Por el Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro

MBA

jzaratelazaro@gmail.com

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Muchos avances que se siguen dando a nivel mundial son creación de gente innovadora y creativa, que en su momento han hecho “volar la imaginación” y pudieron haberse preguntado entre sí: ¿Y esto o aquello, por qué no?

Cuántas personas tenemos en las empresas que lo único al cual se remiten en su día a día es cumplir órdenes de sus superiores, y no se detienen a pensar si dentro del flujo de proceso de sus tareas diarias no se podrían dar innovaciones que tenderían a reducir los tiempos de ciclo y que incluso podrían traer aparejados menores costos operacionales a la empresa.

Eso es ser proactivo. Sin embargo, lamentablemente a muchos de nosotros nos cuesta ser así y aplicando la “ley del menor esfuerzo” seguimos haciendo lo mismo de siempre o nos mantenemos por años en una posición, cuando que muy bien si dentro de nuestro espíritu estuviera presente la palabra “proactividad”, y haciendo un cambio en nuestro “chip mental” quien dice que quizás podríamos haber estado dentro de un estrato laboral muy superior.

Los directivos inteligentes y que tienen impregnado dentro de su ADN un espíritu innovador, saben muy bien que los mercados en todos los segmentos de negocios son cada vez más peleados y competitivos, y reservan unos minutos para “parar la pelota” y ponerse a pensar y planificar acciones estratégicas que podrían ser beneficiosas para su empresa.

Cuántos directivos se ponen a pensar en su día a día: ¿Cómo puedo generar más ventas?, ¿qué puedo hacer de una forma mucho más expeditiva?, ¿cuento con la plantilla de personal que cumple con los perfiles necesarios para el logro de los objetivos y metas organizacionales?, ¿se podrían incorporar sistemas contables que agilicen mucho más los niveles de controles y medición de progresos cuali/cuantitativos?, ¿cómo podría hacer que mi equipo de trabajo pueda tener mucho más motivación, y sean más participativos e innovativos? Entre tantos otros pensamientos que podrían surgir en la mente de los directivos.

Hay un viejo dicho que dice: “Si siempre haces lo que has hecho siempre, muy probablemente conseguirás lo que has conseguido siempre”.

Definitivamente, sabemos que dentro del mundo de los negocios y otros ámbitos de nuestras vidas todo es mucho más dinámico y vertiginoso. Y el que no se mentaliza impregnando “a su marote” el valor de la palabra “proactividad”, muy probablemente está condenado a estancarse.

Lo importante es que podamos seguir avanzando, seguir remando con mayor fuerza, por más turbulentas que se presenten las aguas.

Un magnífico ejemplo que encontré leyendo un libro son los tiburones, quienes nunca paran. Es por eso que cada vez resulta más relevante que sigamos moviéndonos hacia adelante, pues si no lo hacemos en forma proactiva, no nos sorprendamos que otros estarán pensándolo hacerlo.

Y en el mundo de los negocios bien sabemos que “la competencia, no tiene parientes”.

Cuántos de nosotros nos dejamos absorber por la rutina del día a día en nuestros puestos de trabajo, leyendo los correos que llegaron a nuestro buzón de entrada y contestándolos o bien remitirnos gran parte del día a leer reportes u otros tipos de informes y cuando nos dimos cuenta el día terminó.

También están los llamados telefónicos pendientes de contestación, cuando nuestra secretaria nos dice:

Señor. Tenemos varias llamadas pendientes de contestación. En fin, toda “una marea” de temas que se nos presentan y que muchas veces por querer abarcar demasiado no tenemos la virtud de saber delegar responsabilidades y ya no nos quedan esos minutitos dentro de un día tan necesarios para ponernos a hacer una autorreflexión acerca de qué nos haría falta para poder ser más proactivos y no meramente reactivos “cuando los problemas ya los tenemos encima”.

Es allí donde se puede ver tu verdadera “cintura” de buen empresario o directivo, sabiendo discernir y distinguir muy bien lo urgente de lo importante y, sobre todo, ser proactivo y no meramente reactivo.

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