Durante la semana que precedió a su espectacular funeral, el Reino Unido se sumió en una efusión de dolor popular sin precedentes que sacudió a una monarquía que algunos vieron insensible. Foto: AFP.
La muerte de Diana: el luto que conmocionó a la monarquía británica
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Hace un cuarto de siglo, el 31 de agosto de 1997, la princesa Diana de Gales murió a la temprana edad de 36 años en un accidente de tráfico en París. Divorciada desde hacía un año del heredero al trono príncipe Carlos, Diana y su adinerado nuevo amante, el empresario egipcio Dodi Fayed, sufren el acoso de la prensa durante sus vacaciones de verano en el Mediterráneo.
Llegan a París en la tarde del 30 de agosto y cenan esa noche en el hotel Ritz, propiedad de Mohamed al Fayed, padre del amante de Lady Di. Intentan salir discretamente en un Mercedes por una puerta trasera poco después de medianoche.
Perseguido por paparazis en moto, el coche choca a gran velocidad contra una columna en un paso subterráneo cerca del puente del Alma, en la orilla norte del río Sena, opuesto a la torre Eiffel. Fayed y su chófer, que presentaba un alto nivel de alcohol en la sangre, mueren al instante. Su guardaespaldas queda gravemente herido.
Los socorristas consiguen sacar a Diana con vida de la deformada carrocería del Mercedes. Siete fotógrafos son detenidos. Las imágenes del accidente se ofrecen por fortunas a los periódicos. Diana es trasladada al hospital Pitie-Salpetriere donde, después de dos horas de operaciones quirúrgicas, muere a las 04H00 debido a las graves heridas en el pecho.
La familia real es informada oficialmente. La reina Isabel II, su marido el príncipe Felipe, el príncipe Carlos y sus dos hijos Guillermo (15 años) y Enrique (12), están veraneando en Balmoral, la residencia de vacaciones de la monarca en Escocia.
El príncipe Enrique, el menor de los hijos de Carlos y Diana. Foto: AFP.
“La princesa del pueblo”
El Reino Unido se despierta de luto. Londinenses en llanto empiezan a dejar flores frente al palacio de Buckingham y el palacio de Kensington, la residencia de la princesa. Tony Blair, el nuevo primer ministro laborista, rinde un emotivo homenaje a “la princesa del pueblo”.
La familia real, como es habitual, acude a la misa de domingo por la mañana. El nombre de Diana no se menciona durante el servicio por temor a entristecer a sus hijos. La familia discute sobre cómo tratar a Diana en su muerte puesto que ya no es miembro de la familia real. Carlos insiste en usar el avión real para ir a recoger el cuerpo en persona, contra los deseos iniciales de la reina Isabel.
La prensa es la primera acusada. El hermano de Diana, el conde Charles Spencer, dice que los periódicos tienen sangre en las manos. Nerviosos, los tabloides británicos intentan minimizar el daño en los días siguientes, mostrando adoración por Diana y desviando la atención hacia la monarquía. “Nació como lady. Se convirtió en nuestra princesa. Murió como santa”, escribió el Daily Mirror.
Lady Diana con el príncipe Carlos de Gales en su boda en la Catedral de St Paul en Londres, el 29 de julio de 1981. Foto: AFP.
Fervor popular
El fervor popular crece. Los admiradores esperan hasta once horas para firmar el libro de condolencias. La organización del funeral se complica. Desde su divorcio, Diana ya no recibía el trato de “alteza real” y no tenía derecho a un funeral de Estado, aunque todavía conservaba el título de princesa.
Sin embargo, los británicos pedían un tributo digno de “la reina de los corazones”. El enfado se agrava ante el silencio de la Casa Real, que sigue aislada en tierras escocesas. Los diarios enfurecen porque la bandera británica no ondea a media asta en el palacio de Buckingham y piden que la reina vuelva a Londres para solucionar estas cuestiones.
El tabloide The Sun pregunta: “¿Dónde está nuestra reina? ¿Dónde está nuestra bandera?”. Según el rotativo, la ausencia de la bandera es “un cruel insulto a la memoria de Diana”. El mástil del palacio solo se utiliza cuando la monarca está en la residencia, izando la bandera personal del soberano, que nunca ondea a media asta.
Finalmente, la familia real deja su santuario en Balmoral. La reina y el príncipe Felipe son aplaudidos cuando visitan después las flores depositadas en el exterior del palacio de Buckingham. Eso supone un gran alivio en los círculos de la realeza. Isabel rinde homenaje a su antigua nuera en un discurso en directo televisado el 5 de septiembre.
“Si ellos (la familia real) no prestan atención a su lesión, no enterrarán solo a Diana el sábado, sino también su futuro”, advierte el periódico The Guardian mientras una cuarta parte de los británicos pide la abolición de la monarquía en un sondeo.
La princesa Diana en la polémica entrevista de 1995 con el periodista Martin Bashir para la BBC. Foto: Archivo.
Silencio sepulcral
Al día siguiente, casi un millón de personas se congrega en las calles para asistir al cortejo fúnebre en profundo silencio, solo roto por sollozos, lloros y el repicar de campanas. Cuando el cortejo pasa por el palacio de Buckingham, la reina Isabel hace una reverencia con la cabeza.
En la residencia real, la bandera británica ondea a media asta durante el funeral, que será seguido por 2.500 millones de telespectadores en todo el mundo. Cabizbajos, los príncipes Guillermo y Enrique van por detrás del ataúd acompañados por Carlos, Felipe y Charles Spencer.
En la abadía de Westminster, la ceremonia cuenta con 2.000 invitados, incluidos Tony Blair, la primera dama estadounidense Hillary Clinton, el tenor Luciano Pavarotti, la ex primera ministra Margaret Thatcher o el actor Tom Cruise. Elton John adapta su canción “Candle in the wind” con una letra que homenajea a Diana.
Por la tarde, el féretro es conducido a Althorp, donde está la casa de la familia de Diana. A lo largo de todo el camino, la gente llena los arcenes de la carretera y tira flores al coche funerario, algo realmente inusual en el Reino Unido. La princesa está enterrada discretamente en una pequeña isla en un lago del parque familiar.
“La boda del siglo”. El 29 de julio de 1981. Carlos, el príncipe de Gales y Diana Spencer, en el carruaje 1902 State Landau, recorren las calles de Londres. La fantasía de millones con “sus altezas reales” solo duró 5.509 días
Vida, muerte, fantasía, ilusión, deseo… pulsiones y condición humana
Ricardo Rivas
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Ricardo Rivas
Periodista
X: @RtrivasRivas
Fotos: Gentileza
Vida, muerte, ilusión, deseo... pulsiones incrustadas en la condición humana, aunque “reyes y peones, al final de la partida, vuelven a la misma caja”.
“¿Fantasear o desear...?”. Ese era el dilema que, en frecuentes charlas de café, proponía un tan veterano como anónimo polemista que habitaba, cuando la tarde agonizaba, algunas de las selectas mesas en el mítico café La Paz, en la esquina de la avenida Corrientes 1593, cuando esa arteria cordial se cruza con la calle Rodríguez Peña, muy cerca del Obelisco, en Buenos Aires, unos 1.300 kilómetros al sur de mi querida Asunción.
Era los años 70, en el siglo pasado. Enfrente –justo en diagonal– intentaba competir el bar Ramos. En concurrentes habituales estaban cabeza a cabeza. Inolvidables, por cierto. Pero el caso es que, luego de encender la polémica con aquel interrogante, con impostado tono académico, intentaba, aquel sanatero, zamarrearnos.
¡Me parece verlo! Acomodaba prolijamente los dos o tres libros de Sigmund Freud o de Foucault que siempre llevaba con él y lentamente –como buscando las palabras más adecuadas– iba al punto. Fumaba tabaco inglés en una pipa muy gastada y sobre su prominente nariz montaba espejuelos redondos tonalizados verde oscuro.
“El tío Segismundo –ironizaba mientras revoleaba sus manos refiriéndose a Freud– cuando compartíamos algunos puros con amigos en el Café Frauenhuber, en la inolvidable Viena, nos explicaba con claridad, jóvenes amigos, palabra más, palabra menos, que solo fantasean las personas insatisfechas”.
PULSIÓN
Lo seguíamos en silencio. Algunas veces –como la ignorancia nos impedía responder y/o, mucho menos, poner alguno de sus dichos en duda, hacía una pausa que disfrutaba y, si la memoria no me falla, en aquel caso puntual remató: “Cada fantasía surge de una pulsión para cumplir con un deseo insatisfecho, muy deseado, que corrija la realidad”.
Nunca recuerdo su nombre. En verdad, no tengo claro si alguna vez lo supe. Pero sí, sus anécdotas con pretensiones académicas y que se definía como “un libre pensador, diletante”. ¡Nos maravillaba! Aunque –debo admitirlo– teníamos dudas que no confesábamos sobre su presunta sabiduría por aquello de que entre los ciegos un tuerto es rey.
“¡Déjese de joder, farfullante…!”, recuerdo que le dijo –indisimuladamente molesto y a voz en cuello– un reconocido profesional y estudioso freudiano, de quien exclusivamente consignaré sus letras iniciales (G.G.), que incontenible por lo que también escuchó abandonó su café en una mesa cercana y lo increpó sin miramientos.
Un pesado silencio cubrió todas y cada una de las mesas. El increpado no atinó a responder. Se retiró cabizbajo –con sus tres libros bajo el brazo– enmudecido y sin plantarle cara. El increpante nos miró, se disculpó “por interrumpir la conversación sin que nadie me llame” y fue al punto: “Simple y sencillo, muchachos. La fantasía tiene que ver con el imaginario. Con lo que creemos o sabemos que muy difícilmente suceda. Con aquello que suponemos imposible y que, de alcanzarlo, imaginamos sería placentero, pero sabemos que no podrá ser. Desear es converger la fantasía con la realidad más deseada en algún momento de tu vida. ¡No entender esa diferencia es grave… y, pretender explicar desde la ignorancia y la confusión, no lo puedo dejar pasar!”.
Renovó su disculpa y volvió a su mesa. “Como una escuela de todas las cosas...”, como nos enseñó Discépolo cuando escribió aquel tangazo que llamó “Cafetín de Buenos Aires”, así era el bar La Paz. Fantasías. Deseos. Ilusiones. Me atrevo a añadir que, como entonces, en estos tiempos de imágenes exacerbadas y exacerbantes que circulan y atropellan en los avasallantes ecosistemas digitales que facilitan las comunicaciones reticulares contemporáneas, aquellas –junto con la vida y la muerte– emergen como inevitables pulsiones incrustadas en el día a día de nuestros días.
OXÍMORON
Claramente, forman parte de la condición humana. Pese a que, con el correr de los tiempos y a la democratización de las monarquías (¿oxímoron?), con mucho menos frecuencia que algún tiempo atrás y, en aquel contexto, escuchar decir “vida de príncipes”, sorprende porque pareciera ser una expresión que cae en desuso.
Aun así, hay quienes insisten con ella cuando se procura producir sentido respecto de alguna persona que –a juicio de quien así se expresa– tiene allanado el acceso a poderosos y poderosas o cuando dispone de bienes materiales en abundancia o cuando no debe preocuparse por necesidades que –como tales– sí lo son para la mayoría de la humanidad.
En ese contexto, tampoco el futuro debiera ser preocupante para quienes tienen –siempre a la vista de las otredades– tránsitos principescos o, acaso, propios de las realezas. Hambre, desocupación, falta de salud, de educación. En aquel contexto, se suponen alejados de aquellos y aquellas minorías vistosas. Sentires y decires. Pareciera, incluso, que nada ni nadie está exento, alguna vez, de emitir esos juicios o ser depositario de ese tipo de expresiones.
Hasta la muerte –en ciertas ocasiones, por la forma en que se produce y a quien afecta– hace que no sean escasas las voces que se atreven a afirmar que Mengana o Fulano “murió como un príncipe”. En el siglo XIX y buena parte del XX era frecuente que así se significara la partida de este mundo cuando las y los finados eran considerados socialmente como “patricios” o “ricos”.
Curioso, por cierto. Y tanto lo era (y es) que vaya a saber a quién y en qué situación tuvo la lucidez para destacar que “al final de la partida, reyes y peones vuelven a la misma caja”. ¿Sabiduría popular? Tal vez.
LA BODA DEL SIGLO
Aún recuerdo cuando el 29 de julio de 1981 –la tele satelital cuando el mundo era mundial y para nada global– puso “en el aire” (vieja expresión de uso común en la radiotelefonía de entonces, hoy casi olvidada), desde la catedral de San Pablo, en Londres, la que fue llamada como la “boda real o del siglo” porque, aquel día, el príncipe Carlos (32) –hijo primogénito de Isabel Alejandra María Windsor (1926-2022), la reina Isabel II del Reino Unido y de la Commonwealth desde 1952 hasta su muerte– contrajo matrimonio con la joven aristócrata llamada Diana Spencer (20).
Cerca de 800 millones de televidentes lo vimos. “¡Parece un cuento de hadas...!”, escuché decir a dos mujeres que – como otros muchos, frente a una vidriera colmada de televisores– vimos pasar a Carlos, por entonces príncipe de Gales, y Diana recién casados, a bordo del 1902 State Landau, como se conoce al carruaje que, en aquel año, el rey Eduardo VII –tío del contrayente– ordenó construir para ceremonias relevantes.
En la Argentina, desde poco menos de tres años, teníamos tele en colores. La novia, tanto en el ingreso a San Pablo –luego de descender junto con John, su padre, VIII conde de Spencer, de un carruaje vidriado– como en el momento en que salió de esa catedral con su esposo convertida en “alteza real”, tuvo que detenerse varios minutos para que las “damas de honor” acomodaran la cola de su vestido “de casi ocho metros de largo”, relataba la transmisión oficial.
¡Hermoso para ver! Un año y 22 días después –el 21 de julio de 1982– se anunció el nacimiento del príncipe Guillermo, heredero de la corona británica. El 15 de setiembre de 1984 –setecientos ochenta y siete días después que su hermano mayor– nació el príncipe Enrique.
Sin embargo, y como sostiene el dicho popular, “no todo lo que reluce es oro”. El 28 de agosto de 1996 –cinco mil quinientos nueve días después de aquella boda principesca– Diana y Carlos se divorciaron. Con el paso del tiempo la fantasía pública trocó en públicos desatinos vinculares. La princesa descubrió y confirmó que el príncipe tenía como amante a Camilla Parker-Bowles, una amiga de la Casa Real. ¡Crisis!
MULTITUD
Carlos pasó –para muchas y muchos– a ser el “realmente odiado”. Diana, en el transcurso de 1995, decidió no ocultar la situación. Habló con la BBC, la tele pública en el Reino Unido. “¿Cree que Camilla Parker-Bowles fue el factor que desencadenó el fracaso de su matrimonio?”, preguntó el periodista Martín Bashir a “su alteza real”. La respuesta fue simple, breve y clara: “Bueno, éramos tres en mi matrimonio. Y eso es una multitud”. El 31 de agosto de 1997, Diana, Dodi Al-Fayed (1955-1997), multimillonario egipcio, y el chófer, Henri Paul, murieron en un accidente de tránsito ocurrido en el interior del túnel del Pont de l’Alma, en París.
Los puentes de raíces vivas de Sohra (Cherrapunji) sorprendió a los exploradores occidentales y desde aquellos tiempos es polo de atracción hasta nuestros días
Aquel príncipe, Charles Philip Arthur George (77), desde el 8 de setiembre de 2022, es Carlos III, rey del Reino Unido y de los otros reinos de la Mancomunidad de Naciones. Camilla Rosemary Shand, luego Parker-Bowles (78) –la tercera de aquel matrimonio principesco que “era multitud”, como lo sentenció Diana, “la princesa del pueblo”, como la categorizó para siempre el ex primer ministro Tony Blair, el 31 de agosto de 1997– es reina consorte.
Fantasías. Deseos. Ilusiones. Condición humana. Fantasías. Deseos. Ilusiones. “Cambia, todo cambia”, canta como nadie Mercedes Sosa. Los khasi –una minoría étnica originaria que habita en el estado de Meghalaya, noreste de la India desde antes de las invasiones dravídicas pobladoras del sur en ese mismo país– desconocen quiénes de sus antecesores y cuándo comenzaron a orientar las raíces de los árboles para construir con ellas “puentes vivientes”.
Lejos de aquellas selvas inigualables, recién se supo algo de los que se conocieron entonces también como “los puentes de raíces vivas de Sohra (Cherrapunji)”, cuando era avanzado el siglo XIX. Los exploradores occidentales se asombraron con aquel descubrimiento. En La Sociedad Asiática, un histórico periódico que se publicaba en Calcuta en 1844, se consignó la información. Desde aquellos tiempos, es polo de atracción hasta nuestros días.
“AMOR RECÍPROCO”
Hacia allí, unas tres semanas atrás, partieron en luna de miel el príncipe Raj Raghuvanshi (21) y la princesa Sonam Raghuvanshi (24). Eran marido y mujer porque sus madres –en esa sociedad matrilineal– así lo acordaron. Ambos pertenecían a la misma clase social y casta. Aquel enclave natural que, además, con unos 12.000 milímetros de lluvias anuales es, según Guinness, el lugar más lluvioso de cada año, era perfecto para manifestarse amor recíproco sin interferencias. La actuación crucial de la mehndi, la celebración musical previa, la ceremonia principal, la fiesta posterior quedaron atrás.
Me explican –por Whatsapp, desde Nueva Delhi, tres diplomáticos chimenteros que me pidieron anonimato– que los fastos nupciales se extendieron por cuatro días. Las dos familias en estado de tranquilidad. Espiritual, social y económico. No faltó nada. Se observaron todos los rituales. Homa (la ofrenda al fuego) se concretó. El Panigrahena, los unió como nunca antes. Las siete vueltas al fuego –el Satapadi– hizo celebrar a muchas y muchos, sonreír a las y los más refinados y desear, ilusionarse... soñar, a otros y otras.
El príncipe Raj Raghuvanshi con la princesa Sonam Raghuvanshi. ¡Que vivan los novios!
Samskara se instaló en la flamante pareja. Luego, silencio. Los días pasaban y... más silencio. Pero irrumpió la angustia. Primero en el que fue el pueblo de ambos, luego en la provincia, la región y, finalmente, en todo el país. “¿Dónde están?” “¿Qué se sabe?”. La falta de novedades fue parte de las informaciones de la agencia de noticias nacional. Se iniciaron las búsquedas. Los supuestos ganaron el espacio público. Las ideas conspiranoides de poderosos y poderosas ingresaron en los circuitos informativos.
Nadie respondía a las incesantes llamadas a los móviles de Raj y Sonam. La policía y los servicios de inteligencia de la India los monitoreaban inútilmente. También el de uno de los hermanos de la princesa. ¡Nada! Pero, cuando nadie lo esperaba, todo cambió. El domingo pasado aquella novia obediente de los acuerdos y mandatos familiares que se mostró alegre, ilusionada, ante los unos y los otros; que fue objeto de los comentarios de sus vecinos e incluso blanco preferente a la vista de aquellas y aquellos que por ser de clases inferiores o de castas poco respetables no debieran haberla mirado, trocaron interrogantes y angustia sociales.
DIMES Y DIRETES
Desde algunos anocheceres en las sacudidas calles de aquel país con 1.400 millones de habitantes, se sabía por trascendidos –que más tarde se confirmaron– que el cadáver de Raj fue encontrado y recuperado de las profundidades de un precipicio con abundante vegetación. Fue el momento de los dimes y diretes. Se conoció el escabroso detalle de que el cuerpo lo encontraron con el cráneo partido con dos golpes duros aplicados con algún objeto contundente y cortante.
¡Horror! Rescatistas e investigadores tuvieron la convicción de que fue asesinado. Así lo dejaron trascender. No murió como un príncipe. Pero las honras fúnebres sí lo fueron para despedir a su alteza real. Sonam, esposa por un breve tiempo –geolocalizada desde el momento en que se comunicó con uno de sus hermanos– supo por quienes la hallaron que era viuda.
Gritó. Se ahogó en llanto. Insistió con el deshilachado argumento de que fueron víctimas de secuestro. Pero no tenía una coartada que generara, por lo menos, una duda. También supo que Rai Kushwaha, un chófer a su servicio, estaba preso en otra celda. Fue apresado en su pueblo natal, Madhya Pradesh. Contrastaron sus respuestas. Eran amantes desde tiempo antes de que Sonam y Raj protagonizaran una boda principesca.
Como en el caso de Carlos y Diana –con Rai– también se constituyeron en multitud. El amante capturado también confesó. Señaló a los tres criminales que asesinaron al príncipe –sus cómplices– a los que convenció para que ejecutaran al joven esposo de la mujer que también amaba.
Los sicarios fueron apresados. Abrumados, admitieron. La exprincesa viuda dejó de ser víctima para ser victimaria. La justicia la acusa de ser quien incitó a su frustrado enamorado de la necesidad de asesinar a Raj. Vida, muerte, ilusión, deseo... pulsiones incrustadas en la condición humana, aunque “reyes y peones, al final de la partida, vuelven a la misma caja”.
Kate Middleton vuelve a mostrarse y relata su “progreso” contra el cáncer
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La princesa Catalina, popularmente conocida como Kate Middleton, anunció este viernes que asistirá el fin de semana a un desfile por el cumpleaños del rey Carlos III, su primera aparición pública oficial en meses, e indicó que está haciendo “buenos progresos” en su tratamiento contra el cáncer. La esposa del príncipe heredero Guillermo publicó este mensaje en redes sociales, dando noticias sobre su salud por primera vez desde que anunció su cáncer, sin especificar su naturaleza, a finales de marzo.
“Espero con ansias asistir al desfile por el cumpleaños del rey este fin de semana”, afirmó Catalina, que no ha participado en ningún evento público desde diciembre. La popular princesa de Gales, de 42 años, indicó que está “haciendo buenos progresos, pero como cualquiera que pase por la quimioterapia sabrá, hay días buenos y días malos”.
“En los días malos te sientes débil, cansada y tienes que dejar que tu cuerpo descanse. Pero en los días buenos, cuando te sientes más fuerte, quieres aprovechar al máximo el sentirte bien”, escribió Catalina. El mensaje estaba acompañado de una fotografía de Catalina de pie frente a un árbol junto a un río, tomada a principios de semana en Windsor, al oeste de Londres. “Mi tratamiento continúa y lo hará durante unos meses más”, indicó la princesa. “Espero poder participar en algunos compromisos públicos durante el verano, pero también sé que aún no estoy fuera de peligro”, añadió.
La princesa señaló que ha empezado a “trabajar un poco desde casa” cuando se siente “suficientemente bien”. “Estoy aprendiendo a ser paciente, especialmente con la incertidumbre. Viviendo día a día, escuchando a mi cuerpo, permitiéndome tomarme este tiempo tan necesario para curarme”, explicó.
Poco antes de que se comunicara oficialmente su diagnóstico de cáncer, una foto de la princesa con sus hijos publicada en las redes sociales causó polémica. La imagen fue retirada por las principales agencias de prensa del mundo, entre ellas AFP, porque había sido manipulada digitalmente. Esto reavivó las especulaciones sobre el estado de salud de la princesa, a pesar de una disculpa escrita publicada por el Palacio a raíz de la foto.
Kensington Palace nunca ha comunicado nada sobre la salud de Catalina y, durante sus compromisos públicos, el príncipe Guillermo también ha sido breve y conciso, contentándose con decir en mayo que su esposa se encontraba “bien”. El anuncio del cáncer de Catalina se produjo después de que el rey Carlos III informara en febrero que también padece esta enfermedad, sin especificar de qué tipo.
El monarca, de 75 años, sigue igualmente un tratamiento y en abril los médicos afirmaron que estaban “alentados” por los avances realizados, lo que le permitió reanudar sus funciones oficiales. Sin embargo, este año participará subido en una carroza en el desfile para celebrar su cumpleaños, y no a caballo como el año pasado.
El reato pintado por Jonathan Yeo, que se reveló el 14 de mayo en el Palacio de Buckingham, se colgará en el Draper's Hall de Londres. Foto: @RoyalFamily
Primer retrato oficial del rey Carlos III genera controversia
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El palacio de Buckingham desveló el primer retrato oficial de Carlos III desde su coronación, con fondo rojo y la silueta del rey en uniforme del mismo color, pintado por el famoso artista británico Jonathan Yeo. La pintura muestra al soberano de frente, vestido con el uniforme de los Guardias galeses, regimiento del que es coronel desde 1975 y cuyo color rojo sirve de motivo para todo el cuadro.
Su autor, Jonathan Yeo es un artista británico reconocido por sus múltiples retratos de personalidades, como los exprimeros ministros Tony Blair y David Cameron, los actores y actrices Kevin Spacey, Nicole Kidman, Jude Law o la militante pakistaní Malala Yusafzai. Sin embargo, el cuadro del rey británico, de 75 años, ha generado críticas por su excesivo color rojizo que da cierto aura vampírico al monarca.
El artista ya ha pintado retratos de varios miembros de la familia real en el pasado, como Camilla antes de que se convirtiera en reina, o el príncipe Felipe, esposo de la reina Isabel II. El cuadro, de 2,6 metros por 2 metros, fue pedido en 2020 para conmemorar el 50º aniversario de la pertenencia de Carlos al gremio textil británico, una de las asociaciones de comerciantes históricos de Londres.
El rey posó cuatro veces para el pintor, la última en noviembre de 2023, más de un año después de que hubiera subido al trono. A su proyecto inicial, Jonathan Yeo agregó finalmente una pequeña mariposa que vuela en torno a la espalda del soberano a petición de éste, para ilustrar “su pasión por la naturaleza y el medio ambiente”, dijo el artista en su discurso pronunciado con motivo de la presentación de su obra el martes en el palacio de Buckingham.
“Cuando empecé este proyecto, su Majestad el rey era aún el príncipe de Gales, y como la mariposa que pinté volando en torno a su espalda, el retrato evolucionó a medida que la función de su objeto avanzó en nuestra vida pública”, declaró el pintor en un comunicado.
“En este caso, mi objetivo era también hacer referencia a las tradiciones de retrato real, pero de una manera que refleja una monarquía del siglo XXI, y sobre todo, comunicar la profunda humanidad” del rey, agregó. El retrato será expuesto varias semanas en una galería londinense, antes de ir al Drapers’ Hall, sede de la Compañía de fabricantes de ropa en Londres.
La reina Camila prometió que dejará de adquirir prendas de piel para su guardarropa, informó la organización PETA (Personas por el Trato Ético de los Animales). Esta organización británica de defensa de los animales señaló que recibió una carta del Palacio de Buckingham fechada el 15 de abril en ese sentido.
“En respuesta a su solicitud, puedo confirmar que Su Majestad no comprará nuevas prendas de piel”, dice la carta del palacio recibida por PETA, según un comunicado de esta organización. “Esto va acompañado de los más cálidos deseos de la reina”, agrega el texto. Contactado por AFP, el Palacio de Buckingham no hizo comentarios.
Camila sigue de esta forma los pasos de la reina Isabel II, la madre de su esposo Carlos III, quien dejó de comprar ropa nueva de piel en 2019. PETA aplaude el gesto de Camila “por ser una verdadera reina, al ponerse del lado del 95 % de los británicos que también se niegan a usar pieles”.
“Es correcto y apropiado que la monarquía refleje los valores británicos reconociendo que las pieles no tienen lugar en nuestra sociedad”, indica la organización. El rey es conocido por ser un defensor del medioambiente y del bienestar animal.
Sin embargo, Carlos III y Camila lucieron prendas de piel durante su coronación, el 6 de mayo de 2023, poniéndose las túnicas ceremoniales de Jorge VI e Isabel II, los dos anteriores reyes. Antes de la coronación, PETA se había ofrecido a proporcionar a Carlos III vestidos carentes de piel de forma gratuita.
La colección de Lady Di, la confesión de Céline Dion, un merecido reconocimiento y más
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Seis conjuntos de la princesa Diana se encuentran en exposición en Hong Kong antes de ser subastados; Céline Dion cuenta en una entrevista cómo son sus días luego de haber sido diagnosticada con una rara enfermedad degenerativa; la distinción a Joan Manuel Serrat con el Premio Princesa de Asturias; la queja de Johnny Depp y la tradición de la princesa Catherine.
SUBASTA
La chaqueta amarilla narciso –entallada, con hombreras y adornada con botones dorados–, que la princesa Diana lució durante un viaje a Hong Kong en 1989, se encuentra entre los seis conjuntos expuestos en la antigua colonia británica antes de su subasta prevista en junio.
La colección de vestidos, zapatos y bolsos es presentada desde la semana pasada en una exposición que durará doce días en un centro comercial de Hong Kong. Luego las piezas se exhibirán en Irlanda antes de ser subastadas el 27 de junio.
La princesa de Gales, fallecida en un accidente automovilístico en París en 1997, dictaba la moda “cada vez que se vestía y salía”, explicó a AFP Martin Nolan, director de la casa de subastas Julien’s Auctions, con sede en California.
El precio de la chaqueta amarilla, creada por Catherine Walker, podría alcanzar los 50.000 dólares, y el de un vestido de noche de tul azul oscuro sembrado de estrellas podría alcanzar los 400.000 dólares.
Lady Di lució ese traje de noche, diseñado por Murray Arbeid, en el estreno de “El fantasma de la ópera” en 1986 en el West End de Londres.
Los visitantes llenaron el pequeño espacio de exposición y se detuvieron para leer la historia detrás de cada conjunto.
Entre las piezas expuestas se encuentra un vestido de noche de seda y encaje diseñado por Víctor Edelstein, así como un vestido floral rosa de Catherine Walker, que Diana usó en 1991.
“UN DÍA A LA VEZ”
La megaestrella canadiense del pop Céline Dion, que padece un raro trastorno neurológico, dijo que se encuentra bien, pero que se toma la vida “un día a la vez”, en su primera entrevista desde que anunció el diagnóstico que le hizo dejar de lado su carrera.
Dion, de 56 años, reveló por primera vez en 2022 haber sido diagnosticada con una extraña afección neurológica conocida como síndrome de la persona rígida (SPR), que provoca rigidez muscular en el torso, con dolores agudos y dificultades de movilidad.
Céline Dion. Foto: AFP
Estrella de la portada de la edición de mayo de Vogue Francia, Dion contó a la revista que está “bien”, pero que su condición requiere “mucho trabajo”.
“Cinco días a la semana me someto a terapia atlética, física y vocal”, dijo.
“No he vencido a la enfermedad, ya que sigue dentro de mí y siempre lo estará. Espero que haya un milagro, una forma de curarla con la investigación científica, pero por ahora tengo que aprender a vivir con ella”, explicó.
No existe cura para el síndrome de la persona rígida, que es progresivo, pero el tratamiento puede ayudar a controlar los síntomas. Según los institutos nacionales de salud de Estados Unidos, afecta dos veces más a las mujeres que a los hombres.
En mayo del año pasado, Dion canceló una serie de conciertos programados para 2023 y 2024, al no sentirse lo bastante fuerte como para salir de gira.
Preguntada por su capacidad para volver a los escenarios, Dion declaró a Vogue France que no puede responder a eso en estos momentos. “No lo sé (...) Mi cuerpo me lo dirá”, señaló.
Dion hizo una aparición sorpresa en los premios Grammy en febrero, cuando presentó el galardón al Álbum del Año a Taylor Swift.
En enero, Dion anunció que realizaría un documental, que se emitiría en Amazon Prime Video, sobre su enfermedad para ayudar a concienciar al público. Dion ha vendido más de 250 millones de discos durante décadas de carrera.
MERECIDO RECONOCIMIENTO
El cantante y compositor Joan Manuel Serrat, una voz esencial para varias generaciones de españoles y latinoamericanos, fue distinguido el miércoles pasado con el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2024 “por el alcance de una trayectoria artística que trasciende la música”.
La obra del cantautor catalán de 80 años, que en 2022 se despidió de los escenarios con una gira internacional, fue destacada por aunar “el arte de la poesía y la música al servicio de la tolerancia, los valores compartidos, la riqueza de la diversidad de lenguas y culturas, así como un necesario afán de libertad”, según el acta del jurado de este premio convocado por la Fundación Princesa de Asturias, la heredera al trono español.
“No saben con cuánta alegría y emoción recibo la noticia”, celebró Serrat en unas declaraciones transmitidas por la Fundación. “No encuentro mejor manera que una distinción tan prestigiosa como esta para despedir una carrera profesional larga y satisfactoria como la mía”, agregó.
De firmes ideales progresistas, Serrat pertenece a la generación de artistas que lucharon contra el régimen franquista (1939-1975), al que no dudó en incomodar cuando rechazó cantar en Eurovisión por no poder hacerlo en catalán.
Hijo de un operario barcelonés y de una aragonesa que sufrió intensamente la crudeza de la Guerra Civil (1936-1939), llegó a exiliarse unos meses en México en los últimos estertores del franquismo y nunca ocultó su oposición a las dictaduras militares sudamericanas.
La memoria, las raíces y la libertad atraviesan la obra de este artista de voz y poesía cercana, reconocido con múltiples galardones internacionales como la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio –la mayor de España para quienes no son jefes de Estado– o la medalla de la Legión de Honor de la República Francesa. “Defensor del diálogo frente a la crispación, la obra de Joan Manuel Serrat es un exponente de su irrenunciable vocación de tender puentes entre países y generaciones”, destacó el jurado en su acta.
Joan Manuel Serrat. Foto: AFP
LA QUEJA DE JOHNNY DEPP
El actor estadounidense Johnny Depp (60) habló sobre la industria del cine en Hollywood y de cómo fue “descartado” tras el juicio que enfrentó con su exesposa Amber Heard, el cual ganó en 2022. El famoso criticó las fortunas que se invierten en las películas y cómo esta industria “tira a la basura” a quienes protagonizaron sus cintas.
“Son desechables y se dan cuenta de ello. Contadores glorificados que tienen la capacidad de pulsar la luz verde y hacer películas de estudio, pero pulsan la luz verde, gastan montones de dinero”, dijo el actor al portal Metro de Inglaterra. No contento con esto, cuestionó el dinero que se invierte para la creación de películas.
“Los presupuestos son ridículos en estas películas, una comedia romántica con dos personas muy populares. La gente de verdad está harta. He tenido mucha suerte y no me puedo quejar de nada. De nada. No lo haré. Pero la fama le hace cosas raras a un hombre. Te golpea y luego no puedes ir a ningún sitio sin que la gente te mire. Y esa es una forma muy interesante de crecer”, expresó.
Deep inició su carrera en cine con el filme “Pesadilla en Elm Street” (1984), fue parte del elenco de la serie “Comando especial”, que se transmitió desde 1987 hasta 1991. Bajo la dirección de Tim Burton protagonizó “El joven manos de tijera” en 1990 y también con la dirección de Burton realizó la película “Ed Wood” en 1994.
En 2000 apareció en la película “Antes que anochezca” e interpretó a su querido personaje Jack Sparrow para “Piratas del Caribe” desde 2003 hasta 2017 en cinco taquilleras películas. También dio vida a un personaje animado para la película “El cadáver de la novia” en 2005, mismo año en que interpretó al entrañable Willy Wonka en “Charlie y la fábrica de chocolate”, entre muchas otras memorables películas.