La radiación de los teléfonos móviles podría ser una de las causas, junto con el uso de plaguicidas y la deforestación, de la mortalidad de los insectos en Europa, según el análisis de más de un centenar de estudios realizados por una oenegé alemana.
La creciente exposición del medio ambiente a la radiación electromagnética tiene “probablemente una influencia en el mundo de los insectos”, estima este análisis, publicado el jueves, de los datos de 190 estudios realizados por la Asociación Alemana para la Conservación de la Naturaleza (NABU) en colaboración con dos oenegés alemana y luxemburguesa.
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Este análisis se produce en un momento en que Europa se prepara para la próxima llegada de la tecnología 5G, que debe ofrecer una velocidad 100 veces más rápida que la de las redes 4G existentes y suscita numerosas advertencias, en particular de los ecologistas.
Según estas ONG, alrededor del 60% de los estudios muestran efectos negativos sobre las abejas, las avispas y las moscas. Estos efectos adversos van desde la pérdida de la capacidad de orientación debido a los campos magnéticos hasta el deterioro del material genético y de las larvas.
La radiación de los teléfonos móviles y de las redes inalámbricas como la wifi provocaría la apertura de los canales de calcio de las células de los insectos, dando lugar a una importante introducción de iones de calcio en el organismo.
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Este calcio, a altas dosis, desencadena reacciones en cadena en los insectos y un “estrés celular”, según el estudio. Entre estas reacciones figurarían “una alteración del sentido de la orientación y una disminución de la capacidad de reproducción”.
La biomasa de los artrópodos ha disminuido 67% en diez años en las praderas y 41% en los bosques europeos, según un estudio alemán publicado en octubre de 2019 en la revista Nature.
Fuente: AFP.
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La fruta y la verdura pueden reducir la mortalidad por enfermedad cardiovascular
La fruta y la verdura pueden reducir en un 28 % el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular (ECV), según informa la Sociedad Española de Arteriosclerosis (SEA) a través del documento de actualización de las ‘Recomendaciones de Estilo de Vida y Prevención Cardiovascular de la SEA’, presentado este mismo año, en el que se analizan los resultados de un metaanálisis reciente realizado a partir de 22 estudios prospectivos.
La SEA informa que los nutrientes de la fruta tienen efectos beneficiosos frente a los factores de riesgo cardiometabólico, entre los que destaca el impacto sobre las cifras de presión arterial, ya que un consumo de 200 gramos al día de fruta reduce de forma significativa hasta en un 8 % el riesgo de desarrollar hipertensión arterial.
Asimismo, el documento muestra que, en comparación con el consumo de 2 raciones al día de verduras y frutas, la ingesta de 5 raciones al día se asocia a un descenso del 12 % de riesgo de muerte por ECV y del 13 % del riesgo de mortalidad total. Además, indica que el incremento de 100 gramos al día en el consumo de fruta se asocia de forma lineal con una reducción entre un 8 y un 13 % del riesgo de ECV; mientras que el consumo de hasta 200 gramos al día de fruta se asocia a la reducción general de la mortalidad por todas las causas.
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Estos beneficios se producen porque las verduras (incluyendo hortalizas), frutas y tubérculos llevan un alto contenido de agua, rondando el 80 % de su peso, así como un bajo aporte calórico y una composición de nutrientes muy similar, que aportan vitaminas A, B, C y E, ácido fólico, minerales, compuestos fenólicos y, no menos importante, una alta cantidad de fibra.
Igualmente, el aporte de vitaminas y minerales con bajo contenido en sodio les confiere propiedades beneficiosas en enfermedades asociadas al envejecimiento, como la ECV entre otras. Además, los hidratos de carbono complejos y la fibra que contienen estos alimentos proporcionan un notable beneficio cardiometabólico. Por otro lado, el SEA informa que el cocinado implica pérdida de vitaminas hidrosolubles como las del grupo B y C, minerales e incluso compuestos fenólicos, que se disuelven en el líquido de cocción o pueden ser destruidos por el calor, sobre todo, en las frituras.
Por ello, consideran importante favorecer su consumo de forma cruda, en ensaladas, gazpacho o salmorejo; tener en cuenta algunas recomendaciones en la preparación culinaria, como no pelar la verdura si es posible, cortar en porciones grandes, evitar tiempos prolongados de remojo o hervido, favorecer cocinado al vapor; o bien evitar frituras prolongadas a alta temperatura o recalentamientos repetidos. Del mismo modo que las verduras, la sociedad recuerda que las frutas poseen una elevada cantidad de fibra, aunque esta se reduce al ser peladas o mondadas y, sobre todo, si se consumen como jugos.
Fuente: Europa Press.
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Mejora concentración y clima social en aulas de Países Bajos tras prohibir móviles
Países Bajos prohibió el uso de los ‘smartphones’ en las aulas en enero del año pasado y tras el tiempo transcurrido desde su aplicación, pueden asegurar que la ausencia de esos equipos electrónicos tiene efectos positivos en la concentración y el clima social de los adolescentes.
Los centros educativos de Países Bajos prohibieron el uso de los teléfonos móviles y otros dispositivos electrónicos en las aulas en enero de 2024, una medida que solo contempla estos equipos cuando se emplean con fines educativos durante la clase o por necesidad, en caso de que algún alumno tenga necesidades de apoyo adicional o necesidad médica.
La prohibición la firmó el Ministerio de Educación, Cultura y Ciencia con el acuerdo de representantes de docentes, administradores, padres y estudiantes, que encargó un seguimiento al Instituto Kohnstamm y Oberon de su funcionamiento.
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Con los primeros resultados ya disponibles, la medida ha conseguido mejorar la concentración (75 %), el clima social (59 %) y, aunque en menor medida, el rendimiento del aprendizaje (28 %) en las escuelas secundarias, aunque los docentes también acusan una mayor carga de trabajo vinculada al cumplimiento de esa prohibición y el aumento del acoso físico y del comportamiento disruptivo.
El 99 por ciento de estas escuelas ha establecido una política que obliga a dejar el móvil en una caja fuerte o a entregarlo al comienzo de las clases si no se ha dejado en casa. En general, los adolescentes llevan sus teléfonos móviles a la escuela con menos frecuencia que antes de la prohibición.
En el caso de las escuelas primarias, también se percibe que son pocos los alumnos que llevan sus teléfonos, aunque parece que han optado por llevar relojes inteligentes, más difíciles de identificar, sin que ello suponga un gran problema.
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El 89 por ciento de las escuelas de primaria no permite los teléfonos móviles en el recinto escolar o exige que se entreguen al inicio de la clase. A este nivel educativo, las mejoras se han detectado en el bienestar y el clima escolar (23 %), con tanto en la concentración y el rendimiento.
El informe también recoge que los estudiantes de educación especial llevan menos los teléfonos móviles, aunque ya lo hacían antes de la prohibición. Aquí se destacan las excepciones por motivos de salud o de necesidad de apoyo, los lectores de pantalla o los audífonos conectados a un ‘smartphone’.
Fuente: Europa Press.
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The Offline Club populariza fiestas sin teléfonos ni redes sociales
- Londres, Reino Unido. AFP.
“¡Con mucho gusto se lo dejo! Para eso vine”, dice Lois Shafier, desprendiéndose de su teléfono móvil a la entrada de una fiesta del “Offline Club” de Londres. Aquí no hay mensajes, ni redes sociales, sino reuniones, en el mundo real. Las entradas para estas “desintoxicaciones digitales” de dos horas, en este “Club sin Conexión”, están agotadas. A mediados de febrero, la taquilla volvió a mostrar el cartel de “completo”, con más de 150 personas presentes, la mayoría jóvenes de entre 20 y 35 años.
Por disfrutar de ese momento sin teléfono pagaron 9,50 libras (unos 12 dólares). “Somos la generación de la tecnología y las redes sociales, pero estamos hartos. Queremos reconectarnos con el mundo real”, afirma Bianca Bolum, de 25 años. Esta es la segunda vez que esta diseñadora de joyas participa en una velada. Viene sola y espera conocer a otras personas.
Según Ofcom, organismo regulador y supervisor del sector de telecomunicaciones, radiodifusión y servicios postales de Reino Unido, los británicos de entre 25 y 34 años se conectan una media de cuatro horas y tres minutos por día a su móvil. Liliann Delacruz, de 22 años, explica que pasa unas diez horas diarias conversando con su familia o amigos y navegando en redes sociales. “Estoy aquí para salir de mi burbuja”, señala esta estudiante.
En las mesas en las que se sientan los participantes hay juegos y material para pintar. “Haber dejado mi teléfono es liberador”, afirma Harry Stead, un ingeniero de 25 años. “A menudo siento la necesidad de mirarlo”, por miedo a perderse algo.
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“Epidemia de soledad”
Lois Shafier se confiesa “adicta” al teléfono y afirma “odiar” eso. Esta ejecutiva de 35 años vino acompañada de una amiga con la que conversa mientras cose. Si estuviera en casa “seguro”, que estaba pegada a su teléfono. De hecho, cuando la velada termina, lo enciende rápidamente. Resulta irónico que los participantes conocieron la existencia del club a través de las redes sociales. “No estoy en contra de la tecnología. No digo que hay que deshacerse del teléfono”, explica Ben Hounsell, fundador del club de Londres. Pero “mucha gente se da cuenta de que dejarlo unas horas les hace bien”, afirma el joven de 23 años.
Desde que se abrió el club a finales de octubre, han participado más de 2.000 personas. “Está creciendo rápidamente”, explica. Este tipo de club ha llegado también a París, Barcelona y Dubái. El primero fue creado hace un año en Ámsterdam, por Ilya Kneppelhout y dos amigos. Para Kneppelhout, existe “adicción” al móvil y a las redes sociales. “Nos enganchamos sabiendo que no nos hace bien”, señala. Estos clubes sin conexión también responden a “una epidemia de soledad”. “La gente busca una interacción real con otras personas, lejos de las pantallas”, explica.
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“Tomar el control”
Ilya Kneppelhout se inspiró en clubes de lectura, como Reading Rhythms, en Nueva York, o el Silent Book Club, en varias ciudades del mundo, donde la gente se reúne para leer en compañía de otras personas. Para desconectarte del teléfono durante varios días, existen lugares de retiro en muchos países.
Incluso ‘influencers’ intentaron bajar el ritmo. La francesa Léna Mahfouf relató a sus millones de seguidores su “mes sin conexión” en noviembre. Venetia La Manna, escritora y creadora de contenido, conocida por su trabajo en temas de justicia social, sostenibilidad y bienestar emocional, se desconecta todos los fines de semana y lo da a conocer con el hashtag #offline48. “Estoy más con mis seres queridos. Duermo mejor. Soy más creativa”, explica a AFP.
En la mayoría de la gente, los móviles y redes sociales “no dañan la salud mental”, afirma Anna Cox, profesora de la Universidad UCL de Londres, especializada en la interacción entre humanos y tecnologías. Se trata más, según ella, de “oportunidades perdidas” de conversar con tu pareja.
Pero existen “estrategias excelentes” para controlar el uso del teléfono y redes sociales, como aplicaciones que establecen límites de tiempo. Configurar las pantallas en blanco y negro también las hace menos atractivas. “Necesitamos educarnos, especialmente los jóvenes, para controlar nuestros dispositivos”, enfatiza.
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Sin celulares en las escuelas, niños cariocas progresan y juegan en los recreos
Tras un año sin celulares en las escuelas en Rio de Janeiro, los alumnos aseguran que volvieron a jugar “como en los viejos tiempos” y su concentración en clase mejoró. Ahora toca el turno al resto de Brasil. Los estudiantes de este país de más de 200 millones de habitantes comenzaron el año escolar con los móviles prohibidos en aulas y recreos gracias a una nueva ley firmada en enero por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Brasil, que tiene más celulares que habitantes, se suma a un número creciente de naciones que recurren a este tipo de restricciones para arrancar los dispositivos de las manos de niños y adolescentes muy a menudo enganchados. “Fue difícil porque nos volvemos adictos, y cuando no lo tenemos (el celular), provoca una cierta abstinencia (...) pero después de que el hábito pasa, interactuamos más”, cuenta Kamilly Marques, de 14 años.
Esta alumna de la escuela pública Reverendo Martin Luther King en Rio dice a la AFP que ya ni siquiera se molesta en llevar su teléfono. No es la única. Solo unos pocos estudiantes se detienen bajo un gran mural del héroe de los derechos civiles estadounidense para colocar sus dispositivos en cajas de plástico antes de entrar a clase.
Si bien al principio pensó que la prohibición era “molesta” y “aburrida”, Marques ahora está más contenta porque sus notas y su vida social mejoraron. “Había un compañero de clase que sufría ‘cyberbullying’ y ni siquiera lo sabíamos, porque estábamos más concentrados en nuestros teléfonos que en nuestros amigos”, admite.
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Adictos y ansiosos
Según la Unesco a fines de 2024, el 40 % de los sistemas educativos del mundo tenían algún tipo de prohibición del uso de celulares, frente al 30 % del año anterior. El secretario municipal de Educación de Rio, Renan Ferreirinha, señala a la AFP que los profesores notaron que, tras la pandemia de covid, los chicos habían regresado a las aulas “más agitados, más impacientes, más adictos a los celulares y mucho más ansiosos”.
Una encuesta a padres en 2024 de la firma de investigación digital Opinion Box y la plataforma de la industria del móvil Mobile Time mostró que la mayoría de los niños brasileños tuvieron su primer celular a los 10 años en promedio. Mientras que los menores de tres años pasan casi una hora y media al día con el dispositivo, la cifra asciende a casi cuatro horas entre los de 13 y 16 años.
Un estudio de la alcaldía de Rio mostró “mejoras en la concentración, la participación en clase y el rendimiento de los estudiantes”, desde que se implementó la prohibición. Ferreirinha, también diputado federal, actuó como relator de la ley que extendió la prohibición a todo el país.
Si moderar el uso del teléfono “es difícil para un adulto, imagínese para un chico. No tiene ningún sentido que un profesor trate de dar clase mientras el niño está viendo un video en las redes sociales o jugando en su teléfono”, dice. En una reciente visita a una escuela, un niño le contó que habían vuelto a jugar como “en los viejos tiempos”.
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“Mucho más alegre”
Fernanda Heitor, de 46 años, subdirectora de la Reverendo Martin Luther King -con alumnos de entre seis y 16 años-, explica que antes de la prohibición las clases se habían vuelto “insostenibles”. “Hubo resistencia. Incluso hoy, algunos todavía esconden sus móviles cuando entran a la escuela”, cuenta, y describe el recreo de antes de la prohibición como “islas” de chicos sentados pegados a sus teléfonos.
“No interactuaban, no jugaban mucho, no hablaban. Ahora juegan (...) Esto ha transformado la escuela. Se ha vuelto mucho más alegre, animada”. La nueva ley brasileña permite el uso de celulares con fines educativos, de emergencia y salud. Fabio Campos, experto en educación y tecnología, considera que, si bien la ley es necesaria, a los alumnos se les debe enseñar a usar la tecnología de forma responsable.
“Brasil es un país de desigualdades. Muchos alumnos sólo tienen acceso a la tecnología en la escuela. Así que, si esto significa que las escuelas se volverán menos tecnológicas, es un fracaso”, dice a la AFP. Para Ferreirinha, los padres también deben imponer más límites en casa. En la Reverendo Martin Luther King, Pedro Henrique, de 11 años, todavía lleva su celular a la escuela y lo usa mucho en casa. “Lo extraño un poco” en los recreos, reconoce. Al final del día “me siento feliz porque lo voy a usar”.
Fuente: AFP.