Ipetí Emberá, Panamá | AFP
Horacia Samaná, una indígena panameña de la etnia emberá, pinta lentamente una hoja en su envejecido cuerpo, mientras su hermana gemela Gloria trocea varios plátanos para hacer patacones en un fogón improvisado con leña. El olor a cocido y el humo inundan la casa, ubicada en la comunidad de Ipetí Emberá, a 100 km. al este de Ciudad de Panamá.
Plátanos, cacerolas, artesanías, un loro y un mono tití forman parte del paisaje de esta vivienda, donde sus ocho inquilinos, dos de ellos niños, duermen en el piso de madera.
El poblado, de varios cientos de habitantes, será protagonista al buscar el récord Guinness con el patacón más grande del mundo: 100 kilos de este plato que consiste en un trozo aplanado de plátano verde frito y que es común en la cocina de varios países latinoamericanos y del Caribe.
Pero más allá de la anécdota, los indígenas buscan con este acto reivindicar defensa del medioambiente, su cultura y tradiciones, que ven amenazadas por deforestación, contaminación y violencia.
“Nosotros protegemos el río, el agua y los bosques, pero las personas no indígenas no entienden esto y están deforestando y contaminando nuestra única fuente de supervivencia”, dice Sara Omi, presidenta del Congreso General Emberá de Alto Bayano.