En Dubái, el templo del lujo y las fiestas, Lindsey lo tiene todo para ser feliz. Pero al igual que otras expatriadas solteras sabe que acabará marchándose porque está convencida de que nunca conocerá a alguien “para formar una familia aquí”.

“Aunque tuviera el mejor trabajo, no me quedaría. Tengo amigas que llevan aquí años. Todas están solas”, dice esta profesora francesa en una terraza del centro de la ciudad, al pie del Dubai Mall, uno de los centros comerciales más grandes del mundo.

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“Aunque me divierto, aunque tengo amigos, aunque no estoy sola, estoy perdiendo el tiempo”, sentencia esta mujer de 32 años. En los últimos años, la ciudad-estado del Golfo, pobre en petróleo, ha desarrollado la economía gracias a los expatriados que van y vienen para trabajar en las finanzas, la comunicación, el lujo, el ocio o la tecnología.

Más del 90% de los 3,3 millones de habitantes del emirato son expatriados, entre ellos muchos trabajadores pobres del subcontinente indio, pero también árabes, europeos y estadounidenses que forman la clase media.

Lindsey, que lleva en Dubái desde hace unos dos años, utiliza la aplicación de citas Tinder “por primera vez” y no da crédito a la exhibición de músculos y coches de lujo. “Es posible que no encuentre a nadie en Francia, pero tengo la impresión de que el potencial será mucho mayor que aquí”, estima.

Divertirse y marcharse

La psicóloga clínica Thoraiya Kanafani afirma haber acompañado a muchos solteros que sufren una “sensación de soledad en Dubái”. Según ella, todas las grandes ciudades presentan “dificultades” para crear relaciones, pero en Dubái el fenómeno es exagerado.

“El hecho de que Dubái se perciba como una ciudad de tránsito desempeña un gran papel en la reticencia o la dificultad para comprometerse”, explica. A largo plazo, este sentimiento puede tener consecuencias más graves que un mal de amores, como estados depresivos, estrés, problemas de salud o adicciones, enumera la psicóloga.

Waed, consultora de diseño, ha vivido toda su vida en Dubái y se casó en 2008. Ahora, divorciada y con dos hijos, esta mujer de negocios, consciente de que es “inteligente, bella y carismática”, tiene dificultades para encontrar pareja.

“¿Salir con alguien en Dubái? Si alguien te dice algo bueno al respecto, ¡es falso!”, exclama esta palestina de 34 años que ha usado Tinder solo “cuatro días” porque no aguantó más. “Estoy segura de que algunas personas quieren comprometerse, pero muchos vienen aquí por unos años, ganar dinero, hacer carrera, divertirse y después se van”, constata Waed.

“Necesitamos más que eso”

Muchas de sus amigas se han ido de Dubái a pesar de “una muy buena vida en DIFC”, un distrito de negocios de lujo lleno de bares y restaurantes. Ahora “todas” han dejado atrás la soltería. Y sus parejas nada tienen que ver con sus antiguos y estereotipados criterios de perfección, explica Waed.

“Aquí tienes que tener un aspecto perfecto, estar a la altura, tener un buen coche, poder pagarte un buen restaurante. Estás en Dubái para montar un espectáculo”, asegura. La comunidad homosexual no se queda al margen en esta ciudad musulmana que la tolera siempre que se mantenga discreta. Un puñado de bares le abren las puertas en secreto y se puede esquivar el bloqueo de las aplicaciones de citas gay a través de VPN (redes privadas virtuales).

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“He conocido a la mayoría de los hombres con los que he tenido algún tipo de relación en las aplicaciones”, afirma un expatriado brasileño de 35 años que no parece tener problemas para ligar. Pero también le cuesta encontrar pareja: “Quieren seguir libres por si encontraran algo mejor. Y como no se ven viviendo a largo plazo en Dubái, prefieren no comprometerse”.

Este ejecutivo de una multinacional se quedará en Dubái “mientras tenga sentido para su carrera” pero la dificultad de establecer relaciones estables podría empujarlo a marcharse porque “los seres humanos necesitan más que proyectos profesionales para realizarse”.

Fuente: AFP.

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