Disidencia entre el Gobierno y la UIP genera interesante debate
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La preferencia por los productos de factura nacional en las compras públicas es una práctica habitual en la mayoría de los países más adelantados del mundo. A raíz de ello han podido desarrollar su industria y su competitividad para entrar en el mercado internacional a competir en calidad y precio con los productos de otras naciones. Porque se parte de un razonamiento elemental: si uno no valora suficientemente lo suyo, cómo podría pretender que en el mercado externo se le dé valor a lo que se menosprecia en la propia casa.
El tema no es simple, porque tienen fundamentos también los que piensan diferente y pregonan el dogma de la libre competencia a ultranza. Aunque en los hechos prácticos los grandes proclamadores de la libre empresa, la sana competencia y afines, se cuiden muy bien de proteger su mercado a la hora del ingreso de mercaderías de origen foráneo, a veces hasta con un proteccionismo exagerado. Eso ha dado pie a numerosos acuerdos comerciales internacionales en que diferentes países o grupos de naciones han establecido la libre circulación de productos y servicios en su territorio a cambio de las mismas aperturas de la otra parte, por razones de mutua conveniencia. Pero nunca han ido ni irán contra sus propios y legítimos intereses nacionales.
La experiencia demuestra que todas las exageraciones son insostenibles. Por eso la crónica de las últimas décadas ha sido la historia de negociaciones para limar asperezas en que las más diferentes naciones con las ideologías más diversas se han puesto de acuerdo en el libre comercio, con limitaciones y reglas que las favorecen.
A raíz de la decisión del Gobierno de vetar la ley aprobada por ambas cámaras del Congreso que eleva la preferencia del 20% al 40% en las compras estatales para los productos de origen paraguayo para proteger la manufactura nacional se ha suscitado una fuerte discusión con el gremio manufacturero del país.
Los industriales se quejan de que el Gobierno no tiene interés en promover políticas públicas de desarrollo industrial y recuerdan que en la mayoría de los países en el presupuesto público los Estados dan preferencias en sus compras a los artículos nacionales para desarrollar su industria y mejorar los niveles de competitividad y empleo. Han dicho que con esta decisión se está minando la confianza en la producción nacional y se está boicoteando a uno de los sectores que trabaja por el país y que proporciona miles de puestos de trabajo permanentes para los paraguayos.
La Unión Industrial Paraguaya (UIP) señaló que invocar la libre competencia para justificar el veto es insostenible. Y se pregunta: “¿Es igualdad de oportunidades importar manufacturas extranjeras protegidas por sus gobiernos para competir con una industria local que, a su vez, debe importar materias primas para producir a precios que no podrían competir con los productos extranjeros?”. Uno de los voceros de la entidad dijo que el Estado es el mayor comprador y que por ello es un jugador importante en el desarrollo industrial del país. Citando a los países llamados tigres asiáticos, enfatizó que esas naciones crecieron y son ahora importantes en el mundo gracias a la protección de su industria.
Los voceros gubernamentales dijeron que la preferencia no hubiera ayudado a las pequeñas y medianas industrias y se hubiera prestado a que en las licitaciones se acordaran precios elevados mediante concertaciones tramposas de los oferentes nacionales. Agregaron que iría contra los acuerdos internacionales concertados por el país, muchos de los cuales aún no están vigentes, y que por eso optaron por el veto.
Nadie podría acusar a los Estados Unidos de América ni a la Unión Europea de estar en contra del libre comercio, porque son naciones que hacen culto de todas las formas de libertad. Pero a la hora de importar artículos de otros países o de grupos ajenos al suyo salen a relucir los impuestos y trabas para precautelar sus beneficios. De hecho, no existe la libertad absoluta sino en la teoría y en la imaginación de los idealistas.
La discusión planteada entre el Gobierno y la UIP es interesante, pues forma parte del debate en una democracia. Pero no se puede dejar de reconocer que hay poderosas razones de interés nacional para apoyar a la industria local.
Carlos Peris: “Todo proyecto de gobierno necesita sociólogos”
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Jimmi Peralta
Fotos: Archivo
El Dr. Carlos Peris, en conversación con La Nación, aborda una breve reseña de la historia de la sociología en Paraguay, su situación actual y su proyección. En ese marco, plantea una puesta en valor práctico de esta especialidad de las ciencias humanas, que en el contexto de urgencias para el desarrollo productivo nacional nuevamente corre el riesgo de ser postergada en su desarrollo.
Entre otras tantas cosas, desarrollo de la ciencia sin dudas replica con retraso en Paraguay, algo propio del país cuyas causas pueden ser imputadas a sus condiciones geográficas, económicas, migratorias, políticas, culturales y otras tantas más. En los últimos vagones de ese aletargado tren del conocimiento sistemático y verificable, se encuentran aquellas disciplinas que suelen nombrarse de manera general como humanidades.
Ahí, en ese puñado de ramas académicas resiste la sociología, con todavía una novel facultad en la Universidad Nacional de Asunción, y luego de transitar muchas décadas de menoscabo o cajonear por cuestiones políticas a los libros de Comte, Marx, Durkheim, Weber y otros.
El Dr. Carlos Peris, en conversación con La Nación, aborda una breve reseña de la historia de la sociología en Paraguay, su situación actual y su proyección. En ese marco, plantea una puesta en valor práctico de esta especialidad de las ciencias humanas, que en el contexto de urgencias para el desarrollo productivo nacional nuevamente corre el riesgo de ser postergada en su desarrollo.
–¿Cuáles son los orígenes de la Sociología en Paraguay?
–La Sociología en Paraguay empezó a principios del siglo XX de manera muy lenta y secundaria, surgiendo como una materia más dentro de la formación en Derecho. El desarrollo científico del país era muy incipiente, el acceso universitario restringido y la oferta académica se limitaba principalmente a ciencias jurídicas y de la salud, solo en la Universidad Nacional (hoy Universidad Nacional de Asunción).
Dr. Carlos Peris, sociólogo
–¿Existía por entonces alguna inclinación hacía algún marco teórico?
–Los primeros “manuales de Sociología” fueron elaborados por los profesores que llevaron la cátedra, cronológicamente: Cecilio Báez, Ignacio A. Pane y Justo Pastor Prieto. Estos manuales eran positivistas y entendían a la sociedad como un todo orgánico, siguiendo los lineamientos de Auguste Comte y la escuela francesa. Esta orientación teórica se explica porque la sociedad paraguaya de aquella época estaba muy influenciada por las ideas liberales, fruto de la influencia extranjera que entró luego de la guerra contra la Triple Alianza. En sentido estricto, no se puede hablar de una disciplina científica consolidada en esa etapa. El primer texto propiamente sociológico fue “Migraciones”, de Eligio Ayala, publicado en 1941, aunque escrito en Berna en 1915.
–¿Hasta cuándo se limitó la Sociología solo como una cátedra?
–En la década de 1960 se intentó abrir la carrera de Ciencias Sociales en la Universidad Nacional, pero quedó únicamente en los papeles. Una ciencia crítica como la sociología no era conveniente para el estronismo. Un hito fundamental se estableció en 1964, cuando se fundó el Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos, cuyo principal responsable fue Domingo Rivarola. Ahí sí ya podemos hablar de una disciplina no académica, pero científica, que se materializaba en trabajos, libros y una revista en los cuales se debatían cuestiones sociológicas. Lo rural, los procesos migratorios y la estructura social eran los principales temas de investigación. Recién en 1972 se fundó la carrera de Sociología en la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción. Sin embargo, esta iniciativa se vio truncada en la década de 1980 cuando la carrera se cerró con la excusa de que se iba a abrir un centro de investigación sociológico. Nunca pasó, y así el intento de una sociología académica volvió a morir. Lo positivo de esta época fue la consolidación de un grupo de personas que ejercían sociología, entre los que se puede citar a Domingo Rivarola, Ramón Fogel, Luis A. Galeano y Tomás Palau como los principales exponentes.
–¿Y qué ocurre con la sociología en el país después de la dictadura?
–La transición democrática marcó un momento de renacimiento para la Sociología paraguaya. En la década de los 90 vuelve la Sociología a la Universidad Católica y, finalmente, en la década de los 2000 se abre la carrera de Ciencias Sociales en la Universidad Nacional de Asunción, concretando así una aspiración que había quedado trunca, décadas atrás. Este resurgimiento respondía a una necesidad urgente: una sociedad que necesitaba más que nunca entenderse a sí misma debido a las profundas transformaciones que estaba experimentando. La democratización, los cambios económicos, los nuevos movimientos sociales y la apertura internacional requerían herramientas analíticas que solo las ciencias sociales podían proporcionar.
–¿Qué otras temáticas de estudio surgen en ese contexto?
–Los temas de investigación sociológica se fueron diversificando considerablemente, alejándose de la concentración casi exclusiva en lo rural que caracterizó las primeras décadas. La agenda sociológica se expandió para abordar las nuevas realidades del país: procesos de urbanización acelerada, transformaciones en el mundo del trabajo, políticas públicas, movimientos sociales, género, juventudes, y fenómenos emergentes como la migración internacional.
–¿Se puede afirmar que en la actualidad la sociología en Paraguay está consolidada en su desarrollo?
–Sí, definitivamente existe una consolidación, aunque todavía con limitaciones importantes. La carrera de Sociología sigue funcionando en la Universidad Católica y, algo más significativo, se desarrolla en la Universidad Nacional de Asunción dentro de la Facultad de Ciencias Sociales. Que esté en una universidad pública con autonomía es algo que la eleva y la consolida significativamente.
También existen gremios profesionales activos. La Sociedad Paraguaya de Sociología, que tengo el honor de presidir, se formalizó el pasado 21 de julio de 2025 mediante el decreto presidencial n.° 4224. Está activa desde el año 2020, ha publicado más de 5 libros, realizó talleres de capacitación a la comunidad profesional y público en general, y pertenece a la Asociación Internacional de Sociología. Además, fue partícipe en la Cámara de Senadores, junto con el otro gremio, de establecer el Día del Sociólogo/a el 30 de enero, en honor a la cátedra de sociología de Cecilio Báez.
–A pesar de sus vaivenes en este siglo, este es un gremio afín a las publicaciones.
–Las revistas emblemáticas siguen activas: la Revista Paraguaya de Sociología y Estudios Paraguayos mantienen vivo el debate académico. Los profesionales continúan formándose: muchos han obtenido doctorados de prestigio y llevan adelante investigación social de punta en el país. Hoy el quehacer sociológico abarca todos los tópicos de la cuestión social: ruralidad, educación, trabajo, desarrollo urbano, políticas sociales, violencia, desigualdades, medioambiente e ilegalismos, reflejando tanto la maduración de la disciplina como la complejización de la sociedad paraguaya contemporánea.
–¿Cuáles son los principales desafíos actuales que enfrenta la sociología paraguaya?
–El principal desafío es la falta de recursos para la investigación. Aquí, sin lugar a dudas, emerge el Conacyt, una institución que, a mi criterio, requiere una mirada más hacia las ciencias sociales. Aún hay muchas autoridades y científicos que menosprecian las ciencias sociales en su conjunto; esta es una triste realidad.
Por otro lado, me gustaría resaltar el papel de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNA, que es el lugar por excelencia donde el Estado debe brindar un apoyo sostenido para desarrollar las líneas de investigación sociológicas. La institución ha demostrado su liderazgo en la formación de sociólogos y sociólogas, y el futuro de la disciplina, en gran medida, está ahí. Con respecto a los gremios, creo que enfrentamos el desafío de hacer visible la producción sociológica paraguaya. Tenemos investigadores de calidad, pero sus trabajos circulan poco debido a la falta de recursos para publicaciones y difusión académica. Hay que instalar en el conjunto social la comprensión de por qué se necesitan profesionales de Sociología y por qué es una disciplina fundamental para el desarrollo del país.
–Y del futuro, ¿qué nos podría decir?
–El futuro de la sociología paraguaya debe pasar necesariamente por el fortalecimiento de la universidad pública. La Sociología debe seguir viva en la Universidad Católica, incluso por la propia cuestión social que busca la Iglesia paraguaya, pero es en la Facultad de Ciencias Sociales de la UNA donde debe concentrarse el mayor esfuerzo de desarrollo.
Es fundamental que el Estado comprenda que al Paraguay le conviene desarrollar sociólogos y sociólogas, porque solo así se podrá pensar en un desarrollo sostenible y más justo. Hoy se habla mucho de que el Paraguay necesita más ingenieros, pero ¿de qué sirve la tecnología sin perspectiva social? La tecnología sin comprensión sociológica es, de hecho, causante de grandes desigualdades y desequilibrios.
–¿Y cómo se da ese aporte desde la academia?
–Todo proyecto de gobierno necesita sociólogos que ayuden a entender las intervenciones sociales. Las políticas públicas, los programas de desarrollo, la planificación urbana, la educación, la salud pública, todos estos ámbitos requieren una comprensión profunda de las dinámicas sociales para ser efectivos.
Necesitamos una política de Estado que invierta en investigación social, que cree programas de doctorado, que fortalezca las bibliotecas especializadas y que entienda que la sociología es una carrera fundamental para el desarrollo nacional. Es un mito que no existe salida laboral: cada vez se necesitan más profesionales capaces de analizar, interpretar y proponer soluciones a los complejos desafíos sociales del Paraguay contemporáneo.
El futuro de la sociología paraguaya pasa por una obligación política responsable de apoyar la investigación social dentro de la universidad pública y por su consolidación como herramienta indispensable para construir un país más equitativo y consciente de sus realidades.
Gran Hospital del Sur marca un antes y un después para la salud en Itapúa, afirman
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La habilitación del Gran Hospital del Sur en Encarnación representa “un sueño largamente anhelado” para los itapuenses y marcará un hito en la atención sanitaria de la región, destacó el concejal municipal Andrés Morel, en comunicación con La Nación/Nación Media.
“Argentina nos aguantó por décadas y hoy van a descansar de paraguayos que usaban el sistema de salud, que cada vez también se hacía más difícil para los compatriotas porque ellos están desalentando el uso de su sistema de salud para los extranjeros. Esto llega justo a tiempo a salvar muchas vidas, vamos a tener un antes y un después en esta zona del país”, afirmó.
La obra que fue habilitada ayer viernes por el presidente Santiago Peña, es considerada fundamental tanto por su impacto en el sistema de salud como por su potencial para dinamizar el desarrollo urbano e inmobiliario de la capital departamental.
Morel recordó que la intención de contar con un hospital regional en Itapúa data de 1936, y lamentó que hasta hoy el mismo centro médico de entonces, con serias limitaciones, haya seguido operando.
El concejal Andrés Morel celebró habilitación de Gran Hospital del Sur. Foto: Gentileza
“La salud en Itapúa estuvo postergada por décadas”, afirmó y remarcó que durante mucho tiempo los pobladores debían recurrir a hospitales argentinos para recibir atención, una situación cada vez más insostenible por restricciones en el vecino país y por lo que significa tener que trasladarse con un paciente enfermo.
El edil valoró que el nuevo hospital impulsa la transformación urbana de Encarnación. “Lo que ayer era el patio trasero de la ciudad, hoy se convierte en la fachada”, expresó, resaltando que unas 5.000 personas interactuarán diariamente en el área del hospital. Indicó que ya se están planificando normativas urbanísticas para acompañar ese crecimiento de forma ordenada y con la infraestructura vial correspondiente.
El concejal también elogió la calidad constructiva de la obra, destacando el uso de materiales de primera calidad y su diseño modular, que permite adaptar el hospital a las innovaciones tecnológicas en biomedicina. “No se hizo una obra precaria ni económica; esta es una infraestructura que está a la altura de lo que necesitamos”, puntualizó.
Morel apoyó la política del Gobierno de construir hospitales similares en otras cabeceras departamentales. “Una población enferma no puede ser productiva ni generar desarrollo. Por primera vez se hacen este tipo de inversiones en las regiones, y eso debe replicarse en todo el país”, sostuvo.
La construcción y el consumo son los sectores que lideran los índices de morosidad en el sistema financiero con el 4 % y 5,12 %, respectivamente. Foto: Gentileza
Deuda del sector público con constructoras asciende a USD 150 millones
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El presidente de la Cámara Paraguaya de la Industria de la Construcción (Capaco), ingeniero José Luis Heisecke, precisó que la deuda del sector público (generada por la exadministración) es de USD 100 millones, pero que la deuda total con intereses incluidos asciende a USD 150 millones.
Esta suma condice con el informe de Indicadores Financieros del Banco Central del Paraguay (BCP) que precisa que la construcción y el consumo son los sectores que lideran los índices de morosidad en el sistema financiero con el 4 % y 5,12 %, respectivamente.
Vale recordar que el gobierno de Santiago Peña saldó una deuda heredada del gobierno de Mario Abdo Benítez de USD 350 millones con las empresas constructoras. Ese atraso produjo una deuda de USD 100 millones en concepto de intereses.
Desde Capaco explican que durante la pandemia este rubro fue fundamental para que la economía no parara demasiado y que se siguiera trabajando. A ello, suman que invirtieron un capital propio que quitaron del sector financiero para poder concluir con muchas obras, y que tales obras hoy están generando riqueza, uniendo ciudades, ríos y puentes, haciendo crecer el producto interno bruto (PIB).
Pagos
Respecto a cuál sería el trato que mantienen con las autoridades, el titular de Capaco explicó que hablan constantemente con el gobierno sobre esta deuda y que existe una posibilidad de que estos intereses sean saldados antes de que termine el 2025.
Acerca de cuáles obras son las que están certificadas y asumidas con compromiso de pago, el expresidente de Capaco, Guillermo Más Duarte, dijo a GEN/Nación Media, meses atrás, que el sector asumió un compromiso de continuar con las obras y que ellas pudieron concluirse con capital del sector financiero. “Eso es lo que nosotros asumimos y es lo que está en los contratos. De hecho, todo esto está en la ley 2.051 (Contrataciones Públicas)”, dijo.
Se suele decir que los países más preparados son aquellos que se anticipan a las necesidades emergentes. Paraguay en su afán por estar a la vanguardia, apuesta fuertemente por la formación técnica, la cooperación pública-privada y la aplicación de políticas verdes.
Frente a la triple crisis que vive el planeta -climática, económica y social- se destaca una nueva categoría laboral. Hoy día, los empleos verdes no son una moda ni un eslogan, sino una hoja de ruta hacia un modelo de desarrollo que combine productividad, inclusión y respeto ambiental.
FOCO conversó con Karen Rosales, especialista principal en Actividades para Empleadores del Cono Sur de la OIT, quien aseguró que Paraguay reúne condiciones únicas para iniciar este proceso de transformación ya que cuenta con una matriz energética limpia, un sector industrial en reformulación y una creciente institucionalidad empresarial comprometida con la sostenibilidad.
“No se trata solo de reducir emisiones o proteger el medioambiente, sino de generar oportunidades económicas reales, impulsando sectores productivos, tradicionales o emergentes, capaces de crecer de manera sustentable”, afirmó.
Transformación integral. Adoptar empleos verdes implica cambiar procesos, indicó. Esto a su vez lleva a abrir mercados, reducir costos y mejorar la reputación. La OIT lo llama transición justa y recuerda que gestionarla con visión “duplica su efecto, pues impulsa la producción, motiva la innovación, fortalece la resiliencia y reduce costos, al tiempo que atrae inversiones y formaliza el empleo”.
De allí que pensar en labores relacionadas a las tecnologías limpias, economía circular, producción sostenible y gestión de residuos, constituyen un ancla de trabajo digno, con impacto social, económico y ecológico.
Proyecto piloto. En este contexto, la OIT y la UIP lanzaron un proyecto piloto para mipymes de cartón y plástico que incluye medición de huella de carbono, capacitación en economía circular y formalización de recicladores sociales, buscando que pueda replicarse en otros sectores y se convierta en un modelo nacional.
Karen agregó que la clave está en que los gremios empresariales “puedan ofrecer servicios nuevos como la medición de impacto ambiental y la formación en sostenibilidad”, alineándose así con su visión de que los empleadores lideren la transición, no solo se adapten.
La participación en el proyecto es gratuita. Las mipymes interesadas en participar pueden postularse a través del correo proyectos@uip.org.py, cumpliendo con los requisitos establecidos: al menos 10 empleados, operaciones activas y compromiso con el proceso de mejora continua.