La Meca, Arabia Saudita. AFP.

Unos dos millones de musulmanes rea­lizarán a partir del domingo la gran peregrina­ción anual a La Meca, que adquiere un cariz cada vez más tecnológico con múltiples apli­caciones móviles para ayudar a los fieles. El hach, uno de los cinco pilares del islam, se cele­bra en un reino ultraconserva­dor inmerso en cambios, que desde junio permite condu­cir a las mujeres pero emplea mano de hierro para acallar las voces disidentes.

Según cifras oficiales publi­cadas el jueves, casi 1,7 millo­nes de peregrinos ya han lle­gado y disponen de múltiples aplicaciones en distintas len­guas en sus teléfonos móvi­les. Los rituales comenzarán el domingo y se prolongarán hasta el viernes, bajo tempe­raturas de más de 40 ºC.

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Entre tanto, cientos de miles de peregrinos siguen lle­gando a la ciudad santa de La Meca donde los grupos visten colores diferentes según sus países de origen para evitar perderse. Algunos peregri­nos van en sillas de ruedas, empujados por familiares. Para muchos es su primer viaje al extranjero.

“UN SUEÑO DE INFANCIA”

Numerosos fieles se emo­cionan al sentirse tan cerca de la Kaaba, una construc­ción en forma de cubo en medio de la Gran Mezquita de La Meca, considerada el lugar más santo. “Cuando he visto la Kaaba, de verdad, me he sentido ligera como una pluma”, asegura Famé Diouf, una senegalesa llegada desde Ámsterdam que “ha llorado” de la emoción.

“Era mi sueño de infancia”, explica Raja Amjad Husein, de Pakistán. “No tengo pala­bras para expresar lo que siento”, abunda. “Para un musulmán, ver la Kaaba y rezar por él y por la nación musulmana es el sueño más importante de su vida”.

El hach comienza con el '“Ihram” (sacralización o consagración ritual). El fiel debe ponerse dos paños de color blanco sin costuras y las mujeres un vestido hol­gado, dejando solo a la vista la cara y las manos.

“UN HACH ‘INTELIGENTE’”

Este año, las autoridades saudíes lanzaron una iniciativa llamada “smart hajj” (hach inteligente) con apli­caciones para ayudar a los peregrinos a orientarse u obtener atención médica urgente en la Media Luna Roja saudí. La aplicación también permite localizar a los peregrinos si se pierden.

El Ministerio de la Pere­grinación gestiona asimismo la aplicación “Manasikana” con traducciones al árabe, para los fieles que no hablen este idioma ni inglés. La peregrinación del 2018 se desarrolla en un contexto de creciente repre­sión de los opositores en Arabia Saudita, una monarquía absoluta pese a su campaña para mejorar su imagen en el mundo con el anuncio de múltiples reformas. Tiene lugar también en medio de la grave crisis diplomática que estalló hace más de un año entre Catar y Arabia Saudita y sus aliados del Golfo.

Peregrinación, un pilar del islam

Todo fiel debe cumplir al menos una vez en su vida si tiene los medios para ello.

La Meca, Arabia Saudita. AFP.

La peregrinación anual a La Meca, ciudad santa del oeste de Arabia Saudita, es uno de los cinco pilares del islam que todo fiel debe cumplir al menos una vez en su vida si tiene los medios para ello. El llamado “hach” tiene lugar una vez al año en el inicio del mes lunar musulmán de “l-hiyya". En cambio, la pequeña peregrinación, o Umrah, puede llevarse a cabo todo el año. Las otras obligaciones rituales defi­nidas por la ley islámica, los “pilares de la religión”, son la profesión de fe, la ora­ción, el ayuno y el azaque (limosna).

El hach comporta varias etapas codificadas: “Ihram” (sacralización): Cuando llega a un perímetro fijado entorno a La Meca, el fiel debe purificarse y vestir solo piezas de tela blanca sin coser para los hombres, mientras que las mujeres llevan ropa que les cubre totalmente el cuerpo, con excepción de las manos y del rostro.

Los peregrinos no pueden usar perfume ni cortarse el pelo o las uñas. Deben abs­tenerse de toda discusión o relación sexual. “Tawaf”: A su llegada a La Meca, el pere­grino procede a dar siete vueltas a la Kaaba, un edi­ficio cúbico en torno al cual se construyó la Gran Mez­quita y en dirección a la cual los musulmanes rezan cinco veces al día.

Si puede, toca y besa la pie­dra negra incrustada en una de las esquinas de la Kaaba.


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