La cineasta paraguaya Paz Encina fue distinguida ayer en el premio a Mejor Dirección por su filme documental “EAMI”, en el marco del Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires (Bafici), en su vigésimo tercera edición.
El documental fue proyectado durante el festival en la última semana, compitiendo dentro de la categoría “Vanguardias y Género”, junto a otras 27 realizaciones de diferentes países.
Otros premiados dentro de esas categorías son los filmes “Marlén, retrato de unas tetas peludas” (Chile) de Javier de Miguel, como Mejor Cortometraje; y “La Mif” (Suiza) de Fred Baillif, como Mejor Largometraje y Gran Premio.
“EAMI” se adentra en el pueblo ayoreo en el Chaco y “es la historia de los desterrados.
Es la memoria de un pueblo que tuvo que dejar su lugar de origen, aquel monte, cada vez más pequeño, para adaptarse a la vida de los ‘coñones’ palabra que en ayoreo significa insensible o insensato y es la palabra con la que nos definen”, explica Paz en su obra. La película que será estrenada en Paraguay el próximo 19 de mayo, fue seleccionada en el festival Visions du Réel, dedicado al cine documental en la ciudad de Nyon, Suiza; y obtuvo mención especial del jurado en el 34° Festival de Cine Latinoamericano de Toulouse, Francia.
Los anteriores documentales de Paz Encina fueron “Hamaca Paraguaya” (2006), por la que obtuvo el Fipresci en Cannes; y “Ejercicios de Memoria” (2016).
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“La guarania es un enorme aporte a la humanidad en tiempos de imperiosa necesidad de la paz”
Entre guitarreo y guaranias, el cantante Ricardo Flecha comparte con Augusto dos Santos este “Expresso”, de GEN/Nación Media. La destacada voz del folclore nacional cuenta anécdotas fundacionales que lo llevaron a transitar con éxito el difícil camino de convertirse en músico a tiempo completo, desde sus primeras incursiones en el canto en una escuela del oeste de Asunción, sus influencias, su consolidación y el proyecto de gira nacional e internacional como parte de la campaña en pro de la declaración de la guarania como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.
- Fotos Cristóbal Núñez
ADS: Don Ricardo, ¿en su casa había música?
–RF: Sí, había música. Mi hermano era un comprador compulsivo de discos. Había un negocio en la calle Estrella y 15 de Agosto. Creo que era de los Ríos, donde se vendían discos. Él trabajaba a una cuadra de ahí. Así es que música había, mi papá era músico.
–Suponía tener un tocadiscos en la casa.
–Claro. Teníamos uno de esos que se llamaban combinados, que era un mueble enorme. Ahí escuchábamos los discos que mi hermano compraba. También tenía la visita de algunos músicos amigos de mi papá, que era amigo de los hermanos Larramendia, un grupo de música con una historia brillante. Y también se cruzó un par de veces con José Asunción Flores. Él era un músico amateur, que acompañaba a Rubito y compañía a la serenatas que se hacían en aquel entonces. Estoy hablando del barrio San Antonio, en el límite con el barrio que hoy se llama Hospital, que era la zona del Hospital de Clínicas, toda esa zona de la Marinería y de la loma San Jerónimo.
–Y aprendiste de tu viejo entonces.
–Sí, algunas notas aprendí de él. Mi papá sabía algunas canciones paraguayas y, por supuesto, como era de esperarse, todas esas canciones mexicanas. Él tenía un cantor preferido, que se llamaba Ortiz Tirado.
–¿Alguna vez pensaste por qué hubo tanta hermandad entre Paraguay y la música mexicana?
–Creo que nos parecemos mucho más con los mexicanos que con cualquiera que está por acá cerca. A los mexicanos les gustan los tiros, les gusta el trago y los gritos como los paraguayos.
HISTORIAS PATERNAS
–Entonces, ¿se puede entender que la guitarra vino con el viejo?
–Sí, con papá y sobre todo las anécdotas. Mi papá era sistemático en contar historias. Entonces, me contaba la historia de algunas serenatas. Había unas historias que yo siempre le pedía que me contara una y otra vez, que era sus viajes a Buenos Aires. Él estuvo en el cuartel, él era marinero. Y entonces iba cada 25 de mayo a Buenos Aires con la cañonera y hacían los desfiles. Aprovechaban esos cuatro o cinco días que se quedaban ahí y se iban a ver partidos de fútbol. Él contaba que fue a ver un par de veces los partidos de Arsenio Erico. Él tenía dos íconos, que eran Arsenio Erico y José Asunción Flores.
–Ser marinero siempre te lleva más allá que de tu aldea.
–Exacto. Mirá cómo son las cosas que él traía los discos de (Carlos) Gardel. Tal es así que yo en mis primeras incursiones en las veladas yo tenía el peinado engominado de Gardel.
–¡Qué extraordinario Gardel!, su vida y como músico.
–Y de una visión que ya desapareció, porque Gardel era un cantante con mucho carisma. Y lo que son las cosas. Gardel se encuentra con Astor Piazzolla en una película en Nueva York y hay una escena cortita en la que Piazzolla hace de vendedor de diarios. A través de Gardel yo también me fui interesando por la música que no sea la música paraguaya.
DEBUT
–¿Cuándo fue tu presentación en sociedad como el pibe del barrio o de la escuela que canta?
–Y en la Escuela San Antonio, que es una escuela parroquial que quedaba a dos cuadras de mi casa. Yo le tengo que agradecer a mi profesora de música, que no recuerdo su nombre ni su apellido, que nos llevaba al salón de música, donde había un piano y ella nos enseñaba canciones patrióticas. Yo aprendí “Acosta Ñu”, “Nanawa”, las canciones sobre el mariscal López con la profesora de música.
–¿Cómo fue esa primera vez que cantaste la versión en español del himno de Los Beatles?
–Todo esto es culpa de mi hermano, que compraba los discos y por ahí yo escuché una versión en español de “Hey Jude”, que es una hermosa canción que le dedican al hijo de Lennon, que es Julian Lennon.
–¿Qué representó para vos este grupo?
–Era un sentimiento extraño porque en realidad no comprendíamos la letra de las canciones. Ahí aprendí que la música es un idioma universal porque más allá de no entender la música de Los Beatles nos marcó a todos. Uno después va reflexionando sobre la obra de Los Beatles y, más allá de Los Beatles, sobre la obra y la forma de ver el mundo que tenía John Lennon.
–¿Formalmente nunca hiciste un ingreso al mundo de la música con otro ritmo que no sea el folclore?
–La verdad que te voy a sorprender. Mi primer grupo se llamaba “Los caimanes del Caribe”.
–¿Hacías música tropical?
–Claro (risas).
–¿Cómo qué por ejemplo?
–”La piragua” y las canciones de Los Wawancó, que marcaron época. Entonces, hacíamos serenatas para la gente del barrio.
VOCACIÓN TEMPRANERA
–¿Cómo empezó toda tu vida en un mundo más formal de decir “soy músico”?
–Yo a los nueve años cuando subí por primera vez a un escenario ya quería ser músico y después pasó toda esa etapa de escuchar y cantar. El disco de Vocal 2 fue realmente un disco que me marcó para escuchar la música paraguaya. Hubo un lapso entre los 10 y los 13 años que escuché mucho rock and roll, porque a mi hermano le gustaba. Escuché “El lado oscuro de la luna”, Yes, Supertramp, Deep Purple. Tenía un vecino que tenía una terraza, que eran los Martínez, que tenían también un combinado y ahí nos encontrábamos todos y bailábamos. Cuando mi hermano en el año 73 compra el disco –y te digo esto porque es importante, ya que después el tiempo y la historia nos va a juntar– me llamó la atención como arreglador Óscar Cardozo Ocampo. Dije yo “qué genial, qué genio”.
–¿Ya empezabas a tener oído para el arreglo?
–Para los arreglos y a mí me encantaban esas reversiones históricas de la música paraguaya que ya tenían un sonido contemporáneo. Después aparece el disco de Mercedes Sosa homenaje a Violeta Parra y después Horacio Guaraní, Facundo Cabral y ahí el mundo va girando. Me impactó un reportaje que leí en una revista que se llamaba Radiolandia a Mercedes Sosa en el que decía “cantar con fundamento”. Se me quedó eso y escuchándole a otros me di cuenta de que el cantar con fundamento era una forma de vida y de hacer arte. Vi que Violeta Parra hacía lo mismo y después miré atrás y vi el disco de Vocal 2 y encontré “Kaaty”, “Minero sapukái”. Yo le preguntaba a mi papá, que viene de San Pedro del Norte, ¿qué lo que es el mensú? Entonces él me explicaba lo que era el mensú, lo que era un yerbal, todo lo que la gente sufría en eso. Entonces yo escuchaba que Flores era un cronista de su tiempo y a me gustó esa idea. Yo quería contar también las cosas que pasaban.
–¿Elegiste por influencia de la Negra Sosa el canto comprometido?
–Ya existía la nueva canción latinoamericana porque eso nace en el año 61 en Mendoza, con Tito Francia, Mercedes Sosa y (Óscar) Matus, que era la pareja de Mercedes, y Armando Tejada. Ese fue el germen y después se extendió por Chile con los Parra en el año 67, 68 y después en el 72, 73 ya con la nueva trova cubana. El nuevo cancionero argentino fue muy fuerte acá. Había un lugar que se llamaba la Guarida del Matrero con Santi Medina, Maneco Galeano, Óscar Gómez, que traían ese canto con fundamento.
–¿Cuál fue el primer grupo que integrás?
–Juglares.
PROYECCIÓN INTERNACIONAL
–¿Que fue también tu primera experiencia en un grupo que hacía giras internacionales?
–Sí. Llegamos a hacer giras nacionales e internacionales con Juglares. Juglares se separa en el 76 y los integrantes en aquel entonces eran Juan Carlos Chaparro, Juan Carlos dos Santos, Chondi Paredes y Jorge Crouch. El creador del grupo fue Carlos Noguera, que una o dos actuaciones tocó con ellos. Yo les veía a ellos en la televisión y me conmovió la formación de Juglares porque tenía guitarra, cello, flauta dulce. Había un programa que se llamaba “Tercer tiempo”, que se emitía desde el Hermitage, que era un restaurante con música y durante las siestas se hacía un programa deportivo con Edgardo Villalba Viccini y había como entremeses musicales. Ahí tocaba Juglares y yo realmente me quedaba prendido, porque son las dos pasiones que yo tengo, el fútbol y la música. En el 79 viene Chondi Paredes y me dice “queremos invitarte para rearmar el grupo”. Chondi me llama porque nos encontramos en uno de esos 15 de mayo, cuando en el barrio nos juntábamos 20 chicos y hacíamos serenata al Día de la Madre.
–¿Y ahí te escuchó?
–Sí, y en aquel entonces había como un renacer nacional, había un sentido patriótico y tiene que ver mucho también con el momento político que vivía el Paraguay. Había venido Nelson Rockefeller y había habido una represión. Era 72, 73. Había una izquierda nacional que estaba fomentando muchas cosas. Se llamó un tiempo el Movimiento Independiente, pero en el fondo eran todos progresistas y de izquierda. Se hizo el festival de homenaje a Flores y el homenaje a Emiliano R. Fernández en el estadio Comuneros. Todo ese momento yo pasé a través de mi hermano, que estaba en la universidad. En algún momento dado tuve diferencias con mi papá porque él tenía mucho temor de que yo me dedique a la música.
–¿Por qué?
–No quería que termine bebiendo y fumando. Una vez me escapé de la casa una noche para una serenata y cuando volví él me estaba esperando en la pieza con la luz prendida. Él entonces me encara y me dice “¿a vos te gusta la música?”. Sí. Yo tenía 12 años. “Yo te voy a dejar salir, pero con tu hermano, pero prometeme algo: ni vas a fumar ni vas a beber”, me dijo. Así empezamos una relación muy fuerte con mi hermano. Yo me iba a un colegio nocturno y mi hermano estaba en la Facultad de Derecho en la Católica. Yo me iba junto a él después de las clases para esperarle y le pedía permiso al profesor Telechea para entrar a la clase de Derecho Romano. Entonces me decía “usted se va a sentar allá atrás y se va a quedar calladito”.
–Hablanos un poco del nuevo cancionero paraguayo.
–La gente le encasilla al nuevo cancionero paraguayo como un grupo de músicos contestatarios, de canto de protesta. Odio ese tema porque yo creo que ese rótulo nos puso al enemigo. Nosotros seguíamos la tradición del canto social, pero si vos te ponés a pensar y analizar el nuevo cancionero dio muchísimas canciones que están en el gusto popular que no tienen que ver con eso.
RADIOGRAFÍA DEL PARAGUAYO
–Como cualquier encasillamiento no solamente es antipático, sino reduccionista.
–Mirian Pacuá me dijo una cosa fantástica. Es como decir que Flores lo único que hizo fue ralentizar la polca y nació la guarania, una cosa tan reduccionista. Flores fue un hombre increíble. Hay un trabajo intelectual demasiado grande que pasa por las dos vertientes de la guarania, la popular y el poema sinfónico. Si vos escuchás los 12 poemas sinfónicos que se grabaron en Rusia, son como una radiografía del paraguayo.
–¿Quién era Flores para vos?
–Flores fue un paraguayo fundamental, un hombre que tenía esa capacidad de resumir. Primero tenía la capacidad de mirar, ver y retratar porque eso es lo que hizo, retrató en su música al paraguayo. Yo no conozco ni un paraguayo hasta ahora que no se conmueva estando acá o estando en otro país con una guarania, eso ya es fundamental, es el ADN del paraguayo y Flores consiguió eso porque fue un hombre que caminó muchísimo y hay una elaboración intelectual en su obra. Hay una elaboración intelectual, hay como un ethos. Él descubrió eso, de tanto andar, de tanto mirar las culturas originarias, la Asunción de aquella época, que tenía todavía un vestigio fuerte del interior.
–¿Y él hizo un camino a los otros paraguayos que fueron a Buenos Aires?
–Allá se desarrollaron muchas cosas. Allá él se encontró con José Bragato, que era cellista de la orquesta sinfónica del Colón. Bragato le ayudó muchísimo en el tema de cómo estructurar las cosas. Antonio Pecci es el biógrafo oficial para mí de Flores, el que tiene la precisa. Todo lo que yo escuché, esto que te estoy contando yo escuché de Agustín Barboza, que fue uno de los cantores de Flores, yo compartí muchísimo con él. Y por suerte hoy aparece Antonio Pecci, que va escribiendo, que va haciendo la memoria de Flores.
–Los biógrafos son fundamentales.
–Sobre todo alguien como Antonio, que ama la obra de Flores y tiene una concepción de Flores, que también se hizo esa pregunta que vos te hacés porque ahí arranca también toda su investigación, quién era y por qué llegó a donde llegó.
LA MAGIA DE DOS GENIOS
–Hay un momento en que se produce un cruce histórico entre Flores y Manuel Ortiz Guerrero. ¿Qué es ese mágico momento?
–Es la magia de dos genios. Yo recuerdo un momento, por un lado triste y por otro lado sería, como dice la canción, entre el espanto y la gloria, que es el momento en que Ortiz Guerrero le dice “yo quiero hacerte la letra de ‘India’”. La letra de “India” ya estaba, fue hecha por Rigoberto Fontao Meza. Flores accede y es la versión que nosotros conocemos ahora.
–No te puedo creer que hay otra versión.
–Sí, se enojó Fontao Meza. Y ese es un momento duro, pero a la vez es un momento ícono de la unión de Flores con Ortiz Guerrero, que para mí es la dupla de oro de la guarania. Tienen “India”, “Buenos Aires, salud”, “Ne rendape aju”, “Panambi vera”. Tienen cosas que son irrebatibles.
–Una pluma maravillosa, un romántico que llegó tarde, pero llegó oportuno al mismo tiempo.
–Y hay un parecido extraordinario con un poeta que en aquel entonces era tan grande como Rubén Darío en Nicaragua, que tiene más o menos ese estilo de expresión.
–¿Cuáles son algunas de las obras que escribiste últimamente?
–Acabo de hacerle una canción a Mirian y al amor que nos tenemos, que se llama “Colibrí de fuego”, y compuse parte de la música de “Aguyje, Maestro”, con Patrick Altamirano y la letra con la gente de Purahéi Soul y Mirian. También compuse una canción con Orlando Rojas, un paraguayo que vive en París y se llama “Estás”, que es también otro poema para Mirian.
–Contame la historia de Flores comunista y de Flores en la Unión Soviética.
–La obra de Flores está impregnada de su visión del mundo. No hay que olvidar que él nace en un momento histórico de todo ese movimiento mundial del socialismo y el comunismo, que era tan fuerte. Yo estoy de acuerdo con Carlos Pagura, el escritor cubano, que dice que fue la utopía traicionada del siglo pasado. Es como que alguien deje de ser cristiano porque hay curas que abusan de niños. Yo sigo pensando que ese es el norte y sigo pensando que con algunos cambios, algunas formas de ver el mundo más contemporáneas, se puede llegar por ahí a una sociedad mucho más justa, un mundo mejor es posible. Y Flores también pensaba en eso y por eso escribió todo eso.
PUENTE PARA LA PAZ
–Y Flores se proyecta ahora a un desafío universal con la declaratoria de patrimonio. ¿Cuál es el estado del arte de esa gestión? ¿Qué se espera para este año al respecto de ello?
–La carpeta ya se presentó en marzo de 2023. Previamente, y tengo que destacar la gestión de Nancy Ovelar, la embajadora paraguaya ante la Unesco, de cómo impulsó y organizó un concierto en la sede de la Unesco donde estuvimos nosotros presentando a la guarania, que fue como un encuentro con los de la Unesco, con los que van a votar, un acercamiento. Realmente después del concierto, muchísimos representantes de muchos países se acercaron a nosotros a decirnos “nosotros votamos para que la guarania sea patrimonio de la humanidad”. Fue un concierto en el que también contábamos los orígenes de la guarania y cómo se iba desarrollando y por qué pensábamos nosotros que era importante, porque la guarania tiende puentes, la solidaridad, la justicia social, de todo eso habla Flores. Y me parece que es un enorme aporte a la humanidad en este mismo momento donde hay muchos conflictos y donde es imperiosa la necesidad de la paz.
–Ojalá que suceda. Esto es en diciembre y es en Paraguay incluso (la reunión de la Unesco).
–Si se declara esto, un mes después, porque esto se decidirá entre el 2 y el 7 de diciembre, un mes después la guarania cumple 100 años, porque la primera guarania se escuchó en enero de 1925.
–¿Cómo ves la música hoy en Paraguay, sus cultores, su escuela, su promoción?
–Yo veo con mucho entusiasmo. Creo que esto de la guarania, la visualización de la guarania y que sea patrimonio cultural inmaterial de la humanidad nos va a obligar a nosotros, a los conservatorios, a echarle una mirada profunda a ese género musical que nos representa y que en cierta medida en el ámbito de la música Flores y Ortiz Guerrero reivindican el idioma guaraní, que en aquella época era perseguido.
–¿Entonces vos notás que hay una proyección hacia lo universal, pero que está bien aferrada a sus orígenes?
–Creo que tenemos que trabajar más, según mi criterio, que es discutible, a la parte de las raíces.
TRANSFORMACIÓN
–¿Murió el canto testimonial?
–No.
–¿Se transformó?
–Yo creo que sí. Si vos pensás que vas a seguir encontrando cantautores como (Joaquín) Sabina, Silvio Rodríguez o (Joan Manuel) Serrat, ya no. Fue parte de la historia y a partir de ahí el canto toma otro vuelo y entonces aparece René Pérez, de Calle 13, aparecen otros músicos importantes que te van dando, como decimos nosotros, la precisa, que miran la sociedad que les toca vivir, el mundo que les toca vivir, y van expresándolo a través de esos géneros musicales, que a veces tal vez no sean los nuestros, pero los cuales uno tiene que tomar. Por eso creemos que la guarania es una forma musical que deben tomar los jóvenes y contar las cosas de este tiempo con los sonidos de este tiempo. Vos te vas a la escuela, por ejemplo, y tocás una guarania como “Reservista purahéi” y puede que le guste a la gente, pero no habla de su realidad. Entonces, es importante ubicarle en el tiempo y esas canciones se escribieron en un momento histórico.
–Ricardo, ¿qué cosas vas a hacer de inmediato, de futuro? ¿Estás en producción?
–Tenemos dos proyectos, uno que es Guarania Universal, donde este primer corte de “Aguyje, Maestro”, que comparto con Patrick Altamirano, con El Princi, con Purahéi Soul, con Juan Cancio, que es una producción de Mirian Pacuá. Y la otra producción de Mirian Pacuá que se viene ahora, que es Guarania Inmortal con el Grupo Generación. Vamos a hacer nueve locales y uno en Buenos Aires. Es una gira nacional con lo mejor de las guaranias esperando diciembre. Estos son los dos proyectos grandes que tenemos.
“Flores fue un paraguayo fundamental, un hombre que tenía esa capacidad de resumir. Primero tenía la capacidad de mirar, ver y retratar porque eso es lo que hizo, retrató en su música al paraguayo. Yo no conozco ni un paraguayo hasta ahora que no se conmueva estando acá o estando en otro país con una guarania, eso ya es fundamental, es el ADN de los paraguayos y Flores consiguió eso porque fue un hombre que caminó muchísimo y hay una elaboración intelectual en su obra”.
“La guarania tiende puentes, la solidaridad, la justicia social, de todo eso habla Flores. Y me parece que es un enorme aporte a la humanidad en este mismo momento en el que hay muchos conflictos y donde es imperiosa la necesidad de la paz. (...) La declaración como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad nos va a obligar a nosotros y a los conservatorios a echarle una mirada profunda a ese género musical que nos representa”.
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Falleció Carlos Saguier, pionero del cine paraguayo
El cineasta Carlos Alberto Saguier Agüero, director de “El pueblo” (1969), considerado como uno de los grandes hitos del audiovisual paraguayo, falleció por la mañana de este viernes, a los 78 años, en un sanatorio de Asunción, luego de una larga dolencia. Esta tarde, a partir de las 18:00, será el velatorio en la sala Edén de Futuro, en avenida San Martín esquina Sucre, en Asunción; el sepelio será mañana a las 10:00 en Parque Cementerio de Luque, sobre la ruta a San Bernardino.
“Yo le dediqué toda mi vida al cine. Por esas extrañas cosas del destino no pude filmar nunca un largometraje. Intentamos desde ‘El pueblo’ para acá”, había expresado Saguier, en diciembre de 2018, en una entrevista para el diario La Nación/Nación Media, cuando su notorio mediometraje experimental se encaminaba a cumplir 50 años desde su estreno.
“La película se exhibió el 5 de diciembre de 1969 en el Centro Cultural Paraguayo Americano, durante una semana, hasta que un comentario que publicó Mario Halley Mora en el diario Patria acusándonos de comunistas, nos obligó a retirarla”, rememoró Carlos Saguier, hace seis años, al recorrer ese universo de 50 años que se ha forjado en torno a “El pueblo”.
Nacido en Asunción, el 12 de abril de 1945, Saguier fue socio fundador y el primer presidente de la Cámara Paraguaya de Empresas Productoras de Cine y Televisión (Campro), así como miembro honorario de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas del Paraguay, en que motivó la creación del Galardón “Carlos Saguier”, cuya primera edición se celebró en diciembre de 2018. El Congreso Nacional lo distinguió como Maestro del Arte en junio de 2016.
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Filmaciones escolares
La pasión por el cine de Saguier deriva de su padre, Pedro, quien le acercó a clásicos del cine y también filmaba momentos familiares con cámaras de 16 milímetros. Por lo que empezó a filmar en el colegio; y también tuvo por amigo a Jesús Ruiz Nestosa, quien le enseñó fotografía, y como era periodista de La Tribuna, solían acudir dos o tres veces a la semana a ver los estrenos.
Luego apareció en escena el cineclub de Óscar Trinidad, con películas que no provenían de Hollywood. “Nos puso en contacto con todo el cine”, destacó. “Fue muy valioso, no solo por lo que nos posibilitó ver, si no por las devoluciones, las charlas que ampliaban el universo de conocimiento”.
“Viendo algunas grandes películas me entusiasmó la parte mecánica del cine, cómo hicieron eso, de qué manera lograron”, contó Saguier. “Entonces empecé a hurgar en la historia y en la parte técnica del cine, y descubrí las grúas, las cámaras. Aquello fue creciendo”. Entonces, en 1964, con 18 años, Carlos y Jesús hicieron su primera película, de 27 minutos, en colores: “Francisco”, la historia de un canillita; que se perdió con una inundación.
Además de compartir el programa “Panorama cultural” en radio Chaco Boreal, entre seis amigos; Saguier junto a Ruiz Nestosa y Antonio Pecci encabezaban el colectivo Cine Arte Experimental, y realizaron los cortos “Ñandejára rekove” y “Una historia paraguaya”, antes de planear “El pueblo”.
La otra película
“‘El pueblo’ iba a ser un mediometraje, que era un preludio al largometraje que teníamos pensado”, refirió Saguier, quien en 1968 viajó con Pecci a Tobatí, con una cámara de 16 milímetros, durante 20 días. “En el pueblo nos encontramos con un microcosmos, un mundo increíble, detenido en el tiempo, que es lo que tratamos de exponer en la película. Una realidad como suspendida”, dijo sobre dicha localidad ubicada a 85 kilómetros de la capital. “El último colectivo hacia Asunción salía a las 16:00, después se desconectaba del mundo”.
“Trabajamos con mucha cautela para no tener situaciones de rechazo, y de hecho no tuvimos. Tratábamos de ser invisibles para capturar un momento”, señaló el cineasta, que remarcó la amabilidad de la gente de Tobatí. Junto a otras tres personas contratadas, parte de la película se grabó en el cementerio de Villeta, y en una quinta en Capiatá. “‘El pueblo’ fue una experiencia muy difícil, muy compleja. Filmábamos en 16 milímetros, nunca hubo un laboratorio de proceso en Paraguay. Teníamos que enviar a Buenos Aires, y así pasaban 10, 15 días. Lo que uno filmaba lo hacía a ciegas. A veces lo que veíamos no era lo que queríamos, pero no había condiciones de cambiar”.
El director estimó que “El pueblo” costó aproximadamente 7 mil dólares en aquella época, de los cuales 2 mil invirtieron en efectos, aunque hubo mucho gasto en viajes a Argentina, para tratar de editar el material en Laboratorios Alex, pero resultó infructuoso. A comienzos de 1969 volvieron a filmar algunas tomas, mientras Carlos tomó contacto con un estudio de Nueva York, y aunque viajó en marzo a Estados Unidos, ya no alcanzó a participar del trabajo de laboratorio como hubiera querido.
En 1983 cerró el laboratorio y se perdieron los archivos originales de “El pueblo” y otras 3 mil películas. Saguier emprendió una intensa búsqueda; e incluso una copia que tenía se arruinó. “Es toda otra película lo que ocurrió con los negativos de ‘El pueblo’, pero hasta hoy están desaparecidos. Lo que hoy podemos ver es gracias a una copia que hizo Juanca Maneglia de pantalla, en el 2001″, dijo. “Consideré por varios años que la película estaba perdida hasta que apareció esta copia, y cuando la vi quise llorar, era terriblemente mala, se movía todo, tenía 80 rayas, dije que esto no sirve, esto no es la película”.
No obstante, Saguier encontró “un milagro” en aplicaciones de restauración, que permitieron exhibir una versión “potable” en el encuentro Tesape del 2013. También halló un rollo original de la parte de colores, el sonido se remasterizó en el 2014; y la Orquesta del Congreso grabó la música creada por Luis Cañete para la película. El 9 de diciembre de 2019, esta nueva versión recuperada de “El pueblo” cerró el primer Festival de Cine del Paraguay en Argentina, en la Manzana de las Luces de Buenos Aires.
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Un gran futuro
En la entrevista para La Nación, el cineasta (que también era un gran cinéfilo) compartió su opinión sobre el cine que se estaba haciendo en Paraguay y su proyección con nuevas generaciones: “Es parte de mi orgullo de ver cómo evolucionamos en todo este tiempo, cómo hoy hay una pléyade de jóvenes que quieren hacer cine, que les gusta el cine y que les gusta un cine nacional. No como en aquella época en que no podíamos hablar en guaraní”.
“Le quiero decir a los jóvenes de hoy que no es el camino. Hay que salir de la publicidad, hay que hacer cine. Y lo que definitivamente no hay que hacer es televisión. Yo dediqué años de mi vida de la televisión, y mucho más trabajo y tiempo que ‘El pueblo’, y todo ese trabajo, todo ese tiempo y todos esos años no significaron absolutamente nada. Hoy, de todo lo que yo hice en estos 50 años, lo único que se conoce es ‘El pueblo’. Nadie habla de los grandes shows, de los programas cómicos, de los programas de política. La televisión es efímera. Lo único que importa es el cine. Los jóvenes tienen que dedicarse a hacer cine”, reflexionó.
Tras resaltar méritos de diversas películas paraguayas como “Hamaca paraguaya” (2016), “7 cajas” (2012), “Guaraní” (2016) o “Leal, solo hay una forma de vivir” (2018), comentó: “El cine es un medio de hacer arte, es un medio de expresar ideas, de comunicar, de compartir, de emocionar. Creo que nosotros tenemos todo por delante para contar sobre nosotros al mundo. Tenemos un gran futuro como cine. Nuestro cine tiene una enorme personalidad. Estamos haciendo cosas interesantes. Comenzamos a hacer ruido. Y eso, en la medida que podamos hacer factible nuestro Instituto de Cine, vamos a impulsar aún más”.
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La historia del rock paraguayo llegará a cines porteños
La película paraguaya “Sobrevive la música“ se estrena en Argentina a través del El Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (Bafici), con tres funciones como parte de la sección Música. El documental de Luis Bogado, que relata la historia del rock en Paraguay, tendrá su primera función el viernes 19 de abril, a las 14:40 en la sala 1 de Cinearte Cacodelphia (Av. Pres. Roque Sáenz Peña 1150).
Las dos siguientes proyecciones se trasladan al Cinépolis Plaza Houssay (Av. Córdoba 2135), en la sala 1, los días sábado 27, a las 16:30, y el domingo 28 de abril, a las 21:30. El largometraje de 123 minutos de duración fue estrenado en cines de Paraguay el 23 de noviembre de 2023, y actualmente se encuentra realizando un recorrido por festivales de cine.
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Organizado desde 1999 por el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, Bafici es uno de los festivales de cine más importantes de la región, que desarrollará su edición número 25 entre el 17 y 28 de abril, con más de 260 películas, entre largometrajes y cortometrajes, programados en aproximadamente 500 funciones en 6 sedes con 13 salas en total. Cuenta con tres secciones competitivas y este año inaugura una web propia: https://bafici.org.
“Sobrevive la música” surge en 2016, cuando su director inicia un camino de exploración hacia los orígenes de la música rock hecha en Paraguay. A raíz de la ausencia de información centralizada, empieza una investigación con una serie de encuentros con referentes de la escena. El resultado es una película que revela hechos, anécdotas y puntos de vista sobre la música contemporánea en Paraguay, desde sus orígenes hasta la actualidad, que, a su vez, forma parte de un proyecto transmedia con el libro “Tengo un tema“ y el sitio web Rock.com.py.
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Sector porcino apunta a la alta genética y mejor productividad
El sector porcino registra un robusto desempeño económico gracias al crecimiento que registran sus exportaciones. Desde la Asociación Paraguaya de Productores de Cerdos (APPC) explicaron que, de cara a este escenario, los productores buscan prepararse aún más atendiendo las buenas perspectivas que tiene el rubro. El presidente del gremio, Enzo Manarinni, comentó a La Nación/Nación Media que se encuentran mirando a mediano plazo, teniendo en cuenta el contexto internacional. Una alta genética y una mejora en la productividad serán muy importantes para lograr avances. “Nos volvemos más eficientes con una mejora genética, tenemos que invertir en eso”, dijo.
Además, se apunta a un mejor manejo sanitario que finalmente resultará en una eficiencia en la productividad. “Para eso sí necesitamos créditos para ir apalancándonos financieramente ya que necesitamos mejoras estructurales”, sostuvo. Agregó que todos los pequeños y medianos productores deben unir esfuerzos para tener voz y lograr desarrollarse a la par que las industrias.
Para debatir sobre estos puntos, la APPC brindó una charla el sábado 6 de abril acerca del rol del pequeño y mediano productor en el contexto de las exportaciones. “Queremos que los productores tomen conciencia del contexto en el que Paraguay hoy se encuentra en la producción porcina, cómo esto puede beneficiarlos directamente, y la importancia de estar agremiados para poder ver esto como un beneficio social y no solo económico”, explicó.
Remarcó que unas buenas exportaciones dejan a todos los industriales ocupados en las salidas y descomprimen el mercado local en beneficio de los pequeños y medianos productores porcinos, quienes hoy no están pudiendo satisfacer la demanda del mercado interno. “Necesitamos satisfacer la demanda y la habilitación de nuevos frigoríficos que ofrezcan servicios de faena para exportaciones, falta que vengan los mercados”, acotó.
Las perspectivas que se tienen apuntan además de Taiwán a Uruguay, la habilitación de Chile, Japón o Corea. Recordó que fue solicitada una reunión de carácter urgente con el Viceministerio de Ganadería a fin de discutir asuntos cruciales relacionados con la producción de cerdo en nuestro país y buscar soluciones colaborativas que beneficien a todo el sector, pidiendo una visibilidad adecuada dentro de la agenda nacional dado su importante papel en la economía del país y su potencial para el desarrollo rural. Hasta el momento no se tuvieron respuestas y aguardan el retorno de la dependencia.