contra Uruguay y ojalá no nos pase factura en el juego contra Brasil”, admitió Alfaro. El adiestrador aseveró que “es un partido en el que tenemos todo para ganar y nada para perder. Estoy seguro de la actitud que vamos a poner en cada partido. Del compromiso, eso no se negocia. Empezamos a transitar el cierre definitivo, quirúrgico”.
El DT de la Albirroja recibió a muchos fans, que se acercaron a brindar su apoyo a la selección.
TODOS A LA COSTANERA
Mañana martes 10 de junio, la Costanera de Asunción será epicentro de la pasión paraguaya con la Hinchada Albirroja Pilsen. Se trata de un evento para vivir el partido de Paraguay vs. Brasil, como si fuese una jornada para compartir en la tribuna con amigos, música y emoción. Pese a que la Albirroja jugará en San Pablo, el aliento se sentirá como en casa. Desde las 18:00, se habilitará la previa con premios, juegos, actividades de entretenimiento. Habrá un sector gastronómico con variedad de food trucks y bebidas.
La transmisión del partido será en pantalla gigante a través del canal oficial de la selección: GEN Albirrojo. Las entradas están en venta en la plataforma de Tuti y la instrucción es adquirirlas lo antes posible. La activación tiene respaldo de sponsors oficiales de la Albirroja y de la Asociación Paraguaya de Fútbol. Presentador oficial: Ueno Bank junto con Pilsen. Auspician: ApostaLa, Tigo y Paresa. Apoyan: GEN, MUV, Monchis, Tuti, itti y Puma.
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Argentina, 8va en el ranking mundial de optimismo para 2025
- Por Ricardo Rivas
- Corresponsal en Argentina
- X: @RtrivasRivas
El 53 % de quienes habitan la Argentina se sienten “optimistas” para recorrer este flamante 2025, según lo reporta Constanza Silley, directora ejecutiva de la consultora Voices. En el mismo reporte –al que accedió La Nación– el 26 % se expresa “pesimista” en tanto que 13 % se manifiesta “neutro” y un 8 % “no sabe” o se abstiene de responder cuando a poco de despedir al 2024 se les consultó acerca de “qué expectativa tiene usted para el año que viene”. El octavo lugar en un ranking de 37 países. Interesante, por cierto.
Los datos se distribuyen después que se conociera públicamente –el 19 de diciembre pasado– el contenido del Informe de Distribución del Ingreso que dos veces cada año divulga el gubernamental Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), en el que da cuenta que 38,9 % (unos 18,23 millones de personas) de esta población es pobre y que el 8,6 % (cerca de 4,04 millones) es indigente.
Apenas unos pocos días antes, el Centro para la Recuperación Argentina de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA), por su parte –también con datos recogidos por el Indec para la Encuesta Permanente de Hogares (EPH)– dio a conocer que hasta el segundo trimestre del año pasado “el aumento de los indigentes es significativamente superior al aumento de los pobres no indigentes”.
En ese contexto, el reporte de la UBA titulado “Pobreza e Indigencia en Argentina” distribuido el 4 de noviembre último, revela que –entre abril y junio 2024– se “registró un aumento sin precedentes en la pobreza” que alcanzó “un 55 %, y en la indigencia, que llegó a un 20,3 %”. Con los datos de la EPH del Indec, en la fecha indicada, la UBA hizo público en la Argentina de ese momento “6.012.772 personas viven en hogares indigentes”; que “un pico de individuos (de) 16.269.174 personas viven en hogares pobres” y que esos valores “son los más altos registrados desde 2016″.
Voices, por su parte, da cuenta que, en este país, el 48 % de las personas consultadas “cree” que 2025 será de “mejoría económica”; mientras que el 31 % dice creer que tendrá “dificultad económica”; el 15 % que este año “será igual”; y, un 6 %, “no sabe o no responde”. Cilley explica que en lo que tiene que ver con las “expectativas generales” de la sociedad argentina “respecto al 2025, se observa que 5 de cada 10 encuestados (53 %) confía en que será mejor” que 2024 y señala que los datos muestran “un mejoramiento del optimismo en comparación con el año pasado” que fue mensurado “a finales de 2023″, antes de que el presidente Javier Milei se hiciera cargo del gobierno el 10 de diciembre de aquel año. Entonces, “un 42 % de los encuestados expresaba una visión esperanzadora para el futuro”.
Detalla Constanza Cilley, que –en cuanto a expectativas– “se observa que los hombres argentinos muestran un mayor optimismo en comparación con las mujeres (61 % y 46 % respectivamente)” y que, “en términos de edad, los jóvenes son los más optimistas, con un 65 %” que aseguran creer en un 2025 mejor. Desde el análisis socioeconómico, “en los niveles más bajos” el optimismo de los hombres alcanza al 51 % en tanto que el de las mujeres se ubica en el 53 %. Así las cosas, “el optimismo alcanza su punto máximo, con un 61 %, en el segmento alto y en el medio alto”.
En lo concerniente a la expectativa económica para el año que recién se inicia, Cilley destaca que sólo “3 de cada 10 personas (31 %) consideran que el 2025 será un año de dificultad económica, (lo que marca) una caída notable respecto al 51 % de la medición de 2023 cuando se preguntaba sobre 2024. Los resultados evidencian que “el 48 % espera que 2025 sea de mejoría económica, solo un 15 % considera que será igual (que 2024) y el 6 % se muestra indeciso”.
Precisa además que el estudio demuestra que las personas “adultas, de entre 50 y 64 años (55 %), así como los jóvenes de 18 a 24 años (54 %), son los más optimistas” de cara al año que recién se inicia en tanto que las “mayores de 65 años son las más preocupadas, con un 42 %” que cree que tendrán “dificultades económicas”.
En cuanto a los niveles de optimismo económico, Constanza Cilley explica que “si bien el segmento alto y medio alto son los más optimistas respecto a la situación económica (posible en este) año, con un 57 %” de positividad, “también se observa una mejora” respecto de un año atrás “en el segmento medio (que) registra un 47 % de menciones positivas (contra 30 % antes de iniciar 2024), mientras que el segmento bajo alcanza un 46 % (contra 28 % en 2023)”.
Vale destacar que en el orden global las mediciones de “optimismo” para 2025, según el informe de Voices, arroja los siguientes resultados: En el mundo, el optimismo más alto se verifica en Arabia Saudita –país ubicado en el puesto 37 del ranking de desarrollo humano– con el 82 %; seguido de Bangladesh -18,7 % de pobreza– con el 78 %; China -0 % de “riesgo de pobreza”– con 71 %; Kosovo –45 % de pobreza– con 67 %; e, India –”en el puesto 105 de 127 países en el Índice Global del Hambre de 2024, con una puntuación de 27,3 (nivel grave)”– con 66 %.
Por su parte, el “optimismo” social en los Estados Unidos de América alcanza al 45 % (puesto 17 en el ranking que distribuye Voices; en Rusia, 40 % (puesto 21); en Suecia y Reino Unido, 39 % (puestos 22 y 23, respectivamente); España, 34 % (puesto 24); Suiza y Alemania, 32 % (puestos 26 y 27, respectivamente.
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Paraguay y la felicidad del grado de inversión
Los que usualmente leen este humilde espacio de opinión saben que soy un militante declarado de la apelación al optimismo en lo que hace a la política, la estrategia y la comunicación. Me ha tocado trabajar asesorando campañas y candidatos en otros países y debo decir que a los paraguayos nos cuesta bastante, con pena debo decir que en el extranjero saben valorar el derecho que tenemos los seres humanos de buscar la felicidad. El viernes, el presidente de la República, Santiago Peña, nos contaba a todos los paraguayos que teníamos motivos para celebrar, para ser felices.
Comunicaba en un video que el Paraguay alcanzó el tan ansiado grado de inversión. No pienso escribir sobre las implicancias económicas propiamente dichas de este enorme paso, a estas alturas eso ya lo habrán leído en otros espacios de entendidos (y otros que guitarrean) en la materia.
Haber llegado al grado de inversión no es un acto de magia, ni mucho menos de fe. Es una consecuencia de un proceso que arrancó hace por lo menos dos décadas con el gobierno de Duarte Frutos quien tomó un Estado fundido a las puertas del default luego del orgiástico periodo de González Macchi y casi toda la década de los noventa marcada a fuego por una pobreza que no paraba de subir, desmadres en el sistema financiero, debilidad en los liderazgos, intentonas golpistas y mil quilombos más.
Luego de Nicanor, vino Lugo quien a pesar de su ideología supo tener cuidado con no interrumpir el camino iniciado, luego vino Federico un periodo breve pero negativo en lo que hace a los altos niveles de corrupción. Y el Partido Colorado volvió al poder de la mano de Horacio Cartes, que encontró las arcas tan vacías que el Estado tenía para funcionar apenas unos días, así y todo, logró ponernos como país en condiciones competitivas gracias a una serie de medidas y reformas.
El tumultuoso periodo de Abdo Benítez tuvo zonas grises, en lo que hace al proceso que nos ocupa se dio una politización de los órganos económicos que históricamente habían estado aislados de la politiquería como la Seprelad, el BCP y otros. Ahora le toca a la administración de Peña y Alliana coronar este proceso con el anuncio, en gran medida gracias a contar con una agenda propia que no se deja influenciar por los agoreros del pesimismo y la mala leche. Mención especial para las Cámaras del Congreso donde se han sabido construir mayorías gracias al diálogo y el arribo de consensos que han facilitado la aprobación de diversas iniciativas legislativas que han allanado este camino. ¿Se dieron cuenta que no hablé de economía ni finanzas, ni cuestiones técnicas que a Doña Juana le cuesta asimilar? Lo hice porque en el fondo haber llegado al grado de inversión se trata de política. Como siempre en este espacio.
El siguiente desafío es mantener y sostener el grado de inversión. Fortalecer y optimizar el proceso para asegurar que vengan las inversiones en el menor tiempo posible. Con las inversiones vendrá el desarrollo y con el desarrollo llegará el bienestar de la población. Y cuando hablo de bienestar, hablo de defender la alegría como un derecho, como suelo escribir cada tanto.
Apelar al optimismo, las sonrisas, los abrazos, un buen apretón de manos, el amor, la familia unida. El grado de inversión (también) se trata de esto: más oportunidades para que las familias paraguayas vivan mejor que fue la principal bandera en el periodo electoral; con trabajo, seguridad, salud e infraestructura. Y que el acceso a estas oportunidades sea lo más amplio/// posible, con una macroeconomía que llegue y se sienta en todos los niveles sociales, con énfasis en los de mayor pobreza. Esa es la hoja de ruta de la política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a.
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Démosle espacio al optimismo
Políticamente hablando, ya está demostrado que vivir en la indignación (por la indignación en sí misma) no funciona. Es verdad que el pesimismo, el desgano, el pirevai y otras emociones negativas pueden llegar a movilizar en algún grado, pero nunca logran hacerlo en mayor medida que las emociones que los estudiosos etiquetan como positivas.
Con los medios pasa lo mismo. Algunos apuestan todas sus fichas y casi de manera integral a las noticias negativas. Si surge alguna positiva hacen un denodado esfuerzo para buscarle puntos negativos. Tan solo por citar dos ejemplos: el concurso de méritos para que jóvenes ocupen cincuenta puestos de trabajo en la Cámara de Diputados o la postulación y posterior elección del reconocido abogado Diego Moreno como miembro de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Y en todos los casos los periodistas encuentran a gente que descarga su bilis en redes sociales, con énfasis en X, para seleccionar a su próximo entrevistado. No importa si para eso se hace famoso a algún mentecato.
Otros medios lo que hacen, hasta ahora dudo si es igual o incluso peor que los primeros, es quitarle prioridad a los contenidos periodísticos y políticos y han virado el foco hacia los llamados “creadores”, alientan formatos supuestamente más atractivos para mantener la atención dentro de sus plataformas. Predomina la perimida idea de que por ser política es aburrida. Cuando que lo que importa (y hay suficientes muestras de ello en otros países) son las formas de contar la política. Una misma noticia política se muestra en todos los medios, lo que la gente busca es el valor agregado de los contextos, el análisis, el enfoque y el pienso.
Luego, y por las razones recién expuestas, si a la población lo único que le llega sobre la política es mala onda, más vale que se va a concluir es que la política efectivamente es pura mala onda. Si aquellos medios que deben balancear la cuestión apuestan a degradar su calidad, le están regalando un hermoso campo de crecimiento a los que solo apuestan al pesimismo. Es simple y llano sentido común. Si en unos años más la población termina optando por opciones electorales que manipulen la indignación no habrá nada por lo cual quejarse.
Los paraguayos estamos pasando por un período que podría considerarse positivo. Hay elementos para desarrollar una narrativa potente, desafiante, con líneas editoriales que den un espacio relevante al optimismo sin que eso implique sacrificar la calidad. Los consumidores se lo merecen, las marcas y aunque les cueste creerlo también la política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a.