• MIGUEL SÁNCHEZ 
  • Santiago, Chile | AFP  

Un centenar de auto­buses eléctricos comenzaron a circu­lar por Santiago en un primer paso para la implementación total de la electromovilidad en el transporte público de Chile en las próximas dos décadas.

Con unos 2,4 millones de vehículos a combustión cir­culando hoy por la capital chilena –que producen el 80% de las emisiones tóxi­cas de la urbe–, los nue­vos buses recorren desde diciembre 12 comunas de Santiago, una de las ciudades más contaminadas de América Latina.

“Son cómodos, amplios y ayu­dan bastante en el sentido de que no están tirando el humo que tiran las otras micros (autobuses). Prácticamente no se escuchan”, relata Scar­let Silva, una estudiante de 23 años tras bajarse de uno de estos buses.

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De color rojo y blanco, con capacidad para 81 pasajeros –30 sentados y 51 de pie–, conexión wifi y cargadores USB, reemplazarán gradual­mente a los 6.500 autobuses a diésel que actualmente for­man parte del Transantiago, el criticado sistema de trans­porte público que opera hace poco más de una década en la capital chilena.

En febrero, se integrarán otros 100 autobuses y se proyecta llegar a cerca de un millar en los próximos tres años, un 18% del total del par­que de autobuses públicos de la metrópoli. Para el 2050, las autoridades esperan comple­tar el 100% de la renovación en todo Chile.

“Tenemos una estrategia a largo plazo de electromo­vilidad, que pretende que el 100% de los buses del transporte público sean eléctricos para el 2050. Sin embargo, ya con los cambios que hemos visto con el pro­ceso que se está acelerando desde el gobierno del presi­dente (Sebastián) Piñera, ya se ha anunciado que esa aspiración puede adelan­tarse al menos 10 años”, dijo Susana Jiménez, ministra de Energía.­­

MENOS ENFERMEDADES, MENOS RUIDO

La puesta en marcha del Transantiago en el 2006 supuso una revo­lución para los habitantes de Santiago, al integrar los autobuses con el ferrocarril metropolitano. Además de las críticas a su funciona­miento, el sistema es también el responsable del 30% de la contami­nación de la capital chilena, de unos siete millones de habitantes.

Se estima que cada año en Chile mueren unas 4.000 personas prema­turamente por enfermedades cardiopulmonares asociadas a la polu­ción, principalmente en Santiago. El actuar más silencioso de estos autobuses disminuiría también en al menos dos decibeles la conta­minación acústica de Santiago. El plan estatal contempla además la introducción de autobuses a diésel con la normativa Euro 6, que reduce en un 98% la contaminación, respecto a los convencionales.

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