París, Francia | AFP
La vorágine ecológica ha dado alas al consumo de vino natural, pero ¿hasta qué punto está logrando echar raíces en la alta gastronomía?. Celebrado por unos, desacreditado por otros, el debate está servido.
El vino natural va más allá de las características del biológico o biodinámico: se trata solo de zumo de uva fermentado, sin o con apenas sulfitos, cuyos productores persiguen que el resultado final sea un fiel reflejo de las condiciones climáticas y del terruño en que crecieron las vides.
Muchos defienden que más que un producto, se trata de una filosofía. El vino natural “está muy cerca de la conciencia ecológica, con una mínima intervención y transparencia”, explica Josep Roca, sumiller del restaurante “El Celler de Can Roca”, el segundo mejor del mundo.
Roca es uno de sus grandes abanderados. En su restaurante de Gerona (España) el vino natural ocupa un lugar preponderante en la carta. “Lo que aprecio es la sensación de libertad que me da probar un vino que no está bloqueado por el S02”, afirma el sumiller.