Disfrazados de sirena, con una toca de frutas tropicales a la Carmen Miranda o un turbante de faraón egipcio: ningún “look” del carnaval callejero en Río de Janeiro está completo sin una alta dosis de purpurina. Pero siguiendo una tendencia mundial, muchos amantes de la fiesta de Momo están tomando conciencia del problema que representan las ocho millones de toneladas de plástico que cada año ser vierten en los océanos desde los cinco continentes y apuestan por la brillantina ecológica para reducir su impacto.

“Yo usaba mucha purpurina durante el carnaval, me bañaba en ella, bañaba a los otros, soltaba 'glitter' como si fuese algo maravilloso. Cuando descubrí que era hecho con plástico y aluminio, no me gustó nada y pensé: tengo que hacer algo para mejorar esto”, cuenta a la AFP Frances Sansao, una arquitecta carioca de 29 años que hace dos creó Pura Bioglitter, una de las marcas de purpurina ecológica pioneras en Brasil.

Es que esas micropartículas que reflejan la luz y embellecen la fiesta de noche y de día perduran en el planeta para siempre y pueden, como muchos plásticos, acabar en el estómago de la fauna marina.

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MENOS BRILLANTE, MÁS SUSTENTABLE

Disconforme con la idea de esparcir microplásticos durante su fiesta favorita, Sansao empezó a investigar en el 2016 cómo fabricar su propia purpurina ecológica; importarla de Estados Unidos o Gran Bretaña era inviable, debido a los altos costos. Inspirándose en la cocina vegana, fue probando recetas hasta llegar a una fórmula a base de algas marinas y polvillo de mica (una piedra brillante), que intenta patentar. “El glitter es más leve, no tiene materiales nocivos, al contrario, le hace bien a la piel.

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