París, Francia | AFP
El 20 de agosto de 1944, cinco días antes de la liberación de París, un pequeño grupo de resistentes ocupa la Oficina Francesa de Información (OFI), creada por el régimen de Vichy, y lanza la AFP. Fue un domingo, dos días después de la movilización general decretada por Rol-Tanguy. Los ocho “conspiradores” se dieron cita a las 07H00 en el número 13 de la plaza de la Bolsa, al pie del decrépito edificio de la antigua Agencia Havas, que alberga a la OFI desde hace cuatro años.
“Se había convertido en una agencia de propaganda alemana”, recordará más tarde Gilles Martinet, uno de los “ocho”. El grupo del que forma parte está integrado, principalmente, por antiguos redactores de Havas: Martial Bourgeon, Pierre Courtade, Max Olivier, Jean Lagrange, Vincent Latève, Basile Tesselin, a los que se une Claude Roussel, que acaba de graduarse en la prestigiosa Escuela Normal Superior.
Hace un calor agobiante, las calles están vacías. Se oyen disparos. Un tanque alemán está estacionado no muy lejos, en la calle 4 de Septiembre.
El pequeño comando, acompañado de dos guardianes de la paz –los únicos que están armados– enviados por el Comité parisino de la Liberación, consigue llegar hasta la escalera del edificio y, desde ahí, a la sala de redacción. Diez cabezas se giran hacia ellos, atónitas.
“Que nadie se mueva, que nadie salga… A partir de ahora, ustedes trabajarán para Francia, en lugar de para los alemanes”, exclama Martial Bourgeon. Nadie rechista. Llevan al censor alemán al sótano y lo encierran allí. Se reparten responsabilidades: Martial Bourgeon, el mayor de todos, toma las riendas, y Gilles Martinet se convierte en su redactor jefe. Rápidamente, contactan con los equipos de los diarios clandestinos: “Combat”, “Défense de la France”, “Le Parisien Libéré”, “L’Humanité”…
A las 11H30, se publica la primera nota: “Los primeros diarios libres aparecerán. La Agencia Francesa de Prensa les envía su primer servicio…”. Hasta el fin de los combates, los despachos se realizan con unas duplicadoras rudimentarias y son distribuidos por ciclistas entre los diarios y los centros de mando de la Resistencia.