Después de que el Gobierno para­guayo decidiera la utilización de toda la energía de la hidroeléc­trica de Yacyretá que le corres­ponde, de manera insólita el Gobierno argentino reaccionó tomando represalias contra el Paraguay. Estaba habituado a que nuestro país le cediera la electricidad para­guaya a precios irrisorios que no paga, por lo que desde el sábado 16 de setiembre inició la retención de camiones paraguayos que traían gas licuado de petróleo a nuestro país, y que luego fueron liberados.

Esta actitud inamistosa aparentemente solo perjudicaría a las empresas paraguayas y finalmente a cierto número de consumido­res. Pero el mensaje político que contiene es muy importante, pues demuestra que los altos funcionarios del vecino país no tienen la cordura necesaria para el manejo de las dificultades y demuestran un escaso res­peto hacia el Paraguay, su vecino y socio en algunos emprendimientos de relevancia. Como los paraguayos no les ceden la ener­gía paraguaya de Yacyretá, las autoridades argentinas, muy cuestionadas en su país por la ciudadanía debido a sus desaciertos, toman represalias para castigarles.

Como es habitual en casos como este, los argentinos involucrados encontrarán un pretexto o una explicación técnica, inventada con mucha imaginación, para justificar la medida. Pero en los hechos prácticos la retención de los camiones paraguayos es un bofetón que duele mucho. Nadie es tan tonto como para creer en las explicaciones que están ofre­ciendo. Ni siquiera ellos mismos.

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Aunque se trata de una medida que no tiene un peso económico muy grande, la reten­ción por la fuerza de los camiones que vienen a Paraguay es un vulgar chantaje. Repre­senta una lamentable extorsión a nuestro país, que no se puede aceptar bajo ningún tipo de explicaciones técnicas o diplomá­ticas que quieran disfrazar tontamente la cruda realidad. En otras palabras, es una vulgar agresión, aunque intenten disfrazarla con otros ropajes. Oficialmente, el Gobierno nacional no se había pronunciado todavía, porque estaba recabando informaciones, como corresponde hacer antes de tomar alguna medida. Pero algunas autoridades nacionales y fuentes empresariales han sido muy claras en interpretar lo acontecido y en rechazar el chantaje.

El presidente de la Cámara de Diputados, Raúl Latorre, consideró que la medida del gobierno de Alberto Fernández es una ven­ganza por el retiro paraguayo de la totali­dad de la energía que le corresponde en la hidroeléctrica de Yacyretá, como lo han interpretado la mayoría de los legislado­res que en un pronunciamiento recha­zaron la actitud del vecino país.

Fuentes diplomáticas señalaron que la Cancille­ría nacional estaba preparando una nota para pedir explicaciones a las autoridades argentinas sobre la retención de los camio­nes que venían a nuestro país, algunos de los cuales fueron liberados en la víspera. No hay duda de que es un asunto político que se debe resolver con la intervención del ámbito diplomático, ya que las cargas rete­nidas están en regla y solo se trataría de una medida política.

Las relaciones actuales con la Argentina no son fáciles para el Paraguay, por la actitud de las autoridades del vecino país, que técnica­mente pueden considerarse inexplicables, aunque se entienden perfectamente por el momento que están viviendo actualmente. Es inexplicable cómo el ministro de Econo­mía y candidato presidencial del oficialismo, Sergio Massa, que estuvo hace pocas sema­nas hablando amablemente con las autori­dades nacionales en Asunción, se pase ahora despotricando contra nuestro país en sus discursos de campaña electoral.

En diferen­tes presentaciones, en varias ciudades, se pasó diciendo mentiras, como que Paraguay le debe a la Argentina por Yacyretá, como le gusta señalar para supuestamente azu­zar el sentimiento argentino. Las autorida­des paraguayas no deben caer en el error de devolver agresión por agresión, porque no corresponde hacerlo a un país manejado por gente seria. Deben intensificar las negocia­ciones con espíritu tranquilo, sin reaccio­nar a las provocaciones de Buenos Aires, con toda la firmeza que sea necesaria.

El Gobierno argentino debe parar con sus agresiones que harán peores sus relaciones con los demás países. Tiene que cumplir las normas internacionales a que está obligado como nación que pertenece a una comuni­dad internacional civilizada.

El peaje ilegal en el Paraná y la retención de camiones, aunque los hayan liberado des­pués, son inaceptables. Debe eliminarlos totalmente. No ayudarán a resolver los pro­blemas. Y acaso tampoco a ganar las eleccio­nes del 22 de octubre.

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