DESDE MI MUNDO

  • Por Carlos Mariano Nin
  • Columnista

“Me voy a la ventana a mirar a los nenes salir del jardín y masturbarme mientras miro a Tomacito, mi preferido...”. Dignísima mirando cómo los chicos de 12 años juegan al fútbol, mientras me pajeo atrás de un árbol, y le chisteo a Yoni para que se dé vuelta”. “Hoy es un buen día para violar un pendejo”.

A mí también me dio asco. El mismo que te dio a vos. Estos son tuits de un “influencer” argentino, Martín Cirio, que a mí parecer debería estar en la cárcel.

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A propósito, siempre creí que un influencer era una persona que impactaba para bien en las vidas de otras personas, pero lejos de eso, la realidad distorsiona hasta la propia realidad que trata con normalidad cosas anormales.

Pero este personaje, no sé cómo llamarlo de otra manera, anunciaba un show que hace llamar “El mundo de la Faraona” en un teatro del centro de Asunción. Un espectáculo para la familia, presentando en un flyer a él vestido de mujer rodeado de niños, un sacerdote y un policía.

No hubo que buscar mucho. Un abogado, en representación de una víctima de abuso, presentó una denuncia penal en un juzgado federal argentino por sus dichos pedófilos y, claro, Cirio desapareció. Algunas publicaciones aseguran que se refugió en la lejana Turquía. Hasta hoy, que lo vimos mostrando su lado más cariñoso en nuestro país.

Dicen que se vendieron más de 400 entradas para el show, quizás incautos y engañados, pero no sé. Quiero pensar bien, pero las estadísticas me anclan a la realidad.

De enero a mayo, más de 1.100 niños, niñas y adolescentes fueron víctimas de abuso sexual en nuestro país, según datos del Ministerio Público; sin embargo, el subregistro sería mucho más elevado.

Asimismo, el informe destaca que los últimos cinco años se contabilizan más de 16.000 casos de abuso sexual en niños.

Tras la polémica, el espectáculo se canceló, la Fiscalía prometió investigar y la municipalidad declaró “persona no grata” al artista (por llamarlo de alguna manera).

Pero la situación en sí es una alerta. Debería llamarnos la atención lo que sucede con nuestra sociedad. Un degenerado no es un influencer.

Un hombre que se viste de mujer para promover un show familiar no lo es, aunque el dibujito que lo presenta sea tierno.

¿Qué nos está pasando? Vivimos tiempos de confusión, en los que nos quieren hacer creer que todo es normal cuando en verdad no lo es. No todo.

Pero esa, es otra historia…

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