Días atrás, la cuenta de Instagram del Centro de Diagnóstico Psicológico y Pedagógico (Cedipsy Paraguay) compartía un mensaje de la escritora Richelle E. Goodrich para las familias: “No hay urgencias académicas estas semanas, así que no se apresuren a establecer una escuela en el hogar, nuestro país está en crisis, estamos estresados y cansados. Los adultos estresados no pueden enseñar a los niños estresados, es una imposibilidad neurológica. Intente centrarse en las conexiones y en los sentimientos de seguridad”.


El aislamiento social como medida preventiva para evitar la propagación del coronavirus, obligó a todos a trabajar, estudiar, hacer ejercicio y buscar entretenimiento en casa. Desde entonces son miles los artículos que informan sobre cómo hacer más efectivo el tiempo durante el encierro o cómo ser más productivos a medida que la cuarentena se va prolongando.

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Como si la consigna, aun en medio de esta crisis sanitaria, fuera aprovechar este tiempo “de ocio” para estar siempre ocupados, respondiendo de alguna forma al “ciudadano modelo “ que se observa en las redes sociales. Porque es verdad que, desde el confinamiento, el día se siente más largo y las propuestas para cargarnos de actividades las 24 horas están a la orden del día.

Y no es que acceder a todo el contenido liberado en Internet, tomar un curso online de idioma o leer toda la biblioteca de libros en PDF esté mal, sino que quizás no es necesario volverlos una obligación solo porque hay que cumplir con esa idea de ser productivos todo el tiempo.

“El home office hay que realizarlo marcando horarios, en los que también deben incluirse los momentos de dispersión mental, como levantarse, caminar, hacer ejercicios de respiración, comer y beber agua. La idea de la hiperproductividad se instaló para no pensar en la realidad mundial que nos aqueja, pero ningún extremo es bueno”, explica la psicóloga Cecilia Giménez.

“Es necesario apagarnos y marcarnos pausas para retomar energías y así evitar un colapso mental que nos provoque ansiedad y angustia. Por lo menos 10 minutos entre una actividad y otra serán suficientes”, agrega.

Al pie de la imagen que replicaba los dichos de la escritora Goodrich, este centro especializado en salud mental escribía que la cuarentena nos regala la oportunidad de compartir nuestro tiempo y cariño con los nuestros. Por ende, lo importante, ahora, es conectar con la familia, más allá de las actividades que forman parte de nuestra rutina.

“Durante este aislamiento, lo fundamental es fortalecer las conexiones y expresar las emociones y sentimientos, porque hablar y exteriorizar lo que pensamos es sumamente necesario. Este tiempo es para compartir la mesa en familia durante las comidas del día y, de acuerdo a la espiritualidad de cada una, para dedicarle un espacio a la oración”, concluye.

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