La Comisión Disciplinaria de la Federación Internacional del Fútbol Asociado (FIFA) dio a conocer la resolución por la que suspende de por vida al presidente del club Olimpia, Marco Trovato, por la manipulación de partidos y faltar a su obligación de cooperar durante el procedimiento disciplinario. La medida, que puede ser recurrida en un plazo de 10 días, señala que la sanción guarda relación con el amaño de encuentros de fútbol llevados a cabo durante los años 2018 y 2019. En esos años el club decano del fútbol paraguayo salió campeón en varios torneos. La disposición disciplinaria de la entidad máxima del fútbol mundial viene a confirmar publicaciones realizadas por los medios de este grupo y que en su momento habían motivado agresiones y amenazas contra el personal periodístico involucrado. Es también un golpe a las malas prácticas que algunos dirigentes utilizan en el más popular de los deportes y que en otros países han producido duros castigos para los clubes involucrados con pérdidas de puntos y hasta descenso de categoría.

La sanción dada a conocer por el máximo organismo mundial del balompié ha sacudido al fútbol paraguayo con tintes de escándalo y vergüenza. Escándalo, por constituir una abominable acción en el más popular de los deportes de nuestro país y vergonzoso, porque es una bajeza practicada por gente sin escrúpulos que se beneficia con las trampas y pretende simular una dignidad de la que carecen.

En este caso particular representa un logro periodístico importante porque mediante la investigación prolija y el cuidadoso empleo de la información se pusieron a conocimiento del público los turbios manejos que envenenan el fútbol paraguayo que ahora sanciona la entidad internacional. Pone de manifiesto que por encima de los peligros que corren los trabajadores de la prensa que son agredidos por publicar las noticias está el amor por la verdad y el afán de comunicar sin cortapisas.

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Así como la organización mediática internacional WikiLeaks ha difundido numerosas informaciones comprometedoras de manejos políticos y económicos en otros países, así este medio ha dado a conocer las filtraciones de los datos que se tenían sobre las investigaciones que realizaba la FIFA sobre el amaño de partidos por parte del directivo olimpista.

La difusión de los hechos para arreglar los resultados de los encuentros deportivos para beneficio del club dirigido por Trovato no fue del agrado de los involucrados y sus colaboradores, que llenaron de improperios a los medios que los difundían. Como era de esperar, los denunciados produjeron amenazas hacia los periodistas con la intención de hacerlos callar, ya que no estaban en condiciones de demostrar que lo publicado no correspondía a la realidad. En razón de que los informes que se hicieron públicos eran de una materia muy sensible, se respetó el anonimato de las fuentes y se difundieron con todo cuidado.

Bajo el peso del amedrentamiento y el peligro de ser atacados también físicamente, el goteo de la información se fue dando con la seguridad de que se estaba contando la realidad, sin inventar ni agregar nada, con el único fin de comunicar lo acontecido en numerosos casos de amaño de partidos. Obviamente, no se esperaba el aplauso de los involucrados en las acciones, pero tampoco el ser objetos del tipo de intimidaciones que se produjeron.

El castigo del organismo internacional es un golpe para la sociedad paraguaya que es salpicada por hechos que involucran a dirigentes sociales, en este caso del fútbol. Por esta razón, las personas sancionadas por la vergonzosa práctica de amañar encuentros de fútbol tendrían que recibir también un castigo moral de parte de la comunidad para demostrarles que la descomposición no se puede aceptar en ninguna de las actividades.

Los hechos de corrupción, de la índole que fueren, no se pueden admitir bajo ningún ropaje ni tipo de explicación. Son repudiables, y sus autores, aparte del castigo penal correspondiente, deberían sentir vergüenza como exponentes de la inmundicia de la sociedad.

La prensa debe continuar su misión de informar con el fin de buscar la verdad, porque su función no es precisamente agradar a nadie. Su único y vital compromiso es reflejar la realidad tal como es y no como algunos quisieran.

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