La presencia de pequeñas focas en las orillas de la bahía de Bakú no es más que un recuerdo de infancia para los nativos de la capital de Azer­baiyán, debido a los efectos de la contaminación y el cambio climático en el mar Caspio.

Este mar interior contaba a inicios del siglo XX con un millón de focas del Caspio, de las que actualmente no que­dan más que 10%. La Unión Internacional para la Con­servación de la Naturaleza las considera “en peligro”. Este mamífero, blanco de una caza intensiva hasta una época reciente, sufre sobre todo por la contaminación industrial, que lo vuelve estéril.

Azer Garaiev, presidente de la asociación de protección de animales ASPA aún recuerda con amargura los cientos de cadáveres hallados durante una misión hace más de 15 años. Desde entonces, “nadie se ocupó de este problema”, lamenta el activista de 57 años.

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“La foca es un indi­cador de todos los grandes problemas medioambienta­les” del mar Caspio. El mayor mar interior del mundo por detrás del lago Baikal, en Rusia, está rodeado por Irán, Azerbaiyán, Rusia, Kaza­jistán y Turkmenistán, y cuenta con unas inmensas reservas de hidrocarburos, intensamente explotadas desde el siglo XIX.

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