Seno Ballena, Chile. AFP.

En uno de los lugares más inhóspitos del planeta, el mar de la Patagonia chilena está dando luces sobre el futuro del cam­bio climático y sus efectos en ballenas, delfines, lobos marinos, algas o moluscos.

El Seno Ballena, un fiordo ubicado al interior del Estrecho de Magallanes, en el extremo austral de Chile, presenta hoy condiciones que deberían estar presen­tes en otros sistemas mari­nos en las próximas décadas, cuando se esperan profundos cambios debido al aumento de las liberaciones de C02 a la atmósfera y el retroceso de los glaciares.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

“Este lugar es como un expe­rimento propio de la natura­leza, porque nos permite, sin tener que experimentar en el laboratorio, saber qué pasa­ría, sin necesidad de imagi­narlo”, explica a la AFP el biólogo marino Maximiliano Vergara, candidato a doctor en ciencias de la Acuicul­tura de la Universidad Aus­tral (UACh).

Pero llegar hasta este lugar, un extenso territorio casi sin intervención humana, donde los fuertes vientos y el frío se sienten durante todo el año, es todo un desafío.

A inicios de diciembre, una nueva expedición del Centro de investigación dinámica de ecosistemas marinos de altas latitudes de la Univer­sidad Austral (Ideal) llegó hasta este lugar para analizar variables químicas, físicas y biológicas de estas aguas, que presentan ya un menor nivel de pH, salinidad y cal­cio, especialmente en la parte más superficial, como conse­cuencia del cambio climático.

En una pequeña embarca­ción pesquera adaptada para fines científicos, tras más de un día de turbulenta navega­ción por el Estrecho de Maga­llanes el equipo logró llegar al Seno Ballena para recoger los datos de un sistema de senso­res instalado en abril.

ALIMENTACIÓN DE BALLENAS

Ubicado al oeste del Estrecho de Magallanes, al interior del par­que marino Francisco Coloagne, Seno Ballena es también el lugar donde cada año vienen a alimentarse decenas de ballenas joro­badas. Estos gigantescos cetáceos recorren miles de kilómetros en busca de alimento, en un trayecto que va desde Magallanes al Ecuador y Centroamérica, donde se reproducen en aguas cáli­das.

Conocidas por su grandes aletas –que pueden llegar a medir hasta cinco metros– estas ballenas escogen cada año este lugar por ser uno de los hábitats marinos más ricos del planeta, con una abundancia de sardinas y kril, un crustáceo parecido a un pequeño camarón. También encuentran su alimento aquí orcas, delfines, pingüinos de Magallanes, lobos, elefantes marinos y más de 25 especies de aves.

Déjanos tus comentarios en Voiz