Lastimosamente, las instituciones de control, de inteligencia y seguridad son las grandes aplazadas durante este gobierno. La agenda política ha desplazado los temas de interés para la ciudadanía y algunos entes de inteligencia han sido mal utilizados. Recuperar la moral y perseguir los objetivos de combate a la corrupción deben ser prioritarios para este gobierno, al que le queda poco tiempo, y para los posteriores.
Hemos visto que secretarías como las de Anticorrupción, Antidrogas, Anticontrabando, ministerios de seguridad como Interior, así como instituciones de inteligencia, en el caso de la Secretaría de Prevención de Lavado de Dinero o Bienes (Seprelad), vienen disparando para todos lados, menos para salvar al país de la real corrupción que lo carcome.
Es imposible que en estos 4 años hayan existido apenas 18 casos relevantes con indicios de hechos punibles. Sin embargo, desde la Secretaría Anticorrupción solo pillaron esta cantidad de supuestos hechos de corrupción, cuando hay un mar de denuncias y desfalcos que tienen hastiada a la ciudadanía.
La Unidad Interinstitucional Anticontrabando es burlada a todas luces por el comercio ilegal producto del contrabando. Desde puestos de venta de combustibles a lo largo de las rutas de nuestro país hasta grandes comerciales, centros de distribución, calles y avenidas están invadidas por productos de todo tipo que ingresaron en negro a nuestro mercado.
No podemos olvidar, gracias a investigaciones periodísticas, el caso de los 40 grandes camiones que ridiculizaron los controles de la Armada Nacional para meter grandes cantidades de productos de contrabando. Hasta ahora, este caso no ha sido resuelto; peor aún, las altas autoridades anticontrabando continúan con los deficientes resultados al frente de estas sensibles instituciones de verificación.
Recientemente, gracias a la prensa de nuevo, nos enteramos cómo los organismos de seguridad han sido vulnerados en temas muy delicados como las investigaciones de inteligencia a estructuras del narcotráfico.
Las filtraciones desde la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) como desde el Ministerio del Interior, avisando a los jefes narcos de los operativos que se activaban, no pueden quedar impunes. La Justicia debe llegar a los responsables, estamos arriesgando grandes cooperaciones internacionales de inteligencia en el combate al crimen organizado.
Las escuchas transcriptas en el informe de inteligencia del operativo antinarcótico A Ultranza Py, el más grande del país en los últimos tiempos, comprometen seriamente a los organismos de seguridad. No se puede seguir dejando al zorro al cuidado del gallinero. Las filtraciones direccionadas contra el adversario de turno han perjudicado enormemente con la desinformación y han hecho perder de su misión a las instituciones que deben velar por la seguridad del país.
Lo ocurrido con las filtraciones desde la Seprelad hace un tiempo, tratando de instalar evidencias contra el enemigo político, es una verdadera vergüenza. En plena etapa investigativa, la irresponsabilidad del entorno del presidente de la República generó escándalo con facturas viralizadas, cuyos conceptos fueron distorsionados por medios de comunicación que en ese momento estaban en plena campaña política a favor de un sector del Partido Colorado.
Esta peste de filtraciones maniobradas que contaminan estas principales instituciones de control debe ser sanada. Quien tome la posta del país tendrá la misión de despolitizar las referidas entidades antes de que terminen prostituyendo completamente los objetivos del Estado.
No obstante, es importante reconocer la pelea que hacen desde la Contraloría General de la República y la Dirección Nacional de Contrataciones Públicas, dos organismos de control desde donde se han dado muestras importantes en resguardo de la cosa pública. En honor al trabajo de estas instituciones, no podemos seguir tolerando que se politicen organismos que tienen en sus manos nuestra seguridad, nuestra economía y otros derechos que nos conciernen.
El presidente de la República todavía tiene tiempo de descabezar las entidades de inteligencia, seguridad, anticontrabando y anticorrupción para evitar que se sigan destrozando, tal como manifiestan algunos críticos sobre la situación que nos toca.
Fortalecer el control a través de instituciones con administraciones serias, objetivas, que se aboquen a perseguir la corrupción, la impunidad y no al adversario, es la única vía en el combate delictivo. Los acomodados que se aprovecharon de la coyuntura y las alianzas políticas para copar puestos de control deben ser destituidos por vulnerar la misión objetiva.
Mirar para adelante es corregir los errores, acudir a servidores públicos leales a los intereses de la sociedad, para que estos recuperen el timón que hemos perdido en la ofensiva contra la ilegalidad, es una obligación para quienes gobiernen.