Desde la mañana del miércoles pasado, en las redes sociales, principalmente en Instagram y Facebook, mujeres de todo el país están sumándose a un reto que consiste en subir una fotografía de ellas mismas o selfie en blanco y negro para dejar un mensaje claro a la sociedad: dejar a un lado las críticas y cuidarnos entre todas.
El desafío empieza cuando una amiga envía a otra el siguiente mensaje: “Tuve cuidado de escoger a quien creo que va a cumplir con el desafío, pero sobre todo a quien comparte el siguiente pensamiento: entre mujeres existen muchas críticas por lo que deberíamos cuidarnos unas a otras. Somos lindas de la forma que somos”, inicia el texto.
Y continúa: “Publicá una foto sola en blanco y negro, escribiendo ‘desafío aceptado’ y mencioname. Luego, identificá a 9 mujeres para enviar el mismo mensaje al privado. Te elegí por ser increíble, inteligente, admirable, valiente, capaz, ingeniosa, simpática y buena amiga”.
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Entre ayer y hoy, las redes sociales de Paraguay se llenaron de fotos de mujeres que compartían la intención de este reto. La conductora de televisión Marilé Unger compartió su selfie y escribió un texto sobre la importancia de la sororidad en estos tiempos: “Me sumé al desafío porque muchísimas mujeres a quienes admiro profundamente me tuvieron en su mente. Qué cosa maravillosa que nos admiremos y celebremos entre nosotras”, destacó.
Asimismo, la actriz y locutora radial Fátima Fernández Mercado aceptó el desafío de quienes la nominaron y reflexionó al pie de la foto que subió: “Que este desafío no quede solo en el blanco y negro, sino cobre color en el día a día. Apoyarnos entre nosotras, evitar criticarnos, dejar de ver a la otra como rival y empezar a encontrarnos como aliadas. Rompamos con ese mito de que la peor enemiga de una mujer es otra mujer; somos mucho más que eso. Somos fuertes, valientes, y sobre todo hermosas por ser nosotras mismas”.
En cuestión de horas, el reto fue creciendo en Instagram y Facebook, y llegó a figuras como Lali González, Bibi Landó, Mica Chamorro, María E. Núñez, Menchi Barriocanal, Andi Ruiz Diaz, Kassandra Frutos, entre muchas otras.
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Hace 64 años, las mujeres paraguayas accedieron al derecho al voto y a ser electas
Una fecha como hoy, 5 de julio de 1961, Paraguay había dado un paso histórico hacia la equidad, al promulgar la Ley N.º 704/61, conocida como la Ley de Derechos Políticos de la Mujer, que otorgó a las paraguayas el derecho al voto y a ser electas.
Este acontecimiento marcó un antes y un después en la historia del país, aunque también reveló los rezagos en materia de igualdad: Paraguay fue el último país de Sudamérica en consagrar por ley el sufragio femenino.
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No obstante, este derecho no llegó como dádiva, sino como fruto de décadas de lucha incansable de mujeres que alzaron su voz en tiempos en que el silencio les era impuesto. Entre ellas, se destaca la persistencia clave de la Liga Paraguaya Pro-Derechos de la Mujer, fundada en 1951, que articuló esfuerzos locales e internacionales —en contacto con la Comisión Interamericana de Mujeres de la OEA— para impulsar la aprobación del voto femenino.
Las paraguayas ejercieron por primera vez el sufragio en elecciones municipales en 1963. Este hecho fue parte de un proceso regional más amplio: países como Ecuador (1929), Brasil (1932), Uruguay (1938) y Argentina (1947) habían avanzado antes en el reconocimiento de los derechos políticos de las mujeres. La conquista legal en Paraguay representó el cierre de una larga brecha en el continente.
Sin embargo, si bien la ley abrió la puerta, el camino hacia la participación política plena encontró nuevas barreras. La hegemonía masculina en los partidos políticos limitó el acceso real de las mujeres a cargos públicos. La representación femenina, durante décadas, fue marginal.
Hoy, a 64 años de aquella histórica ley, el derecho al voto femenino sigue siendo un símbolo de lucha, justicia e inclusión. Un sistema democrático auténtico solo es posible cuando todas las voces son escuchadas. Las mujeres, desde sus distintas realidades, aportan perspectivas valiosas que enriquecen la toma de decisiones, fomentan políticas más efectivas y promueven el desarrollo sostenible.
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“El retrato es una forma de crear un espacio con el otro”
El fotógrafo paraguayo Juanjo Ivaldi Zaldívar se instaló por primera vez en ese alejado territorio en 2009. Ahora vive en Seyðisfjörður, transformado por el contexto, un planeta distinto, como dice. El artista visual nos habla sobre la esencia de su nueva muestra y sus vivencias en la “tierra del fuego y el hielo”.
- Por Jimmy Peralta
- Fotos Juanjo Ivaldi
El pasado 17 de junio se habilitó en Islandia la muestra “Dejar aparecer”, del fotógrafo paraguayo Juanjo Ivaldi Zaldívar, una propuesta coordinada por Auður Mikaelsdóttir que presenta un centenar de retratos de ciudadanos de Höfn, un pueblo de alrededor de 2.200 habitantes, donde el compatriota vivió un tiempo. “Dejar aparecer” es una forma de buscar pasivamente el momento artístico, tanto para permitir que este logre manifestarse, en este caso la imagen frente al observador, así como para el artista permitirse ver y captar la obra, en el caso de Juanjo, registrar con la cámara con el máximo respeto al retratado.
Ivaldi vive su segunda estadía en la isla. En 2009 fue por primera vez, para volver en 2014. Cinco años después volvió a instalarse y a revivir la conexión que le permite ese planeta que se le representa como Islandia, como paisaje y humanidad como contexto. “En el retrato, lo esencial no se fabrica: se revela”, cita el texto de convocatoria a la muestra. Juanjo habló con La Nación del Finde sobre esta iniciativa, su experiencia en Islandia, y la búsqueda ética y estética que propone él con esta colección.
–¿Cuál tu primera vinculación con Islandia antes de ir y la primera en construir al llegar allá?
–Pensar en esto me llevó directo a una memoria de una sala de fotografía con un piso de ajedrez en el “Instituto de la imagen”. Coincidentemente, la primera vez que escuché sobre Islandia fue en un curso de fotografía que tomaba en Paraguay, allá por el 2006 o 2007, no recuerdo muy bien. Alguien puso música de Sigur Rós… ese sonido… lejano, como si viniera de otro mundo. Hoy, mientras te respondo a estas preguntas, vuelvo a poner Sigur Rós y preparo un café. Mi primer vínculo real con Islandia fue por Sunna, una mujer bellísima de estas tierras, a quien siempre voy a estar profundamente agradecido por invitarme a llegar hasta acá. Con ella tuvimos una relación de jóvenes curiosos en esos años, y un día me dijo: “¿Por qué no nos vamos a Islandia?” Yo le dije “¡Jaha!”. Y bueno, fue así como Islandia pasó de ser ecos sonoros (primero conocí su música), después solo imaginación, a convertirse en un hogar.
Llegar desde Paraguay en 2009, con 25 años, fue como aterrizar en otro planeta, Islandia es otro planeta. Recuerdo un paisaje más negro que verde: extensiones de lava, montañas, cielos inmensos, inmensidad más inmensidad, bum, un aura boreal, 24 horas de día, 24 horas de noche y silencios. Hermosos silencios. No era el Islandia “turístico” de hoy, era un país más reservado, lleno de barrios y a la vez más salvaje. Esa naturaleza en todas sus formas, honesta, me atrapó de una forma que nunca imaginé. Creo que, en ese primer invierno, mientras la nieve caía sobre un planeta que apenas empezaba a conocer, supe que algo en mí también estaba cambiando. Para siempre.
–¿Cómo definirías al retrato, y cómo lo diferenciarías de otras formas fotográficas?
–Para mí, el retrato es una forma de crear un espacio con el otro. No es una imposición de la mirada, del “yo fotógrafo” quiero que vos persona hagas esto para que el “yo fotógrafo” sobresalga. En mi experiencia, un retrato ocurre cuando el otro puede emerger, cuando no se lo interrumpe ni se lo fuerza a ser algo. En este sentido, lo diferencio de otras formas fotográficas que a veces buscan captar lo espectacular, lo inmediato o lo evidente. El retrato, en cambio, es más lento. El retrato es espera. Uno se queda esperando un gesto, una pausa, un silencio donde algo del otro se revele. Es como transitar el mundo analógico de la fotografía. Suele haber un segundo donde la persona decide darte algo, o a veces se le escapa, porque siempre está ahí. En mi búsqueda del retrato, no trato de fabricar una imagen, sino dejar que algo que ya está, como la dignidad, una verdad, incluso una herida, se asome, de formas diferentes. Y cuando hay escucha, cuando hay tiempo, ahí entre dos personas, esa imagen puede convertirse en un espejo donde alguien se reconozca con una dignidad que quizás había olvidado. Por eso, para mí, retratar es también un acto de respeto.
EL TRAYECTO
–¿Cuándo empezó a tener forma de muestra esta colección de fotos?
–Esta última exhibición de retratos tiene sus raíces en una experiencia previa del año 2023, cuando trabajé junto a Greta Clough en una región del norte de Islandia. Allí realizamos una serie de entrevistas y retratos que culminaron en la muestra Fl(j)óð, una exposición fotográfica centrada en mujeres de origen extranjero que vivían en Húnaþing Vestra. Compartimos las historias de 33 mujeres de la comunidad, celebrando sus raíces y abriendo espacios de reflexión sobre el lugar que ocupan las mujeres inmigrantes dentro de la sociedad islandesa. Este proyecto fue muy bien recibido y tuvo buena cobertura mediática en el país. Inspirada en esa experiencia, Auður Mikkelsdóttir se puso en contacto conmigo con la idea de hacer algo similar en Höfn, una localidad del sureste a donde llegamos juntos con Tess Rivarola en 2019 y donde vivimos por más de un año. Esta vez, el enfoque estuvo puesto en las y los habitantes de la comunidad. Así comenzó esta nueva etapa.
Durante tres meses hice lo que más me gusta en la vida; manejar en ruta islandesa, escuchar música y fotografiar. Viajé desde Seydisfjördur (un pequeño fiordo del este donde vivimos desde el 2020) a Höfn todos los fines de semana, unos 150 km, atravesando dos rutas de montaña que alcanzan los 600 metros de altitud y no pocas veces están cubiertas de niebla. Conocí y fotografié a 114 personas. En cada encuentro conocí algo nuevo de esta cultura. Tomé café como nunca antes en mi vida. Acá cada vez que llegas a una casa no importa la hora que sea te invitan café. Cada persona me mostró algo nuevo de la forma de ver la vida que tienen los islandeses. Y así fue tomando forma la muestra: como un retrato colectivo que busca reflejar la diversidad del pensamiento, la memoria compartida y lo cotidiano de quienes habitan este rincón del sureste islandés.
–¿Qué sensaciones o intenciones conectan o vinculan entre sí a las fotos de esta muestra?
–Una serie de fotografías puede narrar una historia, pero en esta muestra de retratos el hilo no es argumental. No hay un relato lineal, sino una atmósfera que se construye desde la escucha. Para cada retrato, lo único que pedía era que la persona eligiera el lugar donde quería ser fotografiada. Algunos escogieron sus casas; otros, los caminos donde pasean con sus perros. Algunos volvían a las granjas de sus abuelos, a los establos donde cuidan caballos, ovejas o gallinas. Esas elecciones no fueron casuales: en esta serie de retratos el paisaje no es fondo, es parte del cuerpo. Creo también que lo que une estas imágenes es una intención compartida porque para ser retratado hay que querer ser visto.
En muchos de estos retratos se puede leer el arraigo profundo que cada islandés tiene con su tierra. Para muchos, decir “soy de tal lugar” es un acto de orgullo. Y no es solo una frase: es literal. Algunos nunca salieron de su pueblo Son de ahí, y lo son a mucha honra. Cada persona retratada iba trayendo una nueva perspectiva; su forma de pensar. Y, sin embargo, algo se repetía, remitiendo a algo ya escuchado antes, al otro lado de la isla. Y así se fue tejiendo más o menos, una sensación de intimidad, de presencia, de pertenencia. Quizás lo que une estas imágenes no sea lo que se ve, sino lo que se intuye: una vibración, una confianza, una forma de mirar que no busca transformar, curiosea. Lo que deseo es que cada retrato sea una puerta entreabierta entre la presencia y el misterio.
OBSERVACIÓN Y ESPERA
–¿Cómo llegás vos a la idea de “dejar aparecer” y qué pensás que te aporta como fotógrafo en el contexto donde te manejás?
–El concepto de “dejar aparecer” lo tomo prestado de Humberto Maturana, biólogo chileno, quien plantea que amar es permitir que el otro sea, sin forzarlo a cumplir con nuestras expectativas. Me quedó resonando, y con el tiempo entendí que eso también era lo que yo buscaba al retratar. Coincide con mi manera de aproximarme al retrato, no desde la dirección ni la construcción, sino desde la observación y la espera. Yo no me siento tanto un fotógrafo que “arma” imágenes, sino alguien que observa, que acompaña. En el contexto donde vivo, el “countryside” de Islandia, el tiempo se percibe de otra forma, las personas tienen otras formas de relacionarse. En el momento del retrato, las personas acá pueden llegar a ser muy cerradas para nosotros los “sudacas”. Pero eso es una interpretación desde una expectativa del otro. Aquí, se vuelve clave ser observador, quedarse quieto. Acompañar el silencio entre los dos, acompasar el momento. Aquí no se pueden forzar las cosas. Entonces uno, como fotógrafo, va generando el espacio, las condiciones donde la persona pueda mostrarse, si quiere, si lo siente. Puedo decir hoy que “dejar aparecer” se ha vuelto para mí una ética del mirar y del convivir.
–¿Podrías comentarnos algo de Höfn?
–Höfn es un pequeño pueblo al sureste de Islandia, rodeado de playas negras, glaciares del Parque Nacional Vatnajökull y montañas que respiran con el clima. Tiene tormentas de viento, neblinas… y unos amigos maravillosos. Llegamos allí con Tess Rivarola en mayo de 2019. Hay algo en su paisaje: el viento te habla, o la luz cambia de golpe y te muestra otras formas. A primera vista puede parecer un lugar aislado, pero después de esta experiencia fotográfica me di cuenta de que tiene una vida comunitaria generosa. Vivimos un año con Tess en las afueras de Höfn, Hólmur, en una casa amarilla, con el glaciar como jardín. Después de esa experiencia armamos una exhibición en conjunto: con poesías de Tess y fotografías mías, que se llamó “Mirada extraviada”. Tess tiene mucho que ver con mi desarrollo como artista. Me empujó a buscar más profundidad, a ir más allá. Exige como loca, y eso sirve muchísimo.
–¿Cómo es tu vida allá?
–Ahora vivimos en Seyðisfjörður, en el este de Islandia, a 661 kilómetros de la capital. Mi vida hoy es bastante tranquila, ya no farreo tanto, también intensa en otros aspectos. En el día a día cocino, saco fotos, tomo helado, voy a nadar, chismoseo con la gente, me plagueo… y otras cosas que no te voy a contar porque seguro que mi vieja va a leer esto. Siento que, en lugares como estos, donde el tiempo se mueve más lento, uno puede escuchar mejor. Mirar las cosas en sus diferentes formas y estados.
Escuchar a los demás, y también a uno mismo. La naturaleza no es solo un complemento o una foto para Instagram: es un personaje más que convive entre nosotros, con el que uno dialoga todos los días. Te guste o no. Reykjavik, Höfn, Seyðisfjörður… Islandia me ha dado algo valioso: la posibilidad de mirar con más atención, de reinventarme, de sanar, de perdonar, de crecer de muchas formas. De vincularme con la gente de otra cultura, desde las diferencias y el respeto. Y de construir un ritmo de vida más acorde con lo que necesito en este momento.
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“Solo me quieren por mi cuerpo”, el reclamo de Chenny TV a los hombres
La creadora de contenido Chenny TV (32) reclamó que los hombres solo siguen a las influencers por sus atributos físicos, como el busto y los muslos. En un TikTok, publicado este viernes, la esteña llegó a la conclusión de que sus seguidores no valoran su creatividad o personalidad, sino únicamente su cuerpo.
“Me salió el TikTok de un tipo, que estaba diciendo que ahora hay muchas ñembo influencers, que se la pasan hablando de sus vidas, contando sus cosas y que nadie quiere saber eso, que en realidad lo que ellos quieren ver en su titi, y su tevy”, empezó diciendo Chenny.
“Me invadió la duda de cómo yo sigo manteniéndome en esto, será por mi titi inexistente o por este perro culazo, yo pensaba que era por creativa, divertida, pero no, solamente me quieren por mi cuerpo, me sirve”, admitió.
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Su comentario generó reacciones como: “¿Quién tiene en cuenta la opinión de un tipo?“, ”Primera paraguaya con personalidad que me gusta", “De cualquier forma facturas Chenny, detalle umía“, ”A mi ko me encanta tu contenido” o “Y la que facture baby“.
Sobre Chenny TV
Los inicios de Chenny se dieron en Facebook, con videos cortos. “Yo comencé en otro rubro, que es la fotografía. Cuando yo era fotógrafa, empecé a hacer videos, exclusivamente hice un video para el sorteo para mi página, cuando llegó a 1.000 seguidores, hice un video del sorteo. A partir de ese video muchos de mis conocidos me alentaron para hacer videos”, contó a La Nación/Nación Media.
Fue en el año del 2015 cuando la esteña incursionó a la creación del contenido en línea. La misma hace parte del grupo de creadores en línea del Cero 904. Actualmente, Chenny suma más de 869.000 seguidores en TikTok, 559.000 en Facebook, 561.000 en Instagram y 153.000 en YouTube. La joven reveló a sus fans que sería madre en 2020; desde entonces la maternidad hace parte de su contenido.
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“Somos buenos”: Karol G se sinceró sobre su intimidad con Feid
La cantante colombiana Karol G participó en el último episodio del programa español “La Revuelta”. La Bichota fue invitada para promocionar su nuevo álbum “Tropicoqueta” y charló además de aspectos personales, incluyendo su vida sexual con su pareja, el reguetonero Feid.
En un momento de la charla, la cantante de “Latina Foreva” reveló que lleva días sin ver a Feid, por lo que estaría en una pausa sexual. “Hace 13 días exactos que no veo a mi novio, pero lo veo en dos días y somos buenos para ponernos al día. Esa cuenta te la actualizo en la próxima entrevista”, dijo entre risas, dejando en claro que saben aprovechar el reencuentro.
Además de ese momento cargado de insinuaciones, Karol G habló de su próxima gira, del cariño del público y de cómo su vida cambió con la fama, aunque admitió que a veces le cuesta lidiar con tanta exposición. También esquivó con humor la pregunta sobre su patrimonio: “El banco está bien, gracias a Dios”.
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Sobre Karol G y Feid
La relación entre Karol G y Feid arrancó en el 2021, justo después de grabar la canción “Friki”. Al principio, esa conexión fue “secreta”, pero los chismes y las pistas en las redes sociales cada vez eran más fuertes.
En su documental “Mañana fue muy bonito”, Karol G reveló que la conexión se hizo más fuerte durante una competencia de Nintendo en el 2021. Finalmente, en el 2023 la pareja oficializó su relación, aunque optaron por mantener un perfil bajo.